Lo dijo recibiendo a miembros de la Sociedad Bíblica Americana, en la mañana del 31 de octubre, quienes están presentes en Roma con ocasión de su retiro anual.
En la pequeña Aula adyacente al Aula Pablo VI en el Vaticano, el Papa recibió en la mañana del miércoles 31 de octubre a una delegación de la Sociedad Bíblica Americana.
Los cuarenta miembros escucharon el mensaje del Papa Francisco en el que les animó a intensificar el compromiso dirigido a «transformar la vida de las personas a través de la Palabra de Dios», deséandoles que al término de estos días de retiro puedan «renovar la dedicación al ministerio bíblico, por el bien de tantos hermanos y hermanas».
En el discurso, sintético pero lleno de significado, recordando que la Palabra de Dios tiene el poder de transformar la vida, porque «es viva y eficaz», y «más cortante que cualquier espada de doble filo» y que ella «discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Heb 4,12), el Pontífice quiso expresar sus mejores deseos a los miembros de la Sociedad Bíblica, y desglosó el significado de cada uno de estos tres términos.
Francisco dijo que la Palabra Divina es “viva y eficaz”, porque, de hecho, Jesús con la Palabra ha dado “vida” a los corazones apagados, como a Zaqueo y al publicano Mateo. Y es “eficaz”, porque ella no se queda sin cumplir aquello por lo que Dios nos la donó.
La Biblia, añadió, en su “unicidad” es preciosa: ningún otro libro tiene el mismo poder. Mediante su palabra “conocemos el Espíritu que la ha inspirado”, y sólo en el Espíritu puede ser “verdaderamente acogida, vivida y anunciada, porque el Espíritu enseña cada cosa y recuerda cuanto ha dicho Jesús”.
Además la Palabra de Dios es “cortante”, prosiguió el Papa. De hecho, “va en lo profundo y lleva luz a las zonas de sombra del alma”. “Excavando dentro purifica. El doble filo de esta espada al momento puede hacer mal, pero en realidad es benéfico, porque corta aquello que nos aleja de Dios y del amor”.
Por último, el Santo Padre señaló que la Palabra Divina “discierne los pensamientos y sentimientos”. “El Verbo de la vida – dijo- es también la verdad y su palabra hace la verdad en nosotros, disipando falsedades y dobleces”.
En la conclusión del discurso Francisco recordó que la Escritura empuja siempre a volver a orientar la ruta de la vida hacia Dios: “Dejarse leer por la Palabra nos permite así convertirnos ‘libros abiertos’, transparencias vivas de la Palabra que salva, testigos de Jesús y anunciadores de su novedad. La palabra de Dios, de hecho – concluyó – siempre trae novedades, es escurridiza, escapa a nuestras previsiones, y a menudo, rompe nuestros esquemas”.