La familia salesiana se ha reunido en Manaos, de 1 a 4 de Noviembre, para participar del Encuentro Panamazónico Salesiano, en el que pretenden responder a las interpelaciones que provoca el Sínodo de la Amazonía.
Justino Sarmiento: “El Sínodo es un evento político y ético en defensa de la vida humana y la ecología”
“Hay un mundo en el cual crece esa juventud que cada día le ofrece más elementos que no son constructivos, que son de mucho individualismo, de mucha auto referencia y sálvese quien pueda”.
Son más de cien salesianos y salesianas, así como laicos y laicas que trabajan en la misión salesiana, llegados desde Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela, México, Paraguay, Colombia y Brasil. También están presentes representantes del Gobierno General de la Congregación, tanto de la rama masculina como femenina.
Su presencia en la región amazónica desde hace más de cien años, unido al buen número de salesianos y salesianas indígenas, les convierte en una voz autorizada a la hora de indicar los nuevos caminos que el Sínodo de la Amazonía pretende encontrar. La presencia salesiana en la Amazonía, actualmente cerca de 200 religiosos en 37 comunidades y un número similar entre la rama femenina, como reconoce el padre Juan Bottasso, misionero en Ecuador desde hace cincuenta y nueve años, por encima de los errores y aciertos es “una muestra de entrega personal y generosidad enormes”, destacando la importante aportación en el campo de la educación. Es una historia que debe ser conocida para descubrir lo que ésta enseña y poder construir el futuro de la misión salesiana, a partir de las fuerzas, fragilidades, oportunidades y amenazas presentadas en el encuentro, desde donde surgen propuestas para el Sínodo y para la propia Congregación.
La Amazonía es un local donde existe aquello de lo que el mundo carece, como señalaba José Juncosa, Vicerrector de la Universidad Salesiana del Ecuador. Eso hace que los países, en una tentativa de aumentar su PIB y como parte de una explotación compulsiva, depreden los recursos naturales de la Amazonía, siguiendo patrones eurocéntricos, que conducen a una crisis civilizatoria, consecuencia de la falta de políticas de conservación, y que exigen mayor atención a los patrones civilizatorios amazónicos, que ven al otro como alguien necesario para mi existencia y tienen una relación diferente con la naturaleza, desde el respeto y la complementariedad.
No podemos olvidar que el Sínodo de la Amazonía no es algo completamente nuevo, sino que es una extensión y complementación de la Laudato Si, publicada en 2015 y que puede ser considerada la primera encíclica que traspasa las fronteras eclesiales. En ese sentido, Justino Sarmento Rezende, único indígena que forma parte del Consejo Presinodal, no duda en afirmar que “este Sínodo tiene una repercusión global, es un evento político y ético en defensa de la vida humana y la ecología”.
El salesiano recordaba a sus hermanos de congregación la indicación del Papa Francisco para hacer propuestas valientes. Junto con eso, insistía en que “el Sínodo debe ser realizado para y con el pueblo de Dios en la Amazonía”. Por eso, el asesor del Sínodo hacía ver a los participantes que la Iglesia es muy técnica y que debe estar atenta a la realidad concreta, a la biodiversidad, multiculturalidad y multirreligiosidad. ¿Sabemos convivir como salesianos y salesianas con los pueblos amazónicos?, se pregunta el salesiano indígena, una reflexión que deben hacer todos los misioneros en la Amazonía.
En esa misma perspectiva, es necesario defender a los pueblos indigenas como misioneros, descubrir su identidad. No es de recibo que haya misioneros que conviven con los indígenas y no consigan ver los peligros que afectan a estos pueblos, denuncia Justino Sarmento Rezende, para quien el secreto de la misión en la actualidad está en estar con la gente, caminar juntos.
Uno de los propósitos del Sínodo es hacer realidad una Iglesia con rostro amazónico y rostro indígena. Eso, en opinión del Padre Justino, depende de lo que tenemos en el corazón, por lo que es necesario que los salesianos, pero también todos los misioneros que trabajan en la Amazonía, sean amigos de los pueblos amazónicos, que no son destinatarios y sí interlocutores, que no son inferiores y no tienen prácticas demoníacas, como se pensó en tiempos pasados, y se pregunten lo que tienen en el corazón. Al mismo tiempo, esos misioneros tienen que dar a conocer una región que el mundo no conoce, no tener miedo de hablar, tener una posición firme frente a los nuevos colonialismos e insistir en la defensa de los pueblos y de la biodiversidad, pues los problemas de la Amazonía afectan a todo el mundo.
La hermana Maike Loes, colaboradora de la dimensión misionera en el Gobierno General de las Hijas de María Auxiliadora, reconoce que “el Sínodo Panamazónico es una gran opción para la familia salesiana para rever nuestra presencia y nuestra práctica evangelizadora, esa es la gran oportunidad”. Junto con eso, la religiosa ve este momento como “un espacio en el que la familia salesiana, las Hijas de María Auxiliadora y los Salesianos de Don Bosco, y otros miembros de la familia salesiana puedan decir una palabra en relación a la situación Panamazónica, sobretodo en la defensa de la vida de las minorías, de los pueblos, defensa de la vida y defensa del ambiente. Es un espacio para que reveamos y para colaborar todavía más como Iglesia”.
Lo que los salesianos pueden aportar al Sínodo debe partir de su propia especificidad, reconoce Monseñor José Angel Divasson, obispo emérito de Puerto Ayacucho y miembroo del Consejo Presinodal, en representación de Venezuela. Según el prelado salesiano, “Don Bosco es un regalo a la Iglesia,y la Iglesia de la Amazonía encuentra en los jóvenes un punto muy delicado en cuanto al futuro. Los salesianos tienen como vocación acompañar a los jóvenes en su desarrollo y yo creo que ese es un capítulo por escribir y preguntas a las cuales responder”.
Según Monseñor Divasson, es necesario “que la congregación se plantee cuales son las situaciones nuevas que está presentando la Amazonía a los jóvenes. Los jóvenes que llegan a las ciudades, los jóvenes indígenas que permanecen en sus comunidades, los jóvenes que van y que tendrían que volver, y que vuelven o que no vuelven”.
En su opinión, “hay toda una problemática, cómo influye en el mundo indígena la cultura global que se va imponiendo en las grandes ciudades, cómo influye eso en la visión, en la mentalidad, en la cosmovisión que tienen los indígenas”. El tema es variadísimo, según el obispo emérito de Puerto Ayacucho, “pero que como vocación carismática haya una dedicación y una reflexión sobre esto puede ser un elemento fundamental, no único, porque son otros, pero acompañándolo desde las propias convicciones, desde el propio estilo de Don Bosco, que puede ser una ayuda real para responder a estas situaciones nuevas juveniles tan variadas y tan diversas como se encuentran en la Amazonía. Para mí es un tema muy difícil, pero que vale la pena que le claváramos el diente para ver qué logramos sacar de él”.
En cuanto a los peligros, Monseñor Divasson insiste en que “hay una juventud que va surgiendo, hay un mundo en el cual crece esa juventud que cada día le ofrece más elementos que no son constructivos, que son de mucho individualismo, de mucha auto referencia y sálvese quien pueda, y que significa muchas veces una ruptura con la vivencia cultural, con la cosmovisión que ellos mismos tenían”. Desde esa perspectiva, afirma que “el repensar y el dar un aporte en eso, para mí sería lo fundamental”.
La opinión del obispo emérito de Puerto Ayacucho es compartida por el Padre Juan Bottasso, quien de cara al Sínodo hace una llamado a su congregación a “convertirnos en expertos de las actuales orientaciones de la juventud indígena”. En ese sentido, hace una propuesta concreta, a ser llevada a cabo desde las universidades salesianas en la región, que consistiría en un estudio serio, una radiografía sobre adonde apunta la juventud indígena. En la misma dirección, José Juncosa, insiste en un trabajo con los jóvenes amazónicos, para que descubran la cultura como instrumento que potencia su capacidad de tomar decisiones colectivas.
Luis Miguel Modino