Mientras ocurría esta buena noticia en Italia, en el hospital JM de los Ríos de Caracas, en menos de veinte días, un segundo niño falleció esperando ser trasplantado
La crisis de salud en Venezuela tiene diversas aristas. Una de estas es el afianzamiento de patologías crónicas o temporales que amparadas en un sistema sanitario regido por la indolencia de un gobierno ineficiente e incapaz, no les brinda respuestas adecuadas a los niños, jóvenes y adultos que deambulan por los hospitales implorando por su salud.
Algunos defensores de los derechos humanos llaman “genocidio silencioso” a esa incapacidad del gobierno de Nicolás Maduro que “no atiende” a los cientos de miles de pacientes que quieren “salvar su vida”. La indolencia es tal que convenios entre instituciones de salud de Venezuela con sus similares de España e Italia, cesaron bajo el argumento de un supuesto “bloqueo económico” esgrimido por el régimen socialista.
Uno de estos es el programa de procura de órganos que desde el 1 de junio de 2017 fue suspendido, afectando a los pacientes con enfermedades hepáticas. Para Katherine Martínez, directora de la ONG Prepara Familia esto ocurre desde el año 2015, y lo describe como “una emergencia humanitaria compleja de instalación lenta”.
La iglesia brinda su apoyo
En medio de este panorama, surge una esperanza: la Iglesia católica. La institución más antigua del mundo, conocedora de lo que ocurre en Venezuela, toma parte de las iniciativas para reducir la voracidad de estos males en la población más indefensa: los niños. Así, este 23 de mayo, una buena noticia llegó a Venezuela desde el hospital pediátrico Bambino Gesù de Roma, más conocido como el Hospital del Papa.
Según una nota de prensa colgada en el portal de este centro médico, allí fueron recibidos los primeros 4 menores de edad procedentes de Venezuela, “con patologías serias que serán atendidas humanitariamente en este centro médico infantil”.
De este modo, la buena noticia procedente de Roma, se presentó como un rayito de luz y esperanza en medio de tanta oscuridad para los niños venezolanos con enfermedades crónicas. Muchos deben ser atendidos en otros centros especializados de Italia y España, ya que presentan enfermedades graves que serían imposibles de curar en Venezuela.
De acuerdo con la información, también difundida por Vatican News, los primeros cuatro pacientes viajaron a Italia con una visa de salud emitida por la Embajada de ese país en Caracas. “Se trata de tres adolescentes de entre 13 y 17 años y una niña de 10 años, todos ellos enfermos de cáncer, que serán sometidos a las investigaciones y cuidados necesarios”, señala el portal oficial de la Santa Sede.
De acuerdo con el itinerario descrito, los pacientes partieron de Caracas el día 21, acompañados por un padre y dos enfermeras voluntarias de la Cruz Roja Internacional. Tras la escala en París, llegaron el 22 de mayo en la mañana al aeropuerto romano de Fiumicino. Desde allí los vehículos de la Cruz Roja los trasladaron al Departamento de Emergencia y Aceptación de este Hospital para su evaluación clínica inicial.
Igualmente se conoció que tres de estos pacientes fueron ingresados en el Bambino Gesù, mientras el cuarto, con su padre, se alojan en uno de los hogares familiares “que este importante centro pone a disposición de los pacientes que vienen de lejos”.
La lista de espera en el JM de los Ríos
La acción humanitaria de la Iglesia ocurre justo cuando todavía los medios venezolanos daban cuenta del deceso de un segundo niño en el hospital JM de los Ríos, de Caracas: Robert Redondo, de 7 años de edad, quien murió esperando ser trasplantado.
La muerte de este paciente infantil ocurre después que el 6 de mayo, sucediera lo mismo con Giovanni Figuera, de 6 años. Ambos no recibieron a tiempo una respuesta favorable por parte del gobierno de Maduro a su problema de salud común: leucemia linfoblástica aguda. Eran integrantes de una “lista de espera” de 30 niños, niñas y adolescentes que –cual si de un corredor de la muerte se tratara- esperan una respuesta adecuada a su enfermedad. Es la lista que dejó de recibir los beneficios del convenio.
En el servicio de hematología del J M de Los Ríos, hay niños, niñas y adolescentes con aplasia medular, anemia drepanocítica con ACV, talasemia mayor, leucemia linfoblástica y leucemia mieloide.
Estas enfermedades no pueden ser tratadas en el país por la severa crisis humanitaria que atraviesa Venezuela. “Tampoco por un solo hospital de la iglesia. Se necesitan muchos más hospitales y en esto es el gobierno venezolano quien tiene la última palabra”, exigen las madres de los niños en peligro de muerte.
Ramón Antonio Pérez