Las economías locales sobreviven adaptándose a sus propios mercados, como respuesta a la crisis humanitaria compleja de Venezuela y las complicaciones de las regiones.
No es casual y hay estudios formales que lo confirman: Venezuela está cada vez más dolarizada, pero además las economías regionales presentan comportamientos diferentes, afectados por la crisis compleja del país y las particularidades de sus “nuevos mercados”.
De acuerdo con un trabajo adelantado por Ecoanalítica y reseñado por Bloomberg, “más de la mitad de las transacciones minoristas” se realizan ahora en moneda estadounidense.
Sin embargo, el caso tachirense es distinto. Sumida en el peor estancamiento de su historia por la falta de servicios básicos como electricidad, gas doméstico, agua y transporte, en la región andina es posible realizar transacciones al menudeo con el peso colombiano.
La moneda de la frontera
La cercanía de la frontera y el incremento de la demanda criolla ante la elevada oferta y variedad de productos se suma a la relativa estabilidad de la moneda cafetera, haciéndola cada vez más atractiva para los pobladores. En algunos casos, incluso, no es posible adquirir ni siquiera un típico pastelito andino si no se cuenta con pesos colombianos.
Se estima que el 54% de todas las ventas en Venezuela durante el mes de octubre fueron en dólares, de acuerdo con una encuesta realizada por la firma especializada Ecoanalítica, con sede en Caracas.
El estudio refleja que en la capital zuliana, Maracaibo, un abrumador porcentaje -sperior al 86%- del total de las transacciones “se realizaron” en billetes verdes.
La segunda ciudad en tamaño e importancia es también una de las más golpeadas por los apagones, lo que afecta seriamente los puntos de pago electrónicos y eleva el interés del pago en dólares.
Impacto en la economía local
La crisis humanitaria compleja de la nación sudamericana ha generado la partida de más de cuatro y medio millones de venezolanos que han emigrado en los últimos años hacia países vecinos, teniendo como destino principal a Colombia, Perú y Ecuador.
Muchos de quienes han salido del país envían remesas a sus familiares que sobreviven en Venezuela, lo que ha impactado en la economía local. Pero además, detalla Ecoanalítica, esto ha impulsado una “brecha en el nivel de vida” entre quienes tienen acceso a las divisas y quienes no.
Asdrúbal Oliveros, director de la firma, asegura que “Venezuela vive en una economía dominada por las transacciones en dólares”. Dijo sin embargo que “esto excluye a aquellos que solamente tienen acceso a bolívares, cuya capacidad para comprar cosas está severamente restringida”.
Importaciones selectas
La flexibilización en el control de precios ha elevado el auge en las importaciones de productos, que apuntan también al ramo de gustos exóticos, pues paradójicamente tienen un mercado particularmente apetecido en la capital venezolana.
No obstante, esos y otros productos se venden a precios que pocas personas que dependen de los salarios en moneda local podrían pagar, en un país donde el salario mínimo mensual no supera los siete dólares.
Tanto ese tipo de artículos como los electrodomésticos se compran en dólares, al igual que “más de la mitad de las ventas de ropa, repuestos para automóviles y alimentos”, según la encuesta.
Curiosamente, la capital figuraba entre las principales ciudades “menos dolarizadas de la nación”, de acuerdo con la encuesta realizada entre el 10 y el 15 de octubre de 2019.