Muchas aulas estaban casi vacías el lunes al inicio de las clases en Venezuela, en medio de la severa crisis económica que, según maestros y gremios, le impide a familias comprar útiles o alimentar bien a sus hijos para que puedan concentrarse.
Con al menos 6,4 millones estudiantes inscritos en escuelas públicas y 1,2 millones registrados en institutos privados, según el Ministerio de Educación, el sistema educativo sufre por la hiperinflación y la recesión que pulverizaron el ingreso tanto de padres como de docentes.
En Caucagua, unos 75 kilómetros al suroeste de Caracas, sólo asistieron a la pequeña escuela pública Miguel Acevedo tres del total de 65 alumnos de educación primaria, según su directora Nereida Veliz, de 50 años y con 30 de educadora.
Las ocho maestras del plantel, que no tiene luz y solo recibe agua tres veces por semana, esperaban en los recintos vacíos que los estudiantes llegaran cerca del mediodía porque sirven un almuerzo, que suele ser algo de yuca o plátano y en ocasiones un poco de carne y huevo.
“Ellos no comen en su casa, comen aquí”, dijo Veliz sentada en un viejo banco de madera de la escuela, que a principios de este año ingresó a un programa del Gobierno que entrega a las instituciones alimentos que son preparados en los mismos centros de enseñanza.
Venezuela, con las reservas de crudo más grandes del mundo, padece una escasez de alimentos, medicamentos, así como de servicios de electricidad, agua y transporte público lo que además dificulta el traslado de estudiantes y maestros.
A pesar de todo, el ministro para la Educación, Aristóbulo Istúriz, dijo el viernes que las clases se reanudaban el lunes en casi 30.000 colegios, 5.000 de ellos privados, en el país. Pero la misma situación de la escuela de Caucagua se repetía en otras partes.
“UNA LOCURA” En pleno centro de la ciudad de Punto Fijo, en la costa del Caribe venezolano, solo había tres alumnos de una matrícula de 365 en la Escuela Benedicto Mármol. “Siempre faltan muchos niños al principio de las clases, pero nunca había sido tan notorio”, dijo Mari García, representante del Sindicato Único del Magisterio en el estado Falcón, asegurando que el ausentismo era “muchísimo”.
El Ministerio de Información no respondió de inmediato una solicitud de comentarios sobre la situación. Desde el estado Táchira, al oeste del país y fronterizo con Colombia, el presidente del Colegio de Profesores estatal, Javier Tarazona, culpó a la crisis económica de la emergencia comunitaria que se vive en la zona.
“No hay condiciones sanitarias, ni energía eléctrica en muchas escuelas, no fueron dotadas de alimentos que era lo que movía a los estudiantes para las escuelas”, aseguró. La maestra Veliz, en Caucagua, dijo que en esta coyuntura los alumnos faltan en promedio la mitad de los 200 días de clases, y que por eso el rendimiento escolar “es bastante bajo”.
Para Luis Guillermo Padrón, presidente de la Federación Venezolana de Maestros en el estado central de Carabobo, el ausentismo se debe a “la aguda crisis que están sufriendo los representantes con sus niños” que lleva a no tener dinero para uniformes, útiles o zapatos. “Este año esto es una locura”, sostuvo Josefina Rivas, una madre de 39 años.
“Hasta una hoja de papel bond y una resma de papel carta son unas auténticas fortunas”, se quejó la mujer, que tiene dos hijos que faltaron a clase en Barinas, en los llanos venezolanos, por no tener efectivo para su merienda.
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