Hasta ahora, el gobierno de Colombia se había negado a construir campamentos para migrantes venezolanos, pero ha tenido que ceder ante el creciente ingreso de personas sin techo y sin dinero y, con la ayuda de Acnur, ha levantado uno en la Guajira, en su frontera norte con Venezuela.
El mediodía acecha y decenas de migrantes y refugiados venezolanos reciben un almuerzo gratis de pasta con pollo en un campamento de la Naciones Unidas. La pequeña aldea de tiendas blancas, containers, y espacios públicos cubiertos con techos metálicos, resplandece bajo el ardiente sol del municipio colombiano de Maicao.
Dentro de las carpas, algunos de los migrantes que ya comieron descansan y se protegen del sol. Otros contemplan su suerte: “Yo antes pensaba que la carpas eran solo para ir a la playa”, dice Zaimil Vega, una migrante de 31 años que no ha perdido su sentido del humor. “Ahora estas carpas nos salvan de dormir en la calle¨”, añade.
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