Siguen pasando los años y también se siguen publicando investigaciones de distinto tipo sobre la Sábana Santa, el lienzo que según la tradición cubrió el cuerpo de Cristo y quedó impreso de una manera tan impresionante que aún hoy sigue siendo objeto de estudio.
La última que se ha hecho pública, y posiblemente la primera de estas características, es el análisis realizado desde el punto de vista de un cirujano plástico. Se trata de Bernardo Hontanilla, catedrático de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora de la Clínica Universidad de Navarra, cuya investigación se ha publicado en la revista Sciencia et Fides, publicación conjunta de la Universidad Nicolás Copérnico de Torun (Polonia) y la Universidad de Navarra.
La sábana, impresa “en un momento en el que la persona estaba viva”
Tal y como recoge Laura Daniele en ABC, la conclusión a la que ha llegado Hontanilla es que la Sábana Santa de Turín “muestra a la vez signos de muerte como de vida de una persona que dejó su imagen impresa en un momento en el que estaba viva”.
De este modo, este catedrático y experto en anatomía asegura que “es razonable pensar que si la Síndone cubrió el cuerpo de Jesús a Él le interesaría no sólo mostrarnos los signos de muerte sino también de resurrección en el mismo objeto”.
Bernardo Hontanilla es catedrático de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora de la Clínica Universidad de Navarra
¿Cómo ha llegado a esta conclusión este catedrático especializado en cirugía de la parálisis facial? Para ello, Hontanilla ha analizado varios detalles de la postura del cuerpo siguiendo la reconstrucción en 3D que realizó José Miñarro López.
Pone el énfasis en que hasta ahora todos los estudios versaban sobre un cadáver. Y en su opinión, “se trata de estudios de medicina forense que describen que la postura fijada en la Síndone es típica de una rigidez post mortem, pero en realidad se trata del gesto habitual de una persona cuando está intentando levantarse partiendo de la posición decúbito supino”.
Pruebas en distintos varones parecidos al de la Síndone
Para ello tuvo en cuenta también la rigidez postmortem de una persona que había sido “sometida a un gran traumatismo, deshidratada y con las reservas de glucógeno agotadas en el cuerpo” como sería el caso de un hombre que muerto en la cruz.
Para llegar a sus conclusiones, este catedrático también realizó distintas pruebas con varones de entre 30 y 40 años, fenotipo atlético y una altura entre 1,70 metros y 1,80 metros. A todos ellos les solicitó que se levantaran del suelo partiendo de la posición decúbito supino.
Hontanilla afirma que todos estos varones “mostraron un desplazamiento de las manos a los genitales al flexionar el tronco, una elevación y semiflexión de la cabeza y un apoyo de una planta del pie con menos rigidez de la pierna contralateral y cierto grado de rotación interna como la figura observada en la Síndone”.
Para apoyar su argumento de que la persona de la Sábana Santa estaba viva cuando la imagen fue impresa este catedrático también tiene en cuenta los surcos nasogenianos y nasolabiales del rostro que se aprecian en la imagen.
“La presencia de ambas marcas en la cara impresa en la Síndone se asemeja más a la de una persona viva, ya que en un cadáver reciente la musculatura facial se relaja y desaparecen los surcos”, afirma Hontanilla.
Impresa entre 18 y 30 horas siguientes a la muerte… pero estando vivo
Además, el autor de este estudio añade que “la muerte tiene como consecuencia una parálisis facial bilateral y pueden desaparecer estos surcos. Sin embargo, esa persona que está impresa en la Síndone tiene los surcos nasogenianos marcados y no sólo los dos surcos sino que, en el lado derecho, tiene otra marca que indica actividad muscular que se corresponde con un golpe que le dieron en la cara y que está provocando ese surco más superior”.
Ante todo esto, el catedrático sostiene que “la imagen dinámica que queda impresa en la Sábana Santa podría haberse producido en cualquier momento entre las 18 y 30 horas siguientes a la muerte, pero estando vivo”.
Por otro lado, Hontanilla considera que la posición del cuerpo que ha quedado impreso en la sábana “no se debe a que el cuerpo está intentando recuperar la postura que tenía en la cruz porque, de ser así, los brazos entonces deberían haberse desplazado hacia fuera, recordando la posición de crucificado, en lugar de ir hacia los genitales”. Y añade que “la posición del cuerpo muestra ese primer e incipiente gesto de levantamiento que pudo ocurrir en décimas o segundos para después desvanecerse y atravesar el lienzo”.
Bernardo Hontanilla es consciente de la polémica que pueden despertar sus tesis pero afirma convencido de que “en el momento en que se imprime esa imagen, la persona está viva”.
“Lo afirmo y defiendo científicamente donde sea necesario. Si todos estos signos que aparecen en la Síndone los unimos a todo lo que está escrito en los Evangelios, entonces coincide el cien por cien no solo en la muerte, sino también en la resurrección. Tanto los signos estáticos de muerte como dinámicos de vida están juntos en el mismo objeto. Si la imagen de la Síndone es la de Jesucristo entonces es una prueba para los cristianos de su muerte y resurrección”.
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