Cuando crece la religiosidad, baja la depresión: un amplio estudio estadístico con adolescentes

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Al ir a la iglesia regularmente, baja 11 puntos la estadística de depresión

Y es especialmente eficaz en los casos de depresión más severa, detecta el análisis.

Rezar con frecuencia, ir a la iglesia, considerar la fe importante… esas cosas parecen proteger a muchos adolescentes de la depresión.

Jane Cooley Fruehwirth, profesora en la Universidad de North Carolina, es co-autora del estudio “Religion and Depression in Adolescence,” publicado en el Journal of Political Economy (junio de 2019).

En un artículo en la revista América, de los jesuitas norteamericanos, señala que el siglo XXI está siendo dañino para la salud mental de los adolescentes de este país rico y tecnológico: un 13% declaran haber tenido una situación de depresión grave en el último año. Esta cifra es dos tercios mayor que hace 10 años. Se han doblado los gastos en salud mental en EEUU (para todas las edades) en lo que va de siglo.

“He visto estas tendencias en mi vida como profesora. Como científica social, quiero entender el por qué. Como cristiana, me pregunto si la religión puede ayudar a proteger a los adolescentes de la enfermedad mental”, escribe Jane Cooley. Y varios indicios apuntan a que así es.

Jane Cooley explica la relación entre más religiosidad y menos depresión entre adolescentes

Las estadísticas muestran continuamente que hay una relación estadística clara entre mejor salud mental y mayor religiosidad (la cual se mide en las personas por su asistencia a servicios religiosos, la frecuencia con la que rezan y la importancia que dan a la religión).

Pero ¿los adolescentes están más sanos y llevan una vida más equilibrada porque van a misa, o precisamente si van a misa es porque están más sanos y su vida es muy estable?

 Un «laboratorio natural»: las estadísticas

Jane Cooley, junto con Sriya Iyer (Universidad de Cambridge) y Anwen Zhang (Universidad de Glasgow), formaron un equipo para estudiar los muchos datos que aporta la Encuesta Nacional Longitudinal de Salud de Adolescentes a Adultos, que incluye “ricas preguntas sobre religiosidad y depresión”.

Lo más interesante era “aislar el efecto de la religiosidad individual en la depresión” prestando atención a los jóvenes que en los últimos años de instituto (15-18) años se hacían más religiosos por influencia de sus compañeros de clase y sus amigos.

Se trataba de medir si estos adolescentes, al hacerse más religiosos (pero sin cambiar de familia, barrio, etc…) conseguían mejorar su salud mental.

Al ir a la iglesia regularmente, baja 11 puntos la estadística de depresión

El estudio descubrió que cuando había un fuerte crecimiento en la religiosidad (por ejemplo, alguien que no iba a la iglesia pasaba a ir al menos una vez por semana) los riesgos de depresión grave o moderada descendían en once puntos porcentuales.

“Quizá más sorprendente es que los efectos eran más fuertes, casi dos tercios más fuertes,  en los individuos que presentaban los síntomas más severos de depresión, los más difíciles de tratar”, detalla la investigadora.

Hay que tener en cuenta, dice la autora, que precisamente la terapia de base cognitiva, la que se usa en las depresiones más graves, es la menos efectiva para los individuos más deprimidos, al menos a corto plazo. La religión, por el contrario, parecería dar frutos de salud mental con más rapidez.

El estudio muestra que los beneficios mentales no llegan solo por estar rodeados de iguales que son religiosos, sino por adoptar personalmente comportamientos religiosos (rezar, ir a la iglesia…).

Especialmente eficaz ante enfermedad física o suicidio de conocidos

La religiosidad ayuda especialmente en algunos disparadores de depresión, como es el perder salud física o que se suicide alguien cercano. Y, según el estudio, los adolescentes con menos estructuras de apoyo en casa o la escuela se benefician más.

“Es interesante que vemos beneficios de la religiosidad independientemente de si los adolescentes van a otras actividades como clubes escolares o deportes. Esto sugiere que esas otras actividades, donde los adolescentes pueden encontrar un sentido de pertenencia, no parecen ser un sustituto para los beneficios de la religiosidad en la salud mental”, añade la investigadora.

Los antidepresivos solo ayudan a 1 de cada 5 afectados

Pero ¿acaso no hay medicamentos contra la depresión? Sí, pero los estudios clínicos muestran que sólo en uno de cada cinco casos lograr reducirla.

“Al crecer la cantidad de evidencia que apoya la relación positiva entre religión y salud mental en muchos casos, investigar en religión va consiguiendo más aceptación en el campo de la psiquiatría actual”, añade Jane Cooley. “Eso son buenas noticias, porque queda mucho por descubrir sobre cómo la salud mental y otros beneficios se relacionan con la fe y la espiritualidad interior”.

P.J.G./ReL