Santidad, compromiso social y apostolado laical.
Mis queridos hermanos:
La solemnidad de Todos los Santos
Qué alegría compartir esta Eucaristía en la solemnidad de Todos los Santos, con ocasión de la Asamblea del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela. Felicito a la directiva del Consejo, y les agradezco de corazón la amable invitación a compartir con ustedes el gozo de ser llamados a la santidad por Jesucristo, nuestro Divino Salvador.
Hoy celebramos a los santos del mundo entero y de toda la historia. Las lecturas que hemos escuchado nos hacen presente la alegría y la gloria y la dicha de ir por el camino del Señor, de seguir la palabra de Cristo, “de blanquear nuestros mantos en la sangre del Cordero” en palabras del Apocalipsis. Y recordamos que el camino de la felicidad y de la gloria es el camino del amor, como lo dice el Señor Jesús en las bienaventuranzas que hemos escuchado ( Mt 5, 1-12). Y como lo repite más tarde al responder a aquella mujer del pueblo que había alabado a su madre diciendo: “dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron”. Jesucristo le respondió con estas palabras que son una exigencia y una promesa de felicidad para todos nosotros: “dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 1m 28).
La Asamblea Nacional del CNL
Sorteando muchas dificultades de diverso tipo han venido Ustedes de varias regiones del país, para participar en este importante encuentro para la vida de la Iglesia en Venezuela. Por todo ello damos gracias a Dios. Y los felicito efusivamente.
El tema central de esta asamblea es realmente interesante “los desafíos del cristiano en tiempos de cambio”. Sin duda en el curso de la asamblea Ustedes considerarán varios desafíos importantes en estos tiempos de crisis religiosa, social, cultural y política del mundo entero y de Venezuela. Estamos asediados por un secularismo agresivo y antirreligioso, especialmente anti católico; y el relativismo religioso presente también entre nosotros los católicos; por la guerra de la ideología de género y de la anticultura del descarte humano y de la muerte, promoviendo el aborto y la eutanasia. Y entre nosotros, especialmente los problemas de la corrupción, del deterioro moral, de las injusticias y de la opresión gubernamental sobre un pueblo que cada vez sufre más atropellos. Yo me detendrá solamente en tres desafíos que me parecen importantes.
EL DESAFÍO DE LA SANTIDAD.
El desafío religioso, básico y fundamental para cada uno de nosotros es: alcanzar la santidad. Ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto (Cfr. Mt 5, 48). Escuchar y cumplir la palabra de Dios (Cfr. Lc 11,28).
Creo que, en medio de todos los problemas graves que estamos padeciendo es importante que recordemos esta llamada que nos hace el Señor, este privilegio que tenemos, de ir por el camino del bien, del seguimiento de Cristo, de alcanzar la perfección cristiana. Especialmente ustedes, que son líderes laicos de la Iglesia, están llamados a vivir esta vocación sublime del cristiano. Para ello quiero recordar algunos textos de nuestro Concilio Plenario de Venezuela. Precisamente en el documento sobre el Laico Católico.
Nos dice el Concilio Plenario:
La vocación a la santidad constituye la primera y fundamental vocación del cristiano (Cf. Chal 16). Siendo llamados por Dios y fortalecidos por la acción del Espíritu Santo, desde la experiencia de la vida nueva que se obtiene por el Bautismo, el laico debe tener conciencia de la gran responsabilidad personal de ser santo. En la Iglesia estamos todos llamados a la santidad según lo dicho por el apóstol: “Esta es la voluntad de Dios, que sean santos” (1 Ts 4,3). Cristo ha sido muy claro al afirmar la necesidad que tenemos todos de participar de su vida de santidad. “Yo soy la vid: ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; porque sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15,5).
Cristo es la fuente y el origen de todo el apostolado de la Iglesia. Por eso afirma: “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí” (Jn 15, 4). “La fecundidad del apostolado seglar depende de la unión vital de los seglares con Cristo” (AA 4). El Papa, en su visita de 1985, recordaba: “Sé que no es poco lo que os pido a vosotros y a los laicos venezolanos que representáis. Por eso, para estar a la altura de todas esas exigencias de vida cristiana integral, creced siempre en el Señor. Creced hacia la plenitud de Dios (Cf. Ef. 3,19)” (Catedral de Caracas, 28-01-85).
Estas palabras son suficientes para animarnos a ir por el camino de la santidad.
EL RETO DE LA ACCION EN EL CAMPO POLÍTICO Y SOCIAL
Otro desafío es actuar en el campo de lo político y social. Vivimos en una situación realmente trágica. No abundaré en describir los rasgos de esta terrible situación de dolor y muerte, que todos conocemos.
Renuevo lo afirmado en otra ocasión:
“Pues bien: en la medida de nuestras posibilidades nosotros debemos actuar frente a esos problemas. En cuanto podamos hemos de ayudar a nuestros hermanos, y hemos de agruparnos para defender nuestros derechos y los derechos de los demás.”
“Tenemos ante esto un compromiso claramente afirmado en el Concilio Plenario de Venezuela, en nuestro documento “La contribución de la Iglesia a la gestión de una nueva sociedad”, que afirma en el n. 80: “Por esto, la Iglesia en Venezuela está urgida a renovar la unión con Dios y a volcarse con la fuerza del amor a una intensa y eficaz acción transformadora de la sociedad, saliendo de círculos cerrados. La invitación del Señor Jesús a sus discípulos, a ser sal de la tierra y luz del mundo, de manera que al ver sus obras los demás puedan dar gloria al Padre celestial (Cf. Mt 5,13-16), la compromete como discípula y testigo del Señor a afrontar con decisión los desafíos que le plantea la realidad venezolana” (Homilía en la Misa celebrada en el Congreso Nacional de Laicos, 30 de marzo de 2017).
ESPIRITUALIDAD Y RENOVACION DE ASOCIACIONES
Ahora voy a reiterar algo que ya dije en una ocasión semejante. Un tercer desafío que creo que debemos considerar y afrontar decididamente es la renovación y fortalecimiento de las asociaciones de apostolado seglares.
“Esto es muy importante pues tiene que ver también con el protagonismo y compromiso del laico en la renovación y crecimiento del Reino de Dios en Venezuela. Para ello voy a traer ante Uds. al gran San Juan Pablo II. El 28 de enero de 1985, el Papa Juan Pablo II tuvo un maravilloso encuentro con los laicos en la Catedral de Caracas, Allí, en un breve pero impactante discurso, subrayó, además del compromiso del laico con la transformación de mundo, dos cosas muy importantes que hemos de tener presente, si queremos tener éxito en promover el compromiso laical con la transformación de nuestra actual realidad.
Lo primero: fomentar una intensa espiritualidad en los seglares. El Papa en su discurso llamó a los laicos a “crecer en el Señor”. Se trata de fomentar la vida de fe, la religiosidad, la profundidad espiritual y la piedad de nuestros fieles en nuestras comunidades parroquiales y escolares.
Y en segundo lugar, lo que el Papa Juan Pablo II denominó “revitalizar los movimientos laicales”. En Venezuela tenemos muchísimos, antiguos, recientes y nuevos, a Dios gracias. Y será necesario darles, especialmente a los menos recientes, un nuevo impulso. Para ello es preciso animarlos, acompañarlos, apoyarlos a fin de que vivan cada uno su carisma especial, y participen activamente en la vida y en la acción pastoral de nuestra Iglesia en Venezuela. Y los dirigentes de esos movimientos y asociaciones de fieles están llamados a trabajar intensamente en el desarrollo de sus instituciones.
Sólida espiritualidad, y asociaciones renovadas. Tengamos esto muy presente al asumir con determinación, por supuesto, la promoción del laicado en la vida pública del país, su protagonismo y compromiso en la construcción de una nueva sociedad. Porque sin una sólida vida de fe, sin una práctica religiosa profunda, no habrá motivación para mantener ante un mundo relativista, materialista y corrompido, los valores de verdad, libertad, honestidad, justicia y paz, del evangelio de Nuestro Señor Jesucristo” (Homilía en la Misa celebrada en el Congreso Nacional de Laicos, marzo 30 de 2017).
CONCLUSION
De nuevo mis felicitaciones por esta Asamblea. Tenemos que vivir a fondo nuestra vocación a la santidad, que es la base para una presencia más eficaz en la vida social, y un apostolado más intenso y eficaz. Hemos de intensificar nuestro compromiso con una Venezuela mejor, más justa, fraterna solidaria y libre; por una familia cristiana fuerte y promotora de felicidad para sus miembros y para la sociedad; para promover una sociedad que atienda la realidad humana y las nomas morales que regulan la auténtica sexualidad humana. Para todo esto es importante que fortalezcamos nuestros movimientos apostólicos; que fortalezcamos la espiritualidad de los laicos, asociados o no, con una vida espiritual y de oración intensa, con una exigencia permanente de virtud y santidad
En esta solemnidad de Todos los santos, démosle gracias a Dios por el testimonio de entrega de tantos santos que brillan en la Iglesia, de tantas personas buenas que conocemos. Demos gracias por nuestra vocación a la santidad, y pidámosle al Señor que nos ayude a ir por esa senda de gloria y de luz, y que fortalezcamos nuestra acción, tanto en las asociaciones laicales de apostolado seglar, como en el compromiso social y político por una Venezuela mejor.
Imploremos para ello la maternal intercesión de nuestra madre amorosa, la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela y de nuestra Arquidiócesis de Caracas. Amén
Homilía en la Misa en la Asamblea Nacional de Laicos 2019,
Caracas, 1 de noviembre de 2019 +Jorge L. Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas