El ingreso de ayuda humanitaria y las claves del “23 F”

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El dilema no es la entrada de la ayuda

El obispo venezolano de frontera, Oswaldo Azuaje del estado Trujillo, resume en una frase el anhelo del país: “Usted falló, señor Maduro, váyase”.

El concierto celebrado ayer en la fronteriza localidad de Cúcuta, Colombia, tiene un significado que va más allá del escenario que reunió a los artistas que hacen vibrar a los públicos iberoamericanos: en esa tarima se estaba confirmando, a través de la música que es la expresión del alma de los pueblos, que la solidaridad con Venezuela y su drama humano es la más vasta que haya conseguido crisis alguna en el planeta.

Mandatarios incluidos, participando al unísono en esta cruzada por ayuda humanitaria para un país hermano, renovaban la fe en que la tan cacareada “comunidad internacional”, puede –porque debe- ir más allá de micrófonos y malabarismos diplomáticos para contribuir a la salvación de un país secuestrado por un régimen fallido. Uno de los puntos clave en la ruta de Guaidó es el reconocimiento internacional, lo cual este viernes vivió una jornada de concreción sin precedentes.

Maduro hizo lo que  corresponde hacer a quien calza sus zapatos: cerró fronteras, consumó un nuevo crimen contra los indígenas pemones al otro extremo del país, cortó las señales de dos canales por cable extranjeros y hasta trascendió que envió a la frontera  a varios cientos de funcionarios del grupo FAES.

El dilema no es la entrada de la ayuda

No se vieron militares por esos lados el día de ayer, no se siente el régimen seguro de la respuesta castrense ante el goteo constante de efectivos de todo rango y condición que han venido manifestando públicamente su deslinde del gobierno y sus métodos. Después de todo, ¿no fue el mismo Juan Guaidó quien reveló que los propios militares venezolanos lo ayudaron a llegar hasta Cúcuta a pesar de que el gobierno de Maduro le prohibió poner un pie fuera del país?

No es difícil, entonces, imaginar que la ayuda humanitaria no sufre el dilema del camello por el ojo de la aguja, sino que entrará sin mayores inconvenientes. El tema delicado es qué ocurrirá después cuando el gobierno quede más debilitado que nunca y la oposición redescubra el poder detrás de una muchedumbre resuelta, ese que evitó males mayores en el pasado cuando las concentraciones opositoras reunían cientos de miles de personas–  hoy regresando a las calles- cuyo rugido era el mejor jarabe disuasivo para inducir prudencia a las turbas oficialistas y mantener alejados a colectivos y círculos “bolivarianos”.

Bloqueos, intento fallido

Esa frontera colombiana está más caliente que nunca y no solo por el clima ardiente cucuteño ni por los potentes focos que iluminaban la escena de ayer. Lo está por ser, según el régimen, “una seria e ilegal amenazas intentada por el Gobierno de Colombia contra la paz y la soberanía de Venezuela”. Curazao, cuyo puente aéreo también fue suspendido por Maduro, impidió cargar un buque de ayuda para Venezuela. El Parlamento de la isla acordó actuar como un centro de ayuda “pero que los productos no pueden salir hacia Venezuela hasta que haya un ambiente de seguridad para recibirlos”… “Es un asunto de seguridad – dijo la encargada de comunicaciones del gobierno de la isla-. Claro que queremos ayudar a la gente de Venezuela pero no vamos a optar por los pleitos”.

El cantautor venezolano Guillermo Carrasco terció en su perfil de tuiter: “Todas las piedras que el gobierno lanza contra el ingreso de la ayuda humanitaria terminan cayendo en su eventual ruta de salida”.

Régimen a la defensiva

Otro hecho importante que define este momento es la hazaña opositora de mantener a la defensiva al régimen. Siempre llevó la delantera y definió la agenda del país. La oposición bailaba al son que le tocaran y, a lo mucho, producía malas copias. Hoy, la situación es la contraria y el concierto del régimen, con el que pretendía medirse en la frontera, se extinguió antes de comenzar como una vela de mecha corta. Ese contener al régimen y sofocar sus iniciativas es, quizá, el más relevante logro del guion que hasta hoy, con precisión y sin pretensiones, ha seguido Juan Guaidó, el primero a quien detuvieron y soltaron al instante.

El reconocido profesor del IESA, sociólogo Ramòn Piñango, resaltó. “La historia no se detiene pero tiene momentos espectaculares. Hitos. Estamos viviendo uno de ellos”. Y es así. Los hechos que están en desarrollo marcan las tendencias de cambio.

¿Transición o elecciones?

La oposición está unida –la atomización era su error, su rémora y su gran pecado- y hoy forma un bloque con dirección y proyecto, con objetivos claros y plazos de concreción en el tiempo. La interrogante sigue siendo: transición o elecciones? Complejo concebir elecciones en un cuadro que incluya a Maduro en el poder. Por lo tanto, lo más probable es que el gobierno –quizá ya anda en esa ruta y prefiere no evidenciarlo- se encuentre en conversaciones, habida cuenta de que Rusia, uno de sus tradicionales “aliviaderos”  políticos, ya reconoció a Guaidó como alter ego y le pidió al presidente interino, través de su canciller, que abra negociaciones con Maduro.

La reconciliación de la sociedad venezolana con sus dirigentes políticos, relación que hasta diciembre pasado era áspera o inexistente, cargada de críticas y reproches, es sana y conveniente para el propósito de superar esta difícil etapa porque incrementa posibilidades al unir fuerzas: “Campaña Admirable la que están realizando nuestros diputados en vía hacia el occidente del país”, puso a circular  la activa tuitera Margarita Broesner en su cuenta de redes sociales, en alusión  a las innumerables alcabalas y obstáculos que el gobierno colocó en las vías hacia Cúcuta.

El decisivo papel de la Iglesia local

La Iglesia Católica venezolana, haciendo frente a múltiples adversidades, grandes carencias y no pocas incomprensiones, sin dejar de mencionar los arteros ataques y constantes amenazas desde el poder, ha sido pionera en la inducción de cambios de actitud en el liderazgo político, modificaciones de agenda, fijación de prioridades y difusión de mensajes y llamados a la comunidad internacional y el sector militar venezolano.

Ha sido la primera institución, no solo en denunciar la situación humanitaria en el país, aún cuando ese tema no formaba parte, ni de lejos, del discurso político, ni siquiera del opositor, mientras la queja del país clamaba al Cielo. Seguir en el tiempo los documentos episcopales y exhortaciones pastorales es la gran guía para entender el rol fundamental que la Iglesia ha venido cumpliendo. También sus acciones concretas por la vía de Cáritas, diversas ONG y organismos eclesiales. La entrada de ayuda internacional será una marca importante en las etapas de esta lucha de la Iglesia venezolana por la justicia y el imperio de la dignidad humana como centro de la política que, en lugar de acabar, es con la reconstrucción de Venezuela cuando apenas comience.

Es justo recordar que fue uno de los obispos más emblemáticos y preclaros que tiene Venezuela, Mons Ovidio Pérez Morales, el que retó hace unos años atrás, a ir “a Cabildo”, recordando el hecho indeleble en la historia de la independencia de Venezuela, cuando el 19 de abril de 1810 tuvo lugar un Cabildo en Caracas que representó el primer paso para la lucha libertaria. Convocar a Cabildo era el planteo de este obispo para una oposición en postración. Hoy, Guaidó va de cabildo en cabildo porque es la instancia más cercana para oír al pueblo y dejarse oír por él. Es también la Iglesia la que ha recapitulado en su llamado al estamento militar para que obedezca a la Constitución y deje de servir a un proyecto político inmoral  que solo ha traído hambre, miseria, fracasos y muerte.

Sin conocerse aun las dimensiones del trabajo de filigrana llevado a cabo por los prelados venezolanos -el arzobispo de Caracas a la cabeza- su labor paciente, inteligente y amorosa, ha sido eficiente en rescatar de las trizas esta nueva unidad que ha emergido y sirve al sentimiento opositor, al anhelo de cambio, al devolver la esperanza a tantos compatriotas renuentes a creer y más a cooperar.

Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez: “No es ningún secreto que hoy atravesamos la más grave crisis política, económica, social y moral que azota al país. Negarlo es querer tapar el sol con un dedo”. El obispo, pastor de la zona fronteriza del Táchira, justo la que colinda con Cúcuta, hoy primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal, acaba de lanzar sendos documentos a cual más duro hacia el gobierno y las fuerzas armadas. Vive demasiado de cerca el drama del éxodo y el calvario de los refugiados. En su momento, muy cuestionado por cercano al desaparecido Hugo Chávez, ha sido, no obstante, uno de los látigos más fuertes que el régimen ha debido soportar. La evidencia, como él mismo dice, se impone.

La emergencia no admite dilaciones

La emergencia del país es dramática. Las más recientes cifras revelan que el país está quebrado. En enero de este año Venezuela vendió la irrisoria cantidad de 113 mil barriles de petróleo. Si de allí sale el pago a China, a Rusia, se cancela la importación de gasolina y se le pasa su “mesada” a Cuba, eso es un quiebre técnico. Si usted se propone quebrar una industria semejante -la quinta empresa en el mundo en su momento- no lo consigue, pero el socialismo del siglo XXI lo logró. El caos de la industria es tal que los pozos están siendo desmantelados por robo de sus equipos y piezas, lo cual origina el cierre de tantos pozos hecho que explica la caída en picada de la producción.  El respetado analista petrolero José Toro Hardy, en una exposición hace pocas horas, estimó que se requerirán 30 mil millones de dólares y 7 años para recuperar a Petróleos de Venezuela –PDVSA-.

No hay reservas de alimentos en el país. Ya no se trata de escasez, el tema es que no hay productos con qué reponer los inventarios para llenar los anaqueles. El gobierno, en una de sus des-medidas, intervino en diciembre pasado 23 mataderos industriales, por lo cual, está paralizado el procesamiento del 85% de bovinos y porcinos.

La “caja negra” militar se abre

La guinda del postre: hace un par de días, un conocido general  apodado “El Pollo” Carvajal, se pronunció contra el régimen dejando al desnudo un ya inocultable quiebre al interior de la Fuerza Armada, principal eje de apoyo para Maduro todos estos años. Carvajal era un alfil de Diosdado Cabello y manejó durante una década a los cuerpos de seguridad del Estado.

Siempre lo hemos advertido y lo tenemos en cuenta cuando intentamos comprender el hilo político social en Venezuela: este es un país Caribe y -sin ser impredecible- por lo tanto, da sorpresas. Y por ello sólo reconocemos “trazos” que definen el momento y podrían preconizar el futuro. Amanecerá y veremos.

*1 GRUPO FAES: Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB),

Macky Arenas/Aleteia Venezuela