La directora de la institución social destacó en diálogo con Aleteia que más de veinte mil voluntarios trabajan en el país por la atención de los venezolanos. Dijo que en medio de la crisis, hay motivos para sonreír, pero advirtió que ya se evidencian daños irreparables.
Está llegando cada vez más ayuda a Venezuela. Y un grupo importante de la población trabaja para hacerla llegar a destino. Lo constata Janeth Márquez, directora de Cáritas Venezuela, en entrevista exclusiva con Aleteia, al brindar balance del trabajo y los alcances de la institución en el país durante el 2018.
“Hemos recibido de la Organización Panamericana de la Salud (OPS): insumos para niños y mujeres embarazadas que atiende Cáritas. También se cuenta con vitaminas, nutrientes y desparasitantes”, indicó la socióloga que está al frente del ejército de voluntades más grande de Venezuela.
Consultada con respecto a la liberación de un fondo de emergencia de Naciones Unidas este lunes por 9,2 millones de dólares para financiar programas de asistencia en salud y nutricional a mujeres y niños, Márquez celebró el hecho, no sin antes confirmar que por distintas vías está entrando ayuda a la nación sudamericana.
El fondo de la ONU corresponde a la primera entrega durante la crisis humanitaria compleja que afronta el país, según informó en la víspera un portavoz oficial del organismo.
No obstante, se suma a otros recursos manejados a través de la Unicef y el Acnur, según abundó la directora de Cáritas, quien estimó que la crisis “es tan complicada que da visibilidad, y ya la misma Naciones Unidas sabe que hay una situación” grave.
Así es el hambre y la pobreza en Venezuela “La vida corre peligro”
Explicó que “el primer elemento para activar ayuda humanitaria es que la vida corra peligro, y que no se trata de una sola persona, sino de muchas. En Venezuela todos los días se suman personas a ese indicador en cuanto a casos y muertes”.
“Eso en Venezuela está super claro, y creo que el Gobierno ha abierto la puerta, (porque) sabe lo que está pasando y necesita ayuda”, opinó. Dijo además que “el tema de los hospitales es límite, pues no hay mayor cosa: no hay antibióticos, ni jeringas, lo que podría ocasionar que cosas muy pequeñas podrían agudizarse”.
Sin embargo, sostuvo que “la entrada de ayuda implica que de alguna manera se ha tomado conciencia de que aquí pasa algo, independientemente de que sea por diferentes razones: en cuanto al tema nutricional se sabe que está pasando mucho, y el colapso de los hospitales es evidente; el otro tema es el de (la falta de) agua y saneamiento; son problemas que se siguen agudizando y podrían generar el repunte de enfermedades”.
En cuanto a la desnutrición infantil, le aclaró a Aleteia que ciertamente “hay una merma” en lo que respecta al incremento del indicador y el porcentaje de niños afectados, toda vez que en algunas regiones del país –como ciertos municipios del petrolero estado Zulia- se presentaba la incidencia en más del 16% de los infantes en edad comprendida de 0 a 5 años de edad.
“Todos los índices superan el 10%, pero los que estaban dando más de 16% en varios estados empiezan a mantenerse estables”, dijo al explicar que “al menos dejaron de subir”.
Sostuvo igualmente que, si bien “tenemos números de crisis y de emergencia, no ha seguido avanzando -para gloria de Dios- ¡y eso nos da mucha felicidad! Porque la idea no es que llegue a 30%, lo cual implica (formalmente) una hambruna, aunque podría seguir complicándose”.
Consultada con respecto a la situación puntual de entidades críticas como algunas comunidades del Zulia, dijo que “en unos municipios ha mejorado y en otros no. El Zulia es de los más complicados, pero no es una tendencia de los estados venezolanos, sino de municipios que son muy vulnerables”.
Abundó que “en el caso de la Sierra de Perijá (frontera con Colombia) hay un incremento importante de paludismo (como denunció Aleteia, desde el sitio, a mediados y finales de 2017); es región de frontera, hay una considerable comunidad indígena y mucha pobreza”.
Pero también hay casos como “Catia” en Caracas y Puerto Ayacucho (en el estado Amazonas, cercano a la frontera con Brasil), recientemente afectado por serias inundaciones y “donde la gente perdió sus cultivos”, así como sus principales fuentes de ingresos.
Trabajo conjunto y ayuda internacional
El problema, advirtió Márquez, es que “si no se le pone coto, el tema nutricional se agudiza o se mantiene pero siempre en números graves”. Pero matizó que “hay varios elementos que hacen que la tendencia se mantenga a raya: los bonos que está dando el Estado, las políticas sociales, la ayuda internacional, la intervención de la Iglesia y el resto de la sociedad civil”.
Detalló que ahora se cuenta con un número particularmente alto de “casas de nutrición, las pequeñas remesas que han empezado a llegar de la diáspora, que en los primeros meses tuvieron gran incidencia, aunque ha empezado a debilitarse el poder adquisitivo del dólar en Venezuela”.
Sostuvo que la cooperación internacional está ayudando a mantener sin aumento los niveles de desnutrición, pero dejó claro que los indicadores de “12 y 13% ya son complicados”. Se trata de niños que “se están quedando atrás”.
Durante la entrevista con Aleteia, Janeth Márquez explicó que “por primera vez se está viendo en Venezuela no sólo desnutrición crónica y desnutrición aguda en los infantes, sino a niños que son bajitos y son pequeños, por debajo del rango esperado para su edad”.
Ejemplificó que aunque un niño sobrevive, “se quedó desnutrido y ahora es crónico. Efectivamente, logró no morirse, pero presenta ahora un daño irreversible, en cuanto a su altura y edad”.
Dijo que los infantes “quedaron con traumas y consecuencias irreversibles. Son los niños que van a mantenerse vivos pero que se van a enfermar con cualquier cosa y probablemente van a desertar fácilmente de la educación, no durarán en las escuelas. Pero si les viene una difteria, se mueren; si les afecta un paludismo, se mueren”.
“¡Niño Jesús, convierte a las autoridades!”
En este aspecto, señaló que cuando estamos a punto de celebrar la Navidad, el gran clamor al Niño Jesús es salvar a la niñez venezolana, tocando los corazones de quienes tienen la posibilidad de ayudar y de implementar planes estructurales que sirvan para mitigar los daños.
En medio de las dificultades, dijo que “es muy positivo que haya más de 20 mil voluntarios todos los días haciendo comida y entregando medicamentos. Nos toca a los que estamos aquí, ayudar a los demás y pedir a Dios que conmueva a quienes pueden hacer mucho bien, para que lo hagan”.
Reiteró que “el cristiano, el católico, cree en la conversión de los pecadores. Y yo creo que Dios puede tocar corazones para cambiar este panorama haciéndolo más positivo y permitiéndonos la alegría de ser instrumentos de caridad, dentro y fuera de nuestras fronteras”.
Carlos Zapata/Aleteia Venezuela