Entrevista a uno de los maestros que tuvo Bergoglio antes de entrar en la Compañía de Jesús.
El sacerdote jesuita Juan Carlos Scannone (1931) ha recorrido una larga y fecunda vida como teólogo, filósofo, autor y maestro entre otros muchos sitios, en las Facultades de Filosofía y Teología de San Miguel, en Argentina. De hecho fue uno de los maestros que tuvo Jorge Mario Bergoglio (de Griego y Literatura) antes de entrar en la Compañía de Jesús.
Ha vivido de cerca el pontificado de Francisco y es reconocido como uno de los principales exponentes de la Teología del Pueblo, una aportación de la teología argentina, como “rama autónoma”, a la Teología de la Liberación. Desde el mirador de sus 87 años, el padre Scannone se declara optimista sobre el futuro de la Iglesia católica en el mundo.
Con el primer Papa latinoamericano, la América católica tiene ahora una responsabilidad: la de volver a cristianizar Europa, ¿no le parece?
El teólogo uruguayo (Alberto) Methol Ferré hablaba de “iglesia espejo” e “iglesias fuente”.
Al principio, la Iglesia del nuevo continente era una “iglesia espejo”, sobre todo de las Iglesias europeas; en cambio ha comenzado ya desde Medellín (la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano) y, probablemente un poco antes, a ser “iglesia fuente”; no solo para Europa, sino para todo el mundo, y mucho más en este momento, con un Papa latinoamericano.
Uno de los conceptos del Papa y del propio Methol Ferré, también suyo, que los latinoamericanos deberíamos ahondar es el concepto de “la Patria grande”…
Si hay un continente que tiene una mayor unidad –una unidad analógica—es América Latina (desde México hasta Tierra del Fuego, abarcando la islas del Caribe).
Nos une una tradición, una misma historia, la lengua, y aun en el caso de Brasil, el portugués es una lengua bastante cercana al español.
La tradición ibérica, hispana o portuguesa, confluye. En ese sentido, me parece muy importante el “momento” continental que ahora se está viviendo.
¿Cierta reticencia ante el papa Francisco por parte de algunas personas en Estados Unidos o en Europa, podría derivarse de que representa a una Iglesia de corte latinoamericano? Pienso, por ejemplo, en las críticas que ha tenido que enfrentar por el tema de los abusos sexuales…
A mí me parece que ahí hay, sobre todo, intereses económicos. Como el Papa ha criticado el capitalismo salvaje, no la economía de mercado, sino la idolización, el fetichismo del dinero, una economía que de hecho, no en teoría, mata y crea desechables, entonces, los que están en contra de eso, como no pueden ocuparse directamente de ese tema, porque tendrían una oposición de la opinión mundial, “abusan del abuso”, como diría el cardenal Kasper.
Aquellos casos de abuso que fueron anteriores al papa Francisco, han sido tomados como caballito de batalla para atacar al Papa.
Yo pienso que no es tanto por razones doctrinales, sino ideológicas y por la defensa de los intereses de grandes centros de poder.
¿Qué tiene que hacer la Iglesia para comunicar con los jóvenes?
Este Papa se comunica con los jóvenes. En todos los lugares lo hace, no solo en las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Que algunos miembros de la Iglesia no se comuniquen con los jóvenes, o que algunas líneas, sobre todo en la Iglesia europea, se hayan apartado de una comunicación más fluida con los jóvenes, no se aplica al papa Francisco.
¿Los escándalos de abuso sexual del clero en diversos países del mundo, realmente está socavando las estructuras de la Iglesia?
Nos ha mostrado que somos pecadores, no solamente santos. Santos y pecadores. Ya los santos padres hablaban de la “prostituta casta”, refiriéndose a que todos formamos parte del pecado. Al mismo tiempo, Dios nos perdona y nos justifica.
El papa Francisco hace una distinción interesante entre ser pecador y ser corrupto. En el corrupto ya hay una maldad especial.
Pero no es nada más una cosa de la Iglesia, sino de toda la sociedad. Casos peores se dan, por ejemplo, en las familias, en otros ámbitos.
Pero eso no justifica que haya habido miembros de la Iglesia que hayan caído en el abuso, y tampoco justifica que hayan querido ocultar los hechos y fijarse más en arreglar a los victimarios que a las víctimas.
¿Cómo ve el futuro de la Iglesia católica?
Yo soy optimista. A mí me parece que este Papa es un Papa de la esperanza. Une el Concilio Vaticano II con la tradición latinoamericana de Medellín a Aparecida, y eso le está dando un nuevo impulso a la Iglesia.
Después del Concilio hubo quizá algo de invierno pero se ha vuelto una nueva primavera, según mi opinión.
¿Es posible, entonces, la esperanza frente a tanto mal que se anuncia en la prensa?
Hay que ver lo que dice el teólogo suizo Hans Urs von Balthasar, basándose en el libro del Apocalipsis: que irá creciendo al mismo tiempo el bien y el mal. Es decir, el hecho de que el mal crezca no involucra que no crezca más el bien.
Y Paul Ricoeur, cuando hablaba de las categorías de la esperanza, dice que la primera categoría de la esperanza la toma de san Pablo: “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”.
Parecería que estamos en un túnel sin salida…
Abunda y abundará el pecado, lamentablemente. No solo en el tema de los abusos, sino en el pecado social, en el pecado ecológico contra nuestra Hermana-Madre Tierra y contra los más pobres, los desechados…
Pero ahí, espero que sobreabunde más la gracia. Eso es lo que plantea Ricoeur y yo estoy de acuerdo con él.
Hay semillas de futuro, prometedoras, que desafían nuestra libertad como personas, como comunidades, como iglesias, como la Iglesia en su conjunto: hay que dejarnos interpelar por esos desafíos para el bien común de toda la humanidad: cristianos y no cristianos, y también de nuestra Madre Tierra.
Originalmente publicada en Aleteia.org