Padre Luis Ugalde: “La rebelión es el malestar social”

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Luis Ugalde, sacerdote jesuita, exrector de la Universidad Católica Andrés Bello

The facts speak (los hechos hablan). Esa expresión del inglés define, con claridad meridiana, la gravedad de la crisis que estamos viviendo. Es una sentencia inapelable. El país se ha convertido en una cárcel a cielo abierto y el carcelero manda, porque tiene la reja, tiene las armas, pero no puede durar, no puede mejorar mi cárcel.

Quien llega a esta conclusión es Luis Ugalde, sacerdote jesuita, exrector de la Universidad Católica Andrés Bello. La rebelión existe, es el malestar social. El mundo no se traga las mentiras del Gobierno de Maduro. Ni siquiera el estado policial funciona a cabalidad; no es lo que vimos el 5 de enero en las puertas de la Asamblea: escudos, cascos, armas, atropellos. Muy diferente a la perfección con que funcionó en Alemania Oriental bajo el control de la Stasi. O a la Cuba de los Castro bajo el control del G-2. En 2018 no hubo una elección, por eso hay que obligar al régimen a aceptar el camino electoral integral. Esto es, elecciones presidenciales y parlamentarias con todas las condiciones y garantías. Esa es la salida, no hay otra. Esa es la única opción, no hay otra.

¿Cuál es su percepción sobre la situación política del país después del 5 de enero y de lo que acontece en la Asamblea Nacional?

Uno puede decir: se afianzó el régimen y se acabó la oposición y el parlamento. Otro puede decir: se afianzó la oposición y el parlamento y se debilitó el régimen. Ese es el tema y va de la mano de nuestro estado de ánimo. Y del hecho de que, efectivamente, Maduro está gobernando. Eso es indudable. Pero hoy día, Maduro es infinitamente más impopular que hace un año. Todo esto hay que conectarlo, a mi modo de ver, con la tragedia nacional, con el malestar de la gente.

Tengo la impresión de que la gente se está acomodando, porque cree que esto es para largo. 

No. En enero la gente está peor que en noviembre. Y en febrero va a estar mucho peor. El régimen no tiene posibilidad de respuesta a ningún nivel, ni nacional ni internacional. Ha inventado una serie de cosas. ¿Nos van a dar petros? ¡Ah, la felicidad! Pero la felicidad se convirtió en una desgracia, porque fui a cobrar, hice unas colas y no funcionó, y el comerciante que entró en ese proceso se quedó guindando, no le han pagado. El banco dijo que no podía, etc., etc., etc. Son triquiñuelas, son trampas para engañar niños. Pero el asunto de fondo hoy es una tragedia nacional que en enero es mucho mayor que en diciembre y que en noviembre.

Es cierto, la tragedia nacional es indetenible, pero el Gobierno tiene su discurso, su narrativa. 

Pero al que está desesperado no le sirve esa narrativa: no tengo empleo y mi bolívar vale hoy mucho menos que hace seis meses. Ese es un argumento irrebatible. Por supuesto, el Gobierno controla todo. También en (la extinta) Alemania Oriental el Gobierno lo controlaba todo, pero dentro la procesión va calladita. ¿Cuál era la impresión? Estos van como perros amaestrados. ¿Qué van a hacer si tenemos un régimen policial que funciona con precisión alemana? No hubo analista que dijera esto se va a caer pronto. A estas alturas no podemos decir que este sea el caso de Venezuela. ¿Qué es lo que está funcionando? Ni siquiera el CLAP.

Lo que sí está funcionando es el régimen policial. 

Claro, pero eso no quiere decir que la gente diga: es esto y sanseacabó. El régimen policial ha demostrado, como nunca antes, su crueldad y su inhumanidad, el régimen policial funciona bien cuando no se nota, cuando controla las cosas de tal manera que usted no ve. Pero cuando ves lo que vimos a la entrada de la Asamblea Nacional -escudos, cascos, armas, atropellos-, entonces… no está funcionado. En la España de Franco, en la China de Mao, hubo momentos en que nadie veía. Pero aún en esos casos, como el sistema que se monta es antihumano, en el fondo del ser, la condición humana dice: yo no estoy con esto, no puedo decir nada, pero no estoy con esto. Las cosas que han ocurrido en Venezuela son impresentables, ante el país y ante el mundo. ¿Quién fue, por ejemplo, el primero que se movió para reclamar por lo sucedido en la oficina de Guaidó? El embajador de Uruguay. Es decir, de un gobierno (todavía en funciones) aliado y beneficiado por el chavismo. A mí me impresiona que entrando Podemos al Gobierno de España, se reconozca a Guaidó como presidente y se pidan elecciones. El Gobierno de Maduro vive en tal ficción que cree que esto se arregla con elecciones parlamentarias. ¿Cómo es eso? Todos, cada uno de nosotros, tenemos que hacer la conexión entre mi profundísimo malestar y el cambio de régimen.

¿Qué hemos visto? Por un lado, el juego político trancado y, por el otro, las iniciativas del Gobierno —la autodenominada mesa de diálogo y la apuesta del 5 de enero—. La pretensión del Gobierno es que el grueso de la oposición entre por ese carril.   

Pero no va a entrar. ¿Qué ha traído la mesita? Vamos a soltar a los presos políticos. Pero resulta que hoy hay más presos políticos que cuando se acordó eso. ¿Cuál ha sido el beneficio? El Gobierno ha dejado en ridículo a quienes de buena fe fueron a ese diálogo. La directiva del 5 de enero. El Gobierno pensaba comprar a 30 diputados y lo hago. No le salió bien. ¿Qué hizo?

La de Jalisco, «si no gano, arrebato». 

Claro, pero dice: muy bien, ese es un bochinche que tienen ustedes los opositores. Yo, Gobierno, no tengo nada que ver con eso. Y dejó colgando a la directiva de Parra, lo ridiculizó. Quemó a aquel grupo (la mesita), quemó a este grupo (la fracción de diputados CLAP). Es verdad, la Asamblea es un bochinche, pero ellos esperaban, con la compra, se acabó, cerramos el asunto y la AN es nuestra y punto. Pero como eso les ha fracasado ante el mundo y ante el país, lo que hay que hacer es el otro argumento. Ustedes, opositores, están peleando y haciendo el ridículo, entonces yo no tengo más remedio que adelantar las elecciones —y cuando el Gobierno habla de elecciones, solo son las parlamentarias—, con un CNE que voy a nombrar yo y, claro, ustedes no van a ir, porque aquello es impresentable y cuanto más impresentable, menos van ustedes y le voy a decir al mundo, ya tengo un parlamento libremente elegido. ¿Quién se cree eso? Ni siquiera los del propio partido.

Hay algo muy curioso, esta dinámica se ha desenvuelto de tal manera que cabe preguntarse ¿qué hacen los señores de la autodenominada mesa de diálogo sentados allí? ¿Cómo es que ellos van a negociar un CNE por vía de la omisión legislativa? Ya pasamos por ahí, ¿no? Y nadie creyó en eso.

Las trampas son tan burdas que con una elección de estas quedamos mucho peor que con la elección de 2018, cuando impusieron… ¿esa no era la gran solución? La Asamblea Nacional Constituyente supraconstitucional. Todo lo constituido yo lo puedo eliminar. Eliminaron a Guaidó. Eliminaron el triunfo de (Andrés) Velázquez en Guayana. ¿Para qué les sirvió? Para afianzarse como carceleros. ¡Ah, eso sí! Lo que estamos diciendo es que esto es una cárcel y el carcelero es el que manda. La pregunta es ¿cuánto tiempo el mundo y Venezuela aceptan que esto sea una cárcel y el carcelero siga mandando olímpicamente y todo el mundo colaborando con el carcelero? ¿Cuánto tiempo? Esa es la pregunta. Países que hasta ayer dudaban o que decían lo que pasa es que en Venezuela hay un montón de reaccionarios que no quieren aceptar los grandes cambios sociales que está haciendo el régimen… ¿Dónde están esos cambios sociales? ¿Dónde? ¿Dónde está el chavista honesto que puede comer las tres comidas? Cuando eso solo lo pueden hacer ladrones, entonces, el régimen no funciona. A mi modo de ver, eso es muy claro. En estos momentos, no son los Estados Unidos, ni los países del mundo democrático, ni los venezolanos los que obligan al Gobierno a plantear salidas. No. Es la «situación» y no tiene ninguna salida, sin la salida del presidente y del régimen. Entonces, hay que ir a elecciones.

Es algo muy improbable, yo no lo veo en el horizonte. 

Yo lo veo. ¿Cómo va a ocurrir? No lo sé, tampoco le veíamos en Alemania Oriental. Pero sí, yo estoy absolutamente convencido, y nadie me ha demostrado lo contrario, de que el régimen es monstruoso; Alemania Oriental cae, hasta la China de Mao cae. ¿Pero si tienen y lo controlan todo? Pero el todo es tan antihumano que llega el momento en que estalla de alguna manera. ¿Cómo estalla? No sabemos. En cada país estalla de una manera distinta. En China estalló desde adentro y quienes están gobernando ahora fueron presos de Mao en los años de la revolución cultural.

¿Usted no le asigna ninguna eficacia, ninguna probabilidad a la asesoría cubana, porque este régimen policial tiene mucho del castrismo?

La eficacia que le atribuyo es lo que hemos dicho: es una cárcel. Ese fue el objetivo que consiguió el régimen cubano en Venezuela. La pregunta es que la cárcel no es sustentable. Esa es mi afirmación. Esta cárcel venezolana, sin comida, sin trabajo, sin seguridad, sin agua, sin luz, sin transporte, no es durable. Y cualquiera que sea sensato, civil o militar, lo ve igual que yo. No lo puede ver de otra manera, porque no son tontos.

Siguiendo esa perspectiva, me pregunto, si esto es una cárcel, todos los funcionarios del Gobierno son unos esbirros. 

En los regímenes totalitarios todos los funcionarios son esbirros. Unos de una manera cruel, porque este es el que tortura. Otros de una manera no activa, pero al final hace que el sistema dure. Y por eso mismo llega un momento en que los que nunca pensábamos resulta que eran opositores. ¿Qué ocurrió durante el éxodo del Mariel en Cuba? Yo tuve la oportunidad de preguntarles a funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores. ¿Ustedes cómo evalúan esto? Nosotros sabíamos que había gente descontenta, pero nunca pensamos que fueran tantos y lo que más nos ha dolido y creado inseguridad es ver que gente nuestra, militantes del partido, que la creíamos incondicional con el régimen, se escaparon. El día en que aquí se produzca el cambio, los antimaduristas van a salir hasta debajo de las piedras. Hay un descontento tremendo, incluso entre los ministros del Gobierno.

Me toca hacerle la pregunta del compañero Lenin. El Estado no se va a caer solo, hay que zarandearlo hasta que caiga. De lo contrario, no habrá implosión.

Por supuesto. Eso es así. Y eso es lo que tenemos que hacer. Pero si me pongo a pensar, bueno, me va mejor si me acomodo, bueno, no está del todo mal, tratando de autoengañarnos, no hay salida. ¿Cómo está la UCV? Muy mal. ¿Y cómo va a estar dentro de un mes si el Gobierno hace lo que quiere hacer? Infinitamente peor, y así… institución tras institución. Escuela tras escuela. Cuartel tras cuartel. Yo entiendo que digas, yo no me puedo arriesgar, yo necesito la caja CLAP, yo tengo que fingir que estoy con el Gobierno. Todo eso lo entiendo perfectamente. Pero ese es el primer plano. En el segundo plano hay una convicción nacional e internacional, hasta Podemos en España está convencido de que el régimen venezolano no sirve para nada, lo que pasa es que tienen un pasado. Antes decían: nosotros queremos un régimen como el de Venezuela. Ahora se hacen los locos. No se atreven a decir eso, porque pierden popularidad allá. Admito que la situación es muy incómoda. No es que en marzo viene la cosecha y esto cambia. No, a partir de marzo esto empeora, si dura.

¿Usted no le asigna probabilidad al Gobierno de mantenerse?

Le doy esa posibilidad, pero ninguna de hacerlo bien. Son dos cosas distintas. El carcelero tiene la reja, tiene las armas y el carcelero puede durar. Pero ese carcelero no puede mejorar mi cárcel. No tiene con qué. ¿Dónde está PDVSA? PDVSA es del pueblo. Significa que las deudas de PDVSA son del pueblo. Ni siquiera la ley mediante la cual (en nuevos proyectos) el 60% es de PDVSA y el resto es de inversionistas nacionales o extranjeros no la pueden aplicar, porque el Estado no tiene dinero. Entonces están haciendo la liberalización más salvaje. Tomen esto y paguen un saldo. Y así en el Arco Minero, etc. Vamos a resistir. Lo que entra por el narcotráfico, lo que entra por las remesas. Es dinero, pero eso no pasa de una provisionalidad dramática. Y yo no acepto quitarle dramatismo a la «situación». No por mí, sino por la gente.

Para zarandear al Estado se necesita un liderazgo y una capacidad para hacer ese trabajo. No sé si usted tiene que hacerle algunos reclamos, algunas inquisitorias al liderazgo opositor después de lo que ocurrió el 5 de enero. Pero el hecho de que se hable de que el Gobierno estuvo a punto de comprar a 30 diputados a mí me dice muchísimo. 

No sé si estuvieron a punto. Pero que el Gobierno quiso comprarse a 30, y que no pudo comprarse sino a siete, eso sí es verdad. No pudo comprar sino a siete. Es muy fácil que el venezolano hable mal de los políticos, pero se jugaron la familia, se jugaron la seguridad, se jugaron la vida. Están en el exilio, no todos. Pero yo, opositor, no le voy a hacer la fiesta al Gobierno diciendo han embochinchado la Asamblea, se han vendido. No, lo intentaron, pero solo compraron al 3%. Yo, venezolano de a pie, no le voy a exigir más heroísmo a los que se la han estado jugando, a los que están en la cárcel, los que están, mientras yo estoy fuera o en el aire acondicionado escribiendo. Este asunto es de todos los venezolanos.

Lo escucho y me pregunto, ¿será que el padre Ugalde está a punto de llamar a una rebelión? ¿Será que se pasea por la posibilidad de que la solución podría llegar por la vía de la negociación política? De estas dos hipótesis que veo, ¿cuál es la verdadera?

El padre Ugalde no va a llamar a ninguna rebelión, sería estúpido si tratara de hacerlo. La rebelión ya está. La rebelión es el malestar. Yo, médico, no estoy llamando a la muerte porque digo que este señor tiene cáncer. Yo, médico, diagnostico. Mire, usted tiene cáncer. O aplicamos dramáticamente una intervención quirúrgica inmediata o usted va a la sepultura. Esa es la situación del país. Entonces, yo no llamo a ninguna insurrección, primero. Ahora, en la medida en que el régimen se convence de que estamos cercados internacional y nacionalmente… no podemos mejorar, hemos tratado de mentir presentando bonanzas que no existen, bueno, por qué no se sienta usted, acepta la realidad y vamos a encontrar salidas. Entonces, ni llamo a la rebelión. Y sí, con los pies en la tierra, llamo a encontrar la salida menos dolorosa y sangrienta para el país.

Esa salida implica la salida de Maduro y un Gobierno de transición que organice unas elecciones limpias. 

Elecciones limpias, con un nuevo CNE y el registro electoral depurado. En este momento están inhabilitados cuatro partidos. Usted es absolutamente cínico si me habla de elecciones, con los partidos inhabilitados y sus líderes también.

No se puede hablar de elecciones parlamentarias en esas condiciones. 

Evidente que no, pero ellos hablan: ustedes no van a ir a votar, voy yo y las gano. Porque si fueran limpias, Venezuela iría y el Gobierno sabe que las pierda de calle.

Esa escenografía —elecciones parlamentarias sin un CNE nombrado por la AN—solo tendría espacio y lugar en el plató del programa de Diosdado Cabello. 

Eso va a ser boicoteado por el mundo, incluso por los chinos. Mire, los chinos ya están hartos del desastre económico de Venezuela. Tenían una acreencia de 60.000 millones de dólares, han ido bajando a 10.000 millones. Antes veíamos un montón de chinos por la calle y han desaparecido, porque ellos ven que con esta economía no hay futuro. Ellos están en América Latina, y tienen más de 250.000 millones de dólares invertidos, y querrán invertir más. A nosotros nos conviene que China invierta en Venezuela, pero de una manera limpia, abierta, con leyes que se aprueben en la Asamblea. No de noche, a escondidas, hasta que un día aparece que eso fue un negocio sucio. Entonces, mundialmente están cercados y nacionalmente están cercados por el malestar. No por los partidos políticos, que bastante hacen con sobrevivir, sino por el malestar profundo. Yo tengo la enfermedad, yo tengo cáncer y si no me opero en un mes, estoy listo. Ese es el país que tenemos. ¿Que no cambió en 20 años? Alemania Oriental tampoco cambió en 20 años y era el modelo perfecto del estado policial, donde las parejas desconfiaban una del otro, porque de pronto es espía, como pasa aquí con los generales de la misma promoción, que no pueden hablar porque de pronto está penetrado por los cubanos, voluntaria u obligadamente. Esas cosas ocurren. Las dictaduras y los desastres, la humanidad los expulsa.

Usted utilizó la palabra obligación en su artículo más reciente, pero la obligación comporta compromiso, comporta sacrificio. 

Es como la deuda externa, usted puede decir: no le pago. Usted tiene obligación, aténgase a las consecuencias. (Ugalde lee de su propio puño y letra) “Ante el creciente desastre del régimen, lo razonable es la renuncia de Maduro a la presidencia usurpada, para dar paso a unas elecciones con todas las condiciones y garantías. Así mismo, en esta extrema gravedad —Ugalde subraya la palabra gravedad—, lo inteligente y correcto es que la Fuerza Armada decida cumplir con su papel constitucional”. No estamos pidiendo más nada.

Hugo Prieto