Obispos venezolanos continúan pronunciándose sobre crisis en Venezuela

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Arco minero es un verdadero crimen ecológico

“Muchos jóvenes y niños han dejado sus familias para internarse en estas minas, cantidad de desaparecidos, de personas enfermas, terminando este sueño por el oro en la más horrible pesadilla”: así lo testimonia el Obispo de Ciudad Guayana en un comunicado sobre la situación del país.

Nicolás Maduro ha solicitado a todo el Gabinete Ejecutivo poner sus cargos a la orden a los efectos de una reestructuración profunda de los métodos y funcionamiento del gobierno bolivariano para blindar la Patria (…) ante cualquier amenaza”: lo expresó este domingo 17 de marzo Delcy Rodríguez. Aunque no es la primera vez que Maduro pide a sus ministros renunciar, la decisión ocurre en un momento en el que el país atraviesa una nueva fase de crisis política y tras el apagón que paralizó por cinco días a la nación petrolera, sumida ya en hiperinflación, escasez de medicinas y fallos de servicios públicos. Mientras tanto los obispos del país se siguen pronunciando sobre la dramática situación de la población.

Lo más triste ha sido la muerte de pacientes hospitalizados

Como en el caso del Obispo de los Teques, Mons. Freddy J. Fuenmayor, que se pronunció sobre la prolongada caída del sistema eléctrico que ha sufrido Venezuela, que “todavía no ha terminado en muchos lugares del territorio patrio”, y que “ha puesto al desnudo el profundo deterioro de los servicios públicos y de la infraestructura que ha caracterizado en los últimos años la vida del país, fruto de la negligencia en la gestión de gobierno, de la falta de mantenimiento y de la corrupción”. “Lo más triste y que clama al cielo, ha sido la muerte de pacientes hospitalizados, niños y adultos, por la falta de electricidad en los hospitales y la violencia desatada al amparo de la oscuridad, que en algunas ciudades se convirtió en orquestado saqueo de comercios, con la ausencia y la indiferencia de las autoridades competentes”, manifestó.

Estado tiene deber ineludible de respetar y proteger DD.HH.

O como el Obispo del Valle de la Pascua, Mons. Ramón J. Aponte Fernández, que en atención a la difícil situación que vive Venezuela, “caracterizada por una serie de violaciones por parte de los entes del Estado a los Derechos Humanos, civiles, políticos, sociales y económicos; vulneraciones estas que atentan todas contra el Derecho a la vida”, recuerda al estado la necesidad del restablecimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos, que tiene “el deber ineludible de respetarlos y protegerlos y cuyas violaciones son imprescriptibles”.

El Arco minero es un verdadero crimen ecológico

Mons. Helizandro Terán O.S.A, Obispo de Ciudad Guayana, se refiere por su parte al estado de “desidia” en el que se encuentran las empresas básicas del Estado, fruto de un inadecuado mantenimiento. Y añade que “si por una parte se vienen abajo dichas empresas, por otro lado, emerge una fiebre desmesurada por el oro”. El llamado arco minero, dice, que es un verdadero crimen ecológico, aparece como el nuevo mito de “El Dorado” que enceguece a todos, pensando que solo la explotación del oro, y otras piedras preciosas, es la única salida a la pobreza.

Esto último ha generado “masacres entre grupos armados por el control de minas”, dice el prelado, lo que evidencia “el poco control que las fuerzas armadas tienen sobre el territorio nacional”. “Muchos jóvenes y niños – prosigue – han dejado sus familias para internarse en estas minas, cantidad de desaparecidos, de personas enfermas, terminando este sueño por el oro en la más horrible pesadilla”. Y esto contando también los “hermanos indígenas”, que “sufren las consecuencias del deterioro ecológico y moral, que produce este arco minero. Muchas comunidades han sido desplazadas de sus territorios originarios, ríos contaminados que les ha generado cantidad de enfermedades, perdida de sus valores culturales, jóvenes indígenas que tienden a olvidad su cultura originaria por irse a las minas, entre otras. (Con información de EFE)