Cuatro congregaciones religiosas han elegido recientemente a quienes fungirán como Superioras Generales; tres de estas congregaciones fueron fundadas en Venezuela y una de ellas de origen español, cuya Superiora General es, por primera vez, una venezolana.
Las Siervas de Jesús eligieron como Superiora General a la Hna. Rosa María Ríos, vice-postuladora de la causa de canonización de la Beata Madre Carmen Rendiles, quien fundó la congregación en Caracas en 1965 y que tiene como fin la difusión de la adoración a Jesús Eucaristía y el servicio a los sacerdotes y seminarios.
Las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús, presentes en varios países de Suramérica, reeligieron a la Hna. Judit Castillo para continuar su labor en esta congregación que desde 1890 se dedica a la formación y atención integral de niños y jóvenes de escasos recursos. La fundadora de las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús, Madre Ysabel Lagrange Escobar, actualmente se encuentra en proceso de beatificación.
De igual manera, la Madre María de Fátima Viera fue reelecta por las Hermanas Siervas del Santísimo Sacramento como Superiora General. Esta congregación nace en 1896 con la misión de glorificar a Jesús Sacramentado y propagar su culto; fue fundada por el entonces sacerdote venezolano Juan Bautista Castro, quien años después promovió la causa para consagrar a Venezuela al Santísimo Sacramento (lo que ocurrió en 1899), y años más tarde fue nombrado Arzobispo de Caracas, desde 1904 hasta su muerte en 1915.
Por su parte, las Esclavas de Cristo Rey, una congregación española con presencia en Venezuela, eligieron a la Rvda. Madre Nancy Alzuru para dirigir esta orden a nivel mundial. Las Esclavas de Cristo Rey fueron fundadas en 1928 por iniciativa del sacerdote español Pedro Legaria con el objetivo de promover los ejercicios espirituales según el método ignaciano para laicos, religiosos y sacerdotes. Algunas de sus instancias también se dedican a la educación de jóvenes y a la misión evangelizadora junto al Movimiento Apostólico Cristo Rey (Macrey).
Estas comunidades de vida consagrada son parte importante del corazón de nuestra Iglesia venezolana, ya que a través de los diferentes carismas que profesan son ejemplo de donación y entrega en medio de la necesidad del prójimo.
Prensa CEV