Susana Raffalli: Así como los niños dejaron de crecer, así le está pasando a Venezuela

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Susana Raffalli, especialista en seguridad alimentaria y asesora de Cáritas

Tras advertir que los venezolanos “nos hemos ido precarizando, comer por preferencia ya no es un valor”, la asesora de Cáritas señala que “la desnutrición crónica está afectando a un poco más del 30 por ciento de nuestros niños”, quienes ya presentan rezago en su talla y peso.

En Venezuela como sociedad “dejamos de tener hambre de bienestar. Cualquier cosa que nos den, nos satisface”. Lo advierte la nutricionista, especialista en seguridad alimentaria y asesora de Cáritas, Susana Raffalli.

Durante entrevista para Prodavinci, la especialista dijo que ese es “el hambre que más preocupa” y opinión que los venezolanos “estamos muy destituidos como sociedad”.

Tras destacar que “el salario mínimo” no alcanza ni “para comprar 12 huevos”, estimó que no ocurre un estallido social porque “la gente está resolviendo, suponemos que por efecto de las remesas”. No obstante, dijo que “tener acceso o no a dólares es el nuevo rasero de la desigualdad”.

Raffalli lamentó que los venezolanos “perdimos la capacidad de decidir, antes comer sardinas o atún era fácil y barato y los que estaban bien comían corazón de lomito. Ahora todo está trastocado, no hay un solo indicador. Nos hemos ido precarizando, comer por preferencia ya no es un valor”.

En cuanto a la clase política criolla, lamentó que en este momento no se esté analizando el censo socialista, “¿qué significa la penetración del Estado comuna? Estamos distraídos por potes de humo y la penetración subterránea del modelo chavista es abrumadora”.

Desnutrición infantil

Consultada en Prodavinci con respecto a la “alerta sobre casos de desnutrición en niños menores de dos años, a una tasa de 60.000 niños cada año, y ¿cómo es esta bola de nieve?”, dijo que “la bola de nieve tiene que ver con la escala —la cantidad de niños— pero también con la privación nutricional”.

Explicó que “hace dos o tres años teníamos la desnutrición aguda —la que eventualmente le produce la muerte a un niño que ha dejado de comer en un lapso de seis a ocho semanas— y está la otra, la desnutrición crónica, que se sobrepone a la primera”.

Advirtió en este aspecto que “el niño come, pero de forma insuficiente y al cabo de dos o tres años, en términos de nutrición, lo ves en acumulación de daños: el niño deja de crecer, pierde el potencial de crecimiento. Esa ventana, que se llama los primeros mil días de vida, se desaprovechó”.

Sostuvo además que “la desnutrición crónica, de acuerdo con Cáritas, está afectando a un poco más del 30 por ciento de nuestros niños, que vienen ya con una talla baja, que significa por dentro rezago cognitivo, rezago productivo en 10, 20 años”.

Estimó también que existe una relación directa entre la desnutrición de la población de un país y la incapacidad para crear riqueza (PIB). Dijo que es “un tema documentado. La desnutrición crónica que actualmente registra Venezuela puede significar entre el 7 y el 13 por ciento de disminución del PIB en los próximos 20 años”.

“Es uno de los principales temas en Naciones Unidas. De ahí el compromiso de reducir la desnutrición crónica asumido por los presidentes y primeros ministros de todo el mundo. ¿Qué hipotecamos? El futuro del país”.

“No hay un hambre catastrófica”

En cuanto al hambre en el país, dijo que hay una que se monitorea en las cuentas nacionales, “pero también hay un hambre simbólica. Hay cinco indicadores que definen una hambruna, pero afortunadamente no los tenemos aún”.

“No hay un hambre catastrófica. Algo debe estar compensando. Previsiblemente, las remesas y esta cosa tropical que, donde quiera que vayas, encuentras un racimo de cualquier fruto. Lo otro es el hambre simbólica, lo mismo que le está pasando a los niños que dejaron de crecer le está pasando al país”.

Estimó que “como sociedad dejamos de tener hambre de bienestar. Cualquier cosa que nos den, nos satisface. Es el hambre que más preocupa. Estamos muy destituidos como sociedad. Vengo de recorrer el país y en un lugar tras otro, tras otro, tras otro, lo que encontré fue gente esperando a gente viviendo de una ilegalidad, del contrabando, de lo lícito e ilícito”.

Advirtió igualmente que “el apetito por un oficio, por un quehacer se perdió. Es gente destituida de su base de sustento familiar”.

“Hablamos de inseguridad alimentaria cuando un espectro te dice… empieza a pedir prestado, cambia tus patrones de compra, ahora come pellejo, endéudate y cuando no tengas nada qué vender, vende tu cuerpo. A mí una niña en el Amazonas me dijo que su mamá le pintaba las uñas los días viernes (…) A esa madre no le quedó más remedio que prostituir a su hija”, lamentó.

Carlos Zapata | Reporte Católico Laico