Invisibilizar la crisis, ejercer una represión selectiva e impulsar el desgaste son algunas de las acciones que se realizan para mantener a Maduro en el poder. Provea llama en este aspecto a responder de forma coordinada en masa, como sociedad, en una carrera que no es de velocidad sino de resistencia.
Al menos tres estrategias aplica el régimen de Nicolás Maduro para mantenerse al mando en Venezuela: invisibilización de la crisis, represión selectiva para enviar un mensaje al resto de la población, y promoción permanente del físico y emocional de los venezolanos.
Lo afirma Rafaél Uzcátegui, coordinador general del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), quien brindó esta explicación durante el foro “Cese a la represión”, al que acudió Reporte Católico Laico.
La actividad se realizó el sábado 23 de marzo en la sede de la Universidad Católica Andrés Bello, por iniciativa del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco, en el marco de los 39 años del martirio de Monseñor Romero, considerado “el santo de los Derechos Humanos”.
Al reiterar su llamado a mantener la resistencia activa y pacífica, Uzcátegui indicó que “tenemos que seguir insistiendo en que hay causas estructurales que motivan la intimidación de los venezolanos y la necesidad de un cambio porque se ha intentado vender a nivel internacional que esto es un conflicto entre el presidente de los Estados Unidos y Nicolás Maduro”.
Se simula normalidad
Advirtió que por esa razón, “se simula normalidad en diferentes instancias y a diferentes niveles. Por eso tenemos que seguir teniendo en cuenta que forma parte de la resistencia el tratar de tener una vida lo más plena posible… Aunque por supuesto tengamos que admitir que estamos en situaciones extraordinarias”.
“Nosotros en Provea hemos aprendido leyendo y conversando, con movimientos de Derechos Humanos del Perú, que vivió situaciones tan difíciles como la nuestra, cuando los días de Alberto Fujimori, por lo que una oenegé de derechos humanos, en esta circunstancia tiene que hacer cosas adicionales a las que normalmente hace”. Por eso, en ocasiones “asumimos un rol político, en esta forma amplia, para vincularnos con todos los sectores políticos en el sentido del retorno de la democracia. Situaciones extraordinarias requieren acciones extraordinarias”, dijo.
Se promueve el desgaste
“Además de la visibilidad del conflicto, otra estrategia del Gobierno es promover el desgaste físico, emocional y organizacional de los venezolanos que queremos la democracia y la justicia social y los derechos humanos”, dijo.
Aseguró en este aspecto que esa “fue una estrategia que le funcionó al Gobierno de Nicolás Maduro en el año 2017, cuando había una cantidad importante de venezolanos en la calle presionando por un cambio”.
En tal sentido, sostuvo que “como mecanismo de resistencia” tenemos que asumir también “todas las herramientas de autoprotección. Nuestra seguridad. Nuestra integridad. Y cómo preservarnos psicológicamente, cómo no perder el foco. Reconocer todo lo que hemos alcanzado. Y mantener esos espacios seguros para nuestra estabilidad emocional”; así como “permanecer en nuestro tejido cooperativo”.
Dijo que un régimen dictatorial siempre buscará “que el conflicto sea invisible, que nos desgastemos”, por lo cual reiteró: “Esto no es una carrera de velocidad, sino de resistencia”.
“Y hay que comprender –agregó- que Nicolás Maduro está allí por una serie de situaciones que hace que tengamos que atenderlas a todas. De manera de lograr que él deje de estar en el lugar donde hoy está”.
Advirtió el coordinador de Provea que en el caso de Venezuela, “el fenómeno al que nos enfrentamos no puede reducirse a los análisis simples”.
Se ejerce represión selectiva
La tercera estrategia es “la represión selectiva para mandar un mensaje al resto de la población”, indica Uzcátegui, quien afirma que “calificamos en Provea esto como una dictadura moderna, una dictadura del siglo XXI”.
“Hay quienes esperan que estas dictaduras sean iguales a otras ocurridas en distintas circunstancias y tiempos. Pero eso no va a ser así. Porque una represión abierta tiene un alto costo social y político para cualquier régimen autoritario que necesita simular que no lo es, ante la comunidad internacional; especialmente ante sus potenciales aliados”.
Abundó que como se ejerce “una represión selectiva, tenemos que actuar en conjunto, como grupo, seguir fortaleciendo nuestros lazos comunitarios, para que si atacan a una persona, a un miembro de la democracia, salgamos como fuerza, como enjambre, como sociedad con un resultado positivo”.
Carlos Zapata |Reporte Católico Laico