Hollywood es el centro mundial de la industria del cine. El dinero, la fama y el poder conviven en este distrito de Los Ángeles, donde la droga y la sexualidad desenfrenada tampoco son un elemento extraño. Y en medio de este lugar tan representativo para el mundo se encuentran unas monjitas de clausura, las dominicas del Monasterio de los Ángeles.
Como buenas discípulas de Santo Domingo, estas religiosas tienen en el Rosario una de sus armas más potentes, y no dudan en utilizarlo públicamente para pedir la intercesión de la Virgen en Hollywood, cuya industria cinematográfica influye de manera determinante en decenas de millones de personas
“En cualquier lugar menos en Hollywood”
En un reportaje que publica Angelus News, sor Mary Gabriel, la fundadora de este convento, solía decir cuando la orden buscaba un nuevo lugar en Estados Unidos para instalar una nueva comunidad: “En cualquier lugar menos en Hollywood”.
Sin embargo, el Espíritu Santo tenía otros planes, y ahora estas dominicas consideran “perfecto” la ubicación del convento pese a que ahora está rodeado de tiendas y de clubs de striptease. O quizás por ello era necesario. Por ello, estas religiosas no se amilanan y rezan a la Virgen por la conversón de Hollywood, Los Ángeles, Estados Unidos y el mundo entero.
Para dar testimonio en medio de este mundo, las dominicas realizan procesiones por las calles de este distrito angelino. En ellas rezan el Rosario en público. Así lo llevan haciendo durante décadas e igualmente a principios de este mes de octubre en honor de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, que marca para ellas el inicio del mes del Rosario.
Esta oración mariana tiene una especial significación para la orden dominica pues fue el español Santo Domingo el que extendió su rezo por Europa.
El Rosario, “fundamental” para estas monjas
Además de estas procesiones, la comunidad religiosa agrega que “el Rosario es fundamental” en su vocación, y por ello cada día a las cuatro de la tarde lo rezan para pedir a María por las intenciones que les hayan llegado al convento.
Desde que se instalasen aquí en 1924, por el convento han pasado distintas personalidades del cine como Bob Hope, actor de Morena y Peligrosa y The Big Broadcast of 1938, o Debby Reynolds, protagonista del musical Cantando bajo la lluvia.
El Padre Peyton, el apóstol del Rosario, visitaba frecuentemente este convento
Un asiduo a este convento fue el padre Patrick Peyton, sacerdote que está en estos momentos en proceso de beatificación, y que fue un verdadero apóstol del Rosario.
Cientos de miles de familias empezaron o fortalecieron aún más el rezo del Rosario gracias a su incesante labor por todo el mundo. La hermana Mary St. Pious, que lleva entre estos muros desde 1952, recuerda las visitas de este religioso y como también en este convento pronunció su frase más célebre: “La familia que reza unida permanece unida”.
El padre Peyton fue uno de los pioneros de la evangelización a través de los medios de comunicación, hablando a través de la radio, el cine y la televisión alentando a los católicos a orar por la intercesión de la Virgen María a través del Rosario. Este celo le valió el sobrenombre de “el sacerdote del Rosario”.
Su lucha contra el mal
Las dominicas de Hollywood mantienen esta influencia recibida por el padre Peyton y ayudan a las parejas que están pasando por dificultades en su matrimonio a rezar juntos el Rosario. En estos años han visto numerosos casos de parejas que han hallado la paz y calma después de comenzar a rezar juntos y a diario la oración mariana.
Pero además, las dominicas de Hollywood son conocidas por otra potentísima arma para contrarrestar el influjo del mal en esta zona. El convento tiene Adoración Perpetua, y las religiosas son conocidas en la zona por su profunda devoción a la Eucaristía.
Un grupo de laicos se reúne con las monjas en la capilla en la que se encuentra expuesto el Santísimo Sacramento. A través de las rejillas que las separan del exterior, recitan las cuentas del Rosario ante Cristo Eucaristía rezando por Hollywood y por todo el mundo.
Religión en Libertad