Mons. Ovidio Pérez Morales.-
Las sanciones que han sido tomadas especialmente con respecto a personeros oficiales del país se encuadran en el marco del drama nacional. Puede asignárseles, por tanto, como causa primera y principal, la que la Conferencia Episcopal Venezolano ha venido identificando como la del desastre global del país. Esa causa no es otra que el propósito del Régimen: imponernos el Socialismo del Siglo XXI (SSXXI).
Este SSXXI no es cualquier socialismo, sino el que se concretó en la extinta Unión Soviética y actualmente estructura a Cuba. Ha sido llamado socialismo real y consiste en una organización totalitaria de la sociedad desde un centro único de poder, ejercido por lo que ya el yugoeslavo Djilas denominó, al comienzo de la guerra fría, “la nueva clase”
Este modelo se ha venido imponiendo de modo progresivo desde la instalación de Chávez en Miraflores hace veinte años. En la lógica marxista constituye el camino de construcción del comunismo, ideado como sociedad sin clases y ámbito de plena realización de la felicidad colectiva; es decir, un “cielo” terreno. Muchos, para no hablar de la casi generalidad de los compatriotas, no identificaron adecuadamente el modelo y de allí tantos errores al enfrentarlo. Durante un largo período hasta se tuvo escrúpulo de llamarlo dictatorial.
Hay quienes se abstienen de calificar el proyecto del SSXXI como comunista, totalitario, porque todavía hay en Venezuela restos de propiedad privada, de instituciones políticas democráticas y de libre comunicación, o por lo ingente de ingredientes como la narcorrupción y el dominio de mafias y guerrillas, que llegarían a ser la dominante palpable del Régimen. No hay que equivocarse, sin embargo, al identificar la línea directiva ideológica y práctica determinante del proceso. El modelo que sigue la cúpula gobernante socialista venezolana es el estalinista y castrista. Referencia inmediata: Cuba. Por otra parte, el tomar nota de los amigos connaturales del Régimen ayuda a situarse realísticamente en el panorama global. El Foro de San Pablo constituye una acertada guía.
Hablando de sanciones es preciso puntualizar que, desde hace veinte años, y especialmente en los últimos, los venezolanos hemos venido siendo sancionados por este Régimen en lo económico, político y cultural, es decir, en la totalidad de la convivencia nacional (de allí su identidad de total-itario) ¿Sanciones? Empobrecimiento general, opresión de la disidencia, dirigismo comunicacional y educativo, los cuales han provocado un vaciamiento poblacional del país (alrededor de cinco millones de ex-patriados). Vivimos, por tanto, en un país castigado durante dos décadas. Las sanciones que han tomado los Estados Unidos y otros países democráticos, particularmente contra algunas personas e intereses oficiales, así como las consecuencias sociales que generen no deben en modo alguno distraer de la identificación de su verdadera causa: la destrucción nacional causada por el Régimen SSXXI. Característico de los gobiernos dictatoriales y totalitarios es buscar chivos expiatorios en los cuales depositar las propias culpas. Preguntas como las siguientes ubican fácilmente a los causantes de los males nacionales: ¿Quién arruinó a PDVSA y a la industria pesada de Guayana? ¿Quién incautó propiedades del campo y la ciudad altamente productivas para llevarlas al desastre? ¿Quién enterró al bolívar? ¿Quién ha entregado el país a Cuba regalándole petróleo y cediéndole registros, notarías, puertos y control militar? ¿Quién acabó con MCS de amplio alcance y larga data para silenciar al país? ¿Quién ha domesticado ideológica-políticamente a la Fuerza Armada, cercado las universidades autónomas y aislado al país del concierto democrático internacional? ¿Quiénes han arruinado a Venezuela aprovechándose de los resortes del poder?
Las sanciones que el SSXXI ha impuesto a todo el sufrido pueblo venezolano tienen ya veinte años. Los verdaderos causantes de las recientes sanciones externas a algunos dirigentes e intereses del país son quienes tratan de imponer a éste el socialismo real según el modelo castro-estalinista.