Cáritas: “Venezuela está exportando niños y embarazadas con desnutrición aguda”

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La dramática realidad golpea también las zonas fronterizas de Colombia.

Es la población más afectada y sufre las peores consecuencias de la crisis. De los lactantes que sobreviven, al menos veinte de cada cien son desnutridos, constató Aleteia. La dramática realidad golpea también las zonas fronterizas de Colombia.

Los dramáticos números de desnutrición infantil en las zonas más pobres de Zulia y la gran Caracas se están replicando en las entidades colombianas Cúcuta y Norte de Santander, en la frontera con Venezuela.

La conclusión se desprende de un reporte de prensa local de la nación cafetera, que cita un trabajo de la Universidad Javeriana en el cual se revela que 20 de cada 100 niños de la Unidad Intrahospitalaria de Pediatría (UIP) del Hospital Universitario Erasmo Meoz presentan desnutrición aguda y crónica.

No obstante, “20% es un porcentaje alto. Y nosotros (en Venezuela) no hemos tenido esos números en fechas recientes. Hemos llegado al 16% y hasta el 17%. Pero aún así, no nos parece tampoco una locura afirmar que eso está ocurriendo”, dijo Janeth Márquez, directora de *Cáritas Venezuela*, en entrevista exclusiva con Aleteia.

Explicó que “Colombia no está recibiendo solamente la migración venezolana. Está recibiendo la migración que trae muchos de los problemas que tiene Venezuela”.

Dijo además que “se supone que a las comunidades de Norte de Santander está llegando principalmente la gente pobre. Y la gente vulnerable aquí (en Venezuela) tiene desnutrición aguda”.

Lamentó igualmente que “estamos exportando migrantes con desnutrición aguda y estamos exportando madres embarazadas con desnutrición aguda que van a tener niños con desnutrición aguda. Ahora, insisto, la cifra de 20% es muy alta”.

La muestra está conformada por 99 niños, entre colombianos y venezolanos, internados en la Unidad Intrahospitalaria de Pediatría (UIP) del Hospital Universitario Erasmo Meoz. Y el estudio se basa en el primer semestre de 2018, arrojando que el 20,2%padecía desnutrición aguda severa, y el 10,1%, aguda moderada.

El hallazgo se produjo durante una investigación de Carolina Clavijo, estudiante del Departamento de Nutrición y Dietética de la *Pontificia Universidad Javeriana*, y la docente, Gilma Olaya, según publicó La Opinión, de Cúcuta.

Las autoras detallaron que de esa cifra, “el 45 por ciento eran migrantes venezolanos”, razón por la que segmentaron a la población para evaluar las características de las nacionalidades.

Por su parte, Janeth Márquez lidera la red social de la Iglesia en Venezuela, responsable de los estudios de desnutrición infantil. Dijo a Aleteia que “en una muestra de cien niños, tener 20 infantes con desnutrición aguda dice mucho”.

“Lo que tienen que decir es que son de migración pobre, pero no quiere decir que todos los migrantes en esa situación lo sean; aunque sí confirma que algo grave está pasando y que la gente está llegando con desnutrición a ese país”.

Comunidades indígenas vulnerables

El estudio colombiano detalla que de los venezolanos, una alta proporción provenía de comunidades indígenas: yukpa, 15.6 por ciento; y sirapta, 6.6 por ciento. Ambas ubicadas en Zulia, el alguna vez rico estado petrolero.

Los mayores daños también coinciden con los primeros años de los lactantes, como han registrado los reportes oficiales del plan Saman de Cáritas: de 0 a 24 meses de edad, en muchos casos con “daños irreversibles”. Además, se encontró un 14.1 por ciento de niños con edema, de los cuales 10 eran venezolanos.

“La mayor proporción de desnutrición aguda severa se encontró en niños de 6 a 24 meses”, agregó la fuente neogranadina, atribuyéndolo a que “en esa etapa, las familias no tienen los recursos para suministrar la alimentación que requieren los niños para su crecimiento y desarrollo; pues luego de la leche materna, se dificulta el aporte nutricional con alimentación complementaria, escasa en los hogares”.

“En los nortesantandereanos también se están incrementando los índices de desnutrición, asociados a la problemática social y económica de la frontera”, agregó Clavijo.

En noviembre de 2018, Cáritas explicó a través de Aleteia que “en ciertos municipios del estado Zulia se presentaba la incidencia en más del 16% de los infantes en edad comprendida de 0 a 5 años de edad. Todos los índices superaron el 10%, pero los que estaban dando más de 16% en varios estados empezaron a mantenerse estables”.

Zulia entre los más afectados

“El Zulia es de los (estados) más complicados, pero no es una tendencia de los estados venezolanos, sino de municipios que son muy vulnerables”, dijo entonces el organismo.

También abundó sobre el “aumento de casos en la Sierra de Perijá (frontera con Colombia y donde habitan más de una decena de comunidades indígenas, incluidos yukpas y barí): “Allí hay un incremento importante de paludismo (como denunció Aleteia, desde el sitio en 2017) donde hay mucha pobreza”.

Advirtió en esa ocasión que “aunque un niño sobrevive, ‘se quedó desnutrido y ahora es crónico. Efectivamente, logró no morirse, pero presenta daño irreversible, en cuanto a su altura y edad”.

“Dijo que los infantes ‘quedaron con traumas y consecuencias irreversibles. Son los niños que van a mantenerse vivos pero que se van a enfermar con cualquier cosa y probablemente van a desertar fácilmente de la educación, no durarán en las escuelas. Pero si les viene una difteria, se mueren; si les afecta un paludismo, se mueren”.

Niñez en espera

Los datos de la prensa colombiana también confirman la alerta emitida por Aleteia en su publicación de octubre de 2018 sobre las migrantes embarazadas, en la cual se indicaba que “86% de quienes pasan hambre en América Latina son venezolanos” y “el 21% de las embarazadas sufre desnutrición aguda”.

El 20 de noviembre de 1989, la ONU aprobó un tratado internacional excepcionalmente ratificado: la Convención sobre los Derechos del Niño. Establece el derecho de los niños a la vida y la supervivencia; así como a gozar de un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social. En Venezuela, y también en Colombia en la frontera, esta sigue siendo una utopía pendiente.

Carlos Zapata/Aleteia Venezuela | Ene 30, 2019