El médico y ex ministro de Sanidad, José Félix Olleta, considera que la reconstrucción de Venezuela durante un gobierno de transición democrático exige un enfoque moral de la crisis que sufre el país. Estima necesario recuperar el talento humano que forma parte del inédito éxodo criollo
“La crisis nos va a exigir humildad, solidaridad, compasión, a la vez eficiencia y respeto por la universalidad de los Derechos Humanos, lo que implica justicia social; pero no todo puede ser discursos. Y tenemos que ser convincentes para que ese lenguaje le llegue a la gente”.
La afirmación corresponde al médico venezolano José Félix Olleta. El profesor universitario, que es miembro de la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, presentó una serie de propuestas para un eventual gobierno de transición hacia la democracia en un foro al que acudió Reporte Católico Laico.
Advirtió el galeno que se puede elaborar un “proyecto perfecto”, pero “si tiene vacío moral no se desarrolla en la sociedad y el Estado no puede cumplir con sus obligaciones”. En este aspecto, dejó claro que “primero tenemos que hacer un enfoque moral”.
Dijo que en el país “estamos conscientes de la magnitud de la emergencia compleja que estamos viviendo”, por lo que no se trata “de una simple transición de un gobierno a otro, ni siquiera de una dictadura convencional a un régimen democrático”. Por ello, “va a requerir esfuerzos titánicos: el primero de ellos, la gobernabilidad”.
Gobierno de transición debe dar respuesta inmediata
“Y un gobierno de transición –dijo- tiene que dar respuestas inmediatas, sólidas y convincentes a una población sometida, coaccionada, acostumbrada ya a la dádiva y no al ejercicio pleno de sus libertades y derechos, los cuales han sido conculcados de una manera deliberada por el régimen” de Nicolás Maduro.
Calificó la realidad venezolana como “extremadamente compleja” y argumentó en ese aspecto que “se tendrán que hacer sacrificios extraordinarios, incluso mayores a los que ya se han hecho”.
Tras destacar que “no existe un recetario de soluciones”, presentó sí lo que considera son “áreas de acción inmediata” al señalar que un enfoque de la crisis en su dimensión como emergencia compleja “no puede ser abordada exclusivamente por un Gobierno ni solamente por la sociedad. Su magnitud requiere la asistencia y la cooperación internacional”.
Propuso prepararse creando una comisión de trabajo “que aporte datos muy concretos para un gobierno de transición. Pues la gobernabilidad va a depender de esos proyectos iniciales”. Debe trabajarse, agregó, en una planificación estratégica que considere el colapso institucional y financiero actual, lo cual incluye demandas de toda naturaleza y simultáneas de la población debido a la fallas en los servicios y los defectos de la soberanía y seguridad alimentaria.
La salud no puede ser “tapa amarilla”
Destacó la importancia de exigir y garantizar el derecho a la salud, sobre el cual recordó: “Es un derecho intangible, porque no lo podemos tocar: nos damos cuenta de él cuando perdemos la salud, y por eso hay un sufrimiento masivo en la población que no tiene acceso a los servicios universales y es sometida a circunstancias devenidas, aunque el derecho a la salud es un derecho universal”.
“Estamos ubicando la acción en un proceso de educación a la colectividad, desde ahora, para que la gente no acepte la concesión y la dádiva, sino para que exija y reclame su derecho, incluido la salud; y una salud con calidad, no una tapa amarilla”, dijo.
Al cuestionar las “gravísimas simplificaciones a las que muchos políticos nos conducen con espacios sin salida”, sugirió la creación de una “comisión intersectorial de salud, que no sea únicamente sanitaria”.
Detalló que debe estar integrada con carteras de ambiente, educación y otros sectores de políticas públicas, que sea dependiente de la presidencia de la República y cuente con financiamiento especial. “Hay que levantar inventario, definir áreas prioritarias y establecer unidades de atención inmediata”, dijo.
“Otras áreas tienen que ver con recursos para la salud dependientes de tecnología y recursos humanos”, sostuvo al reiterar la importancia de evaluar la “reserva real de medicamentos esenciales que son indispensables para la mayoría de la población”.
“Hay que trabajar con base en un escenario de 40 a 50 grandes hospitales que puedan dar atención inmediata con una distribución geopolítica y de densidades de población en el país”, así como “trabajar para la prevención de enfermedades abandonada”.
Éxodo y retorno del talento humano
De este modo, considera Féliz Olleta, se detendrá la reaparición de epidemias, lo que actualmente es una vergüenza para el país, “y fortalecer las instituciones, lo que debe comenzar por la visión rectora del ministerio de Salud. No puede estar entregada la soberanía sanitaria a Cuba. Ni pueden estar divorciadas las decisiones políticas de las decisiones científicas y técnicas de los especialistas sanitarias”.
Aclaró que todo supone “un esfuerzo gigantesco” que “permita recuperar el capital humano que se nos va del país”. Al lamentar que sus alumnos “están en la diáspora haciendo un trabajo digno en otros países”, lamentó que no puedan atender en Venezuela, porque “deliberadamente han sido excluidos”.
En tal sentido, llamó a “trabajar en el retorno del talento humano con incentivos para el trabajo, asociaciones con las universidad, de modo que no sean excluidas del modelaje del talento humano”. Esa tarea titánica, insistió, “va a requerir el esfuerzo de todos”, pero se mostró esperanzado en la recuperación del país.
“Tengo profunda fe en que Venezuela puede tener la reserva moral y humana para superar estas cosas, pero no me puedo quedar en ilusiones. Hay que trabajarlo intensamente y de forma deliberada… ¡A trabajar con entusiasmo, con ilusiones, con un piso de realidad extraordinario y con mucha fe en Venezuela!”, concluyó.
Carlos Zapata | Reporte Católico Laico