Rodeado de una muchedumbre y con la mirada puesta en sus discípulos Jesús habla: felices los que viven la pobreza, el hambre, la tristeza, la persecución.
Son tantos que en medio de la muchedumbre se ven sometidos, más que a la pobreza, al empobrecimiento, como resultado de la injusticia que conduce al hambre; y Jesús habla para llamarlos bienaventurados porque serán saciados. El hambre que desaparece, estómagos que dejan de hacer ruido, como fruto del compromiso mutuo.
Son tantos quienes muestran en sus rostros las lágrimas derramadas a causa del dolor, la marginación, la impotencia, la crueldad; una realidad en la que también se tiene que instaurar el Reino de Dios, y todos como discípulos misioneros somos llamados a secar las lágrimas de tantos prójimos y cambiarlas por la alegría y el gozo.
La construcción del Reino exige lucha constante, y los que opten por ser partícipes de esta lucha han de vivir consientes de la persecución a la que se verán sometidos; porque basta con mirar en nuestro entorno para entender que quienes se oponen al plan salvífico de Dios, van a reaccionar con la fuerza, la violencia, la difamación, el encarcelamiento, con la eliminación física, todo con tal de silenciarlo todo. A todos los perseguidos el Señor invita a vivir en el gozo porque el premio en el cielo es abundante.
Ay de aquellos que se creen dueños del mundo, quienes por su egoísmo desmedido, su mezquindad, y que con sus acciones injustas someten a los más débiles al empobrecimiento, al hambre, el dolor, las lágrimas; preparen sus estómagos, porque conocerán el hambre, preparen sus pañuelos porque les llegara el momento de derramar lágrimas de dolor.
Padre Deiby Sánchez – @pdeibysanchez