La Ominisciencia Divina en lo mejor de la música internacional
En la noche del último 26 de enero se llevó a cabo la entrega de los GRAMMYs 2020, 62ª edición de los premios de la Academica Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación a “lo mejor de la música”, en el Staples Center de Los Angeles.
Como es sabido, dentro de los numerosos rubros, cinco están específicamente dedicados a la música de explícita inspiración religiosa: mejor álbum góspel (ganador: “Long Live Love” de Kirk Franklin), mejor performance/canción góspel (el mismo Franklin con “Love Theory”), mejor álbum góspel de raíces (“Testimony” de la gran Gloria Gaynor), mejor álbum de música cristiana contemporánea (“Burn the Ships”, de for KING & COUNTRY) y mejor performance/canción de música cristiana contemporánea (una vez más, for KING & COUNTRY junto a Dolly Parton por la canción “God only knows”).
Por el Rey y la Patria
For KING & COUNTRY es un dúo de rock alternativo cristiano conformado por los hermanos australianos Joel y Luke Smallbone. Si bien nacieron en Sidney, luego se mudaron a Nashville, Tennessee, por motivos laborales de su padre, promotor de música. Comenzaron su carrera con el simple nombre Joel & Luke; más tarde cambiaron a Austoville y finalmente arribaron al nombre actual. “For King and Country” era el grito de guerra de los soldados ingleses dispuestos a sacrificarse por el rey y su patria. “Y ahora se ha vuelto nuestra misión, sacrificarnos por nuestro Rey y nuestro país” explicaba Luke.
El dúo ya se había hecho acreedor de los Grammys 2015 en las mismas categorías en que fueron premiados este año.
Su modo de pensar la música y su misión queda clara en las siguientes declaraciones: “El poder de la música puede afectar nuestro estado de ánimo, nuestras emociones, nuestro día, pero cuando se fusiona la fuerza de la música con el corazón, la esperanza y la pasión del Góspel… tiene el poder no solo para cambiar el día de alguien, sino para impactarlo permanentemente. Es por eso que escribimos música y cantamos, esperamos que la gente se conmueva, aliente y se movilice para vivir una vida para alguien mayor que ellos mismos.”
Solo Dios sabe…
Su premiada canción “God only knows” (no confundir con la célebre pieza homónima de los Beach Boys) parece, desde el mismo título, hacer referencia al conocimiento divino, es decir, a su omnisciencia. En efecto, hay cosas que sólo Dios las sabe, y no hay ninguna que no sepa. En principio podríamos decir que esto, si se nos permite la expresión, por lo menos “habla bien de Él”.
Sin embargo, este atributo divino ha sido objeto no sólo de numerosos cuestionamientos y objeciones teóricas, sino también de profundo rechazo a nivel existencial.
Por mencionar un ejemplo: el filósofo Jean Paul Sartre menciona un episodio de su infancia cuando, jugando con fósforos, había quemado una alfombra. “Estaba tratando de arreglar mi destrozo cuando, de pronto, Dios me vio. Sentí Su mirada en el interior de mi cabeza y en las manos; estuve dando vueltas por el cuarto de baño, horriblemente visible, como un blanco vivo.” Esa experiencia de la mirada divina parece haber sido decisiva: “Me salvó la indignación; me puse furioso contra tan grosera indiscreción, blasfemé, murmuré como mi abuelo: ‘Maldito Dios, maldito Dios’. No me volvió a mirar nunca más.”
La vivencia sartreana no es poco común. Pensar en alguien (o Alguien) que sabe todo, al que no podemos esconderle nada, cuya mirada penetra todo nuestro obrar interno y externo, puede resultar intimidante.
Como si se tratara de un “Gran Hermano” (o “Padre”) que no nos deja en paz, ante el cual es imposible huir. Sin embargo, esta experiencia inquietante revela particularmente cómo es que concebimos al otro (o al Otro) y su mirada. Sartre es muy claro en este punto; según su análisis, ser mirado por otro es convertirse en objeto, en un ser indefenso ante una libertad que no es la propia, lo cual implica una perturbadora desintegración de “mi” universo y mi propio ser. Por ello, la presencia del otro es infernal (“el infierno son los otros”) y la mirada omniabarcadora de un Otro trascendente resulta, desde luego, intolerable.
Si diéramos por acertado este supuesto, entonces deberíamos llegar a la conclusión de que lo más liberador sería que el otro no esté. La libertad se identificaría con la soledad. Sin embargo, hay algo en esta idea que choca con la experiencia cotidiana, pues la soledad suele ser vivida como algo aprisionador y no como culmen de liberación… ¿Y entonces?
El mérito de la canción “God only knows” estriba justamente en partir de esta vivencia, tan común, de la soledad y el desasosiego. Nos enfrentamos solitariamente a nuestros temores, a nuestros defectos, a nuestras sombras e inseguridades, que preferimos esconder ante los demás. “Nadie te ve, nadie te creería… Pones una tapa sobre cada secreto, temeroso de que si alguien los viera se alejaría de ti…”
Y, sin embargo, hay Alguien que te ve… Sartre lo intuyó de niño, pues había sentido la mirada de Dios. Pero al parecer no llegó a descubrir cómo es esa mirada. No se trata de una mirada hostigadora, que nos persigue, nos somete a juicio y condena, sino de una mirada amorosa y comprensiva. Su mirada es su amor. He ahí el núcleo de la cuestión. “Sólo Dios sabe por lo que has pasado, sólo Dios sabe lo que dicen de ti. Sólo Dios sabe cómo eso te está matando…”, “sólo Dios conoce tu verdadero yo”, “sólo Dios sabe dónde encontrarte”… Así como hay cosas que sólo Dios conoce de nosotros, también “hay un tipo de amor que sólo Dios conoce”, y es con ese Amor con el que nos mira.
Su omniabarcador conocimiento es a la vez su omnipresente amor para con nosotros. Desde esta perspectiva, que los muchachos de for KING & COUNTRY proponen, la omnisciencia divina ya no es hostigadora y aprisionante, sino profundamente liberadora y renovadora: “Para los solitarios, para los avergonzados, los incomprendidos y los culpables… ¿y si pudiéramos empezar de nuevo?” se preguntan los autores. “Podemos empezar de nuevo –responden– porque hay un tipo de amor que sólo Dios conoce.”
Para los que prefieran una versión traducida: