De la mano de la fundación Callejeros de la Misericordia, los directivos del organismo recorrieron Bogotá para “encontrar el rostro de Jesús” en los sintecho
Con esta experiencia se busca abonar el camino de un espacio de reflexión latinoamericano en torno al fenómeno de habitabilidad de calle
Salir al encuentro de los descartados o de los llamados ‘leprosos’ de hoy, con ese objetivo, en el marco de la reunión de directivos y secretarios ejecutivos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que se realiza desde el 26 hasta hoy, 28 de marzo, encabezados por su secretario general, Juan Espinoza, obispo auxiliar de Morelia (México), han decidido hacer una salida extramuros para compartir con los habitantes de calle.
“Ante tanta desigualdad y ante una crisis antropológica tan fuerte, necesitamos descalzarnos y empezar a ver las calles como una tierra sagrada”. Bajo estas razones el sacerdote Rubén Pérez Rubio, vicerrector pastoral del Centro bíblico, teológico y pastoral para América Latina y el Caribe (CEBITEPAL) del CELAM, ha definido este encuentro con habitantes de calle, realizado en el sector de La Candelaria –centro de Bogotá– bajo el apoyo de la organización Callejeros de la misericordia que dirige el franciscano Gabriel Gutiérrez, conocido bajo el cariñoso mote de Fray Ñero (compañero).
Dignificar su vida
Para el directivo del CEBITEPAL, “estas son periferias existenciales en las que también Jesús tiene un rostro a través de ellos, entonces la Iglesia, en este momento, tan concreto, recorriendo las calles del centro de Bogotá, no puede taparse los ojos”.
Igualmente el presbítero también ha dicho que la opción preferencial por los pobres de hoy en día se trata “no solo de darles de comer, sino de hacerlos sentir seres humanos, necesitamos hacer que las personas se sientan dignificadas y no consiste despojarse de todo para donarlo, sino que así como yo tengo una vida digna, también yo luche porque los demás la tengan, especialmente los pobres”.
Dios habla fuerte
El presbítero también ha expresado que “ellos necesitan de nosotros, no como jueces, no como investigadores, sino como hermanos en la cultura del encuentro de la que tanto ha hablado el Papa”, por ello esto ha permitido a quienes han participado de esta acción “tener un encuentro profundo de amor, de cercanía, donde a Jesús no lo manifestemos a través de demagogia ni discursos que se quedan simplemente en el escritorio”.
Asimismo es un imperativo hacer hoy la evangelización desde las realidades existenciales, porque “el Evangelio debe hacerse en cada uno de los rostros que están en la calle, Dios está hablando hoy y está hablando fuerte, grita en cada uno de los rostros que nos estamos encontrando, esta experiencia no es solo una experiencia de solo caminar, es una experiencia de conversión”, ha manifestado.
Experiencia de misericordia
Desde la organización Callejeros de la misericordia, en voz de su director, Gabriel Gutiérrez, esta acción del CELAM la recibe con mucho agradecimiento, pues es una oportunidad para encontrarse con muchos seres humanos que sufren el flagelo de la miseria y abandono, como es el caso de ciudadanos habitantes de calle, trabajadoras sexuales, migrantes venezolanos, vendedores ambulantes y otras expresiones callejeras.
El franciscano asegura que esta experiencia “debe llevarnos a pensar que una iglesia en salida no puede ser solamente un eslogan del Papa, que una iglesia en salida debe estar en el marco de la calle, del andén, de la esquina, donde la gente llora, entonces una reflexión que parte de la realidad es mucho más bella, para después volverla teología, una teología sencilla, liberadora, de misericordia, de amor y de inclusión”.
Una Iglesia más cercana
Por su parte, Gutiérrez ha aseverado: “da mucha confianza que el secretario general del CELAM, monseñor Juan Espinoza y los directivos y secretarios, hayan venido a ver esta situación, esto indica entonces que la iglesia está cambiando de mente y corazón y que la iglesia no puede quedarse solamente en documentos, con esta experiencia es la vida que se vuelve documente, es el documento de la vida”.
“Poder estar en la calle para bendecir, para rezar, para escuchar, para dialogar, poder compartir un café con alguien que tiene hambre, creo que esa es la iglesia de Jesucristo, una iglesia que expresa el papa Francisco y que nos muestra la realidad de san Francisco de Asís, para que sea una iglesia menos institucional y sea una iglesia más cercana, esto es lo que ha dejado este encuentro”, ha acotado.
Centro de escucha y atención
Son muchos los proyectos que desde Callejeros de la misericordia están en puertas, entre los que destaca un centro de escucha y de atención, que ofrezca los servicios de acogida, de acompañamiento y de procesos de inclusión para estos ciudadanos habitantes de calle y otras expresiones callejeras. Así lo dio a conocer el hermano Gutiérrez.
Además ha añadido que los ciudadanos habitantes de calles –como suele llamarlos– “están necesitando es trabajo, es vivienda. Necesitan resolver su problema de vida, no solamente sacarlos del mundo de las drogas”.
“Ellos son los descartados, son los desamparados de la sociedad, por eso queremos crear este centro y para ello necesitamos el concurso de la sociedad, de la iglesia, de todos los católicos, de las autoridades, para que tengamos un lugar digno, donde podamos trazarle a los ciudadanos habitantes de calle la ruta que ellos desean y que la iglesia deberá ir construyendo con ellos desde procesos sociales, pastorales y evangelizadores”, ha indicado.
Congreso latinoamericano
Como conocedor de esta realidad, el religioso ha asegurado que este es un fenómeno que se vive desde la Patagonia hasta el norte de México, porque en América Latina uno de los más grandes problemas son las migraciones, que consigo generan estos fenómenos de habitabilidad de calle: “Por eso queremos plantear el primer congreso latinoamericano sobre el fenómeno de habitabilidad de calle”.
La propuesta de este congreso la han extendido al CELAM como a muchos organismos de la Iglesia para que “busquemos salidas pastorales para este fenómeno que está desbastando a miles y miles de personas que tienen que vivir en las calles”.
Finalmente, la habitualidad de calle tiene que ser erradicada, en eso sí está claro el fray, pero ni asesinando ni eliminando, sin usar la violencia física y homicida, sino con respuestas en políticas sociales, respuestas evangélicas, porque “es de esa manera como podremos iniciar el camino, tenemos que darle compañía y soluciones a esta población y la Iglesia tiene mucho para ofrecer acompañada de la sociedad civil”.
Vida Nueva