Mons. Luis Enrique Rojas: “Llegó el momento de unirnos y seguir trabajando por esta Venezuela que está naciendo en Libertad”

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Mons. Luis Enrique Rojas

La Chinita tuvo su celebración en Mérida.

Fueron las gestiones que hace algunos años hicieran el Arzobispo Metropolitano de Mérida y el Padre Kike, las que  lograron que la réplica del retablo original de La Chinita, llegara a Mérida. Ahora, la fiesta que antes celebraba la colonia de zuliana, ya es propia de los merideños.

Vestida con los colores característicos de “La Chinita”, una niña adornaba el Altar Mayor de la Catedral merideña, donde el Obispo Auxiliar Monseñor Luis Enrique Rojas Ruiz celebró la eucaristía propia del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario y día de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

Al templo, como todos los 18 de noviembre, muchas personas se acercaron con imágenes de la Madre de Dios, muchas damas vestían trajes típicos goajiros, otros marcaban en su rostro la alegría de ir a celebrar a la patrona del Zulia.

Para Monseñor Luis Enrique esta advocación representa una fiesta especial, no puede ocultar el agrado de celebrar el día de la Virgen, pero en especial celebrar a “La Chinita”, la Virgen morena.

Resaltó en su homilía el hecho del encuentro y la unidad “que nos convoca a todos a celebrar la fiesta de nuestra madre” y aprovechó para recordar a aquellos que se han ido a otras fronteras, “pidamos a la Virgen que sea pronto la celebración del reencuentro en libertad”.

Dio gracias a la Virgen “que acompaña a esta Venezuela que va naciendo en libertad, unión, encuentro y perdón, en democracia” puntualizó el Obispo quien exigió respeto a la vida, a la dignidad de la persona, a la libertad.

Para el momento de las ofrendas, un nuevo manto fue entregado para vestir el milagroso retablo, replica, de “la tablita” que reposa en la Basílica de Chiquinquirá en Maracaibo, momento en el que Monseñor Rojas Ruiz pidió a la Virgen, “que con su manto siga cubriendo con amor a Venezuela”.

Al finalizar la eucaristía, el prelado junto a los fieles iniciaron una peregrinación que les condujo hasta el templo de San José Obrero en la Avenida 16 de Septiembre. Entre cantos y oraciones, “La Patrona, La Reina Zuliana”, fue de hombro en hombro, recorriendo las calles merideñas, para encontrarse con sus devotos que en tarima, dedicaron las mejores gaitas para rendirle tributo.

El Obispo fue quien se encargó personalmente de dirigir la llegada del retablo al ritmo de la música, “como las suaves olas del Lago de Maracaibo”, explicó, mientras tutelaba el rítmico movimiento con que los promeseros batían la imagen para ser colocada al lado de la tarima, desde donde se inició la acostumbrada celebración.

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