Venezolanos crean el «Grupo de pensamiento democristiano Patricio Aylwin»

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Un grupo de académicos de diferentes disciplinas, y algunos dirigentes del Partido Socialcristiano COPEI, crearon el “Grupo de Pensamiento Democristiano Patricio Aylwin”.

Liderados por el profesor Román Duque Corredor (exvicepresidente del Partido Socialcristiano COPEI, y coordinador nacional del Bloque Constitucional de Venezuela), un grupo de académicos de diferentes disciplinas, y algunos dirigentes del Partido Socialcristiano COPEI, crearon el “Grupo de Pensamiento Democristiano Patricio Aylwin”.

“Hemos tomado la figura de don Patricio, como inspiración, para nuestro propósito, por lo que significó no solo la vigencia de la democracia cristiana chilena, sino para la consolidación del sistema democrático de Chile.” (Román Duque Corredor, coordinador del “Grupo de Pensamiento Democristiano Patricio Aylwin”)

Manifiesto Fundacional

“Grupo de Pensamiento Democristiano Patricio Aylwin”

Confluencia y Concertación Socialcristiana

Los momentos históricos definen responsabilidades y oportunidades.  En 1946, Venezuela iniciaba un camino hacia una democracia más social. Y sobre el contenido social de la democracia se abrió el debate ideológico: el liberalismo clásico, el marxismo comunista y el socialismo democrático dominaban en ese debate. La justicia social y la cuestión social eran el fondo del debate.  Para unos era solo producir, para otros repartir y para otros el bienestar social. Lo ético y la dignidad de la persona no eran determinantes para las soluciones que ameritaba el momento político postgomecista-postmedinista. Surgió, entonces, el pensamiento socialcristiano que sobre el principio de la dignidad de la persona planteó la tésis de la justicia con equidad, que es un planteamiento humanista, que obliga a actuar en política con equilibrio, ponderación, solidaridad y conciliación. La historia testimonia el aporte socialcristiano a la consolidación de la democracia en Venezuela y le reconoce su vigencia durante más de setenta años.  El socialcristianismo estuvo vigente mientras estuvo unido.

Hoy Venezuela es una Nación dominada por un pensamiento totalitario, que concentra todo el poder en pocas manos, que atesora la riqueza nacional para dilapidarla, que subyuga la justicia, que violenta los derechos humanos, restringe las libertades fundamentales y que cambia las reglas del juego democrático representativo y pluralista del Estado de Derecho,  por el de un Estado jerarquizado verticalmente, que pretende dominar la sociedad con un modelo militarista que disimula bajo el cognomento de Estado Popular. Que sustituye las estructuras políticas municipales y estadales democráticos y representativos por estructuras jerarquizadas del viejo modelo del Estado soviético y del Estado comunal cubano. Estado totalitario donde la corrupción ha llegado a niveles de desastre y donde la fuerza armada es el brazo armado del este pensamiento totalitario. La falta de moral para desconocer la Constitución y la intangibilidad de los derechos humanos caracteriza no solo a los gobernantes, que con desparpajo condenan anticipadamente a los opositores, sino inclusive a los jueces, que se convierten en ejecutores de las órdenes gubernamentales, cambiando la balanza y la toga, por el hacha y la máscara del verdugo. Hoy Venezuela es el país que más presos políticos tiene. Y donde la pobreza alcanza a sectores de la clase  media y donde las clases populares sobreviven bajo el gregarismo a que los somete la política de subsidios y de subordinación del gobierno.

Frente a este panorama, ¿qué vigencia política tiene el socialcristianismo? Duele decirlo: muy poca. Pero su doctrina se mantiene como alternativa para superar la crisis. Hoy día la plataforma ideológica del socialcristianismo y de la democracia cristiana se diluye en diferentes partidos y en personalidades independientes y en centros de estudios. Por otro lado, la doctrina social de la Iglesia se ha  actualizado en los problemas de la globalización, de la solidaridad internacional, de la ecología, de los derechos humanos y ha abierto cauces para el entendimiento con los sectores humanistas. El mejor ejemplo lo es la Encíclica “Laudato Si”, que me atrevo a calificar como la nueva Rerum Novarum. Sobre su contenido los socialcristianos y democristianos debemos confluir en una plataforma centrista humanista que le dé vigencia política.

Francisco, obispo de Roma y Sumo Pontífice del catolicismo, mediante su Encíclica “Laudato Si Sobre el Cuidado de la Casa Común”, del 24 de mayo de 2015, nos urge a los cristianos ante la crisis de un mundo deshumanizado “de avanzar en una valiente revolución cultural” para superar fundamentalmente los problemas del deterioro o «rapidación» de la calidad de vida o de la degradación humana y social. El Papa Francisco, nos dice que: “Esto supone un gran desafío cultural, espiritual y educativo que implica procesos de regeneración porque los seres humanos pueden sobreponerse de su degradación para buscar caminos nuevos hacia la verdadera libertad; capacidad de reacción que es propia de la dignidad humana». Y que Francisco nos pide que no olvidemos esa dignidad nuestra que nadie tiene derecho a quitarnos.

Socialcristianos, esa capacidad de regeneración es irrenunciable. Por lo que debemos examinarnos, primero para confluir alrededor de nuestra doctrina. Segundo, a sincerarnos sobre la debilidad de nuestra presencia y sobre su reestructuración para que el socialcristianismo vuelva a ser un factor determinante en la política nacional. Soy de los que creo que para la confluencia del socialcristianismo se debe pensar en nuevas formas o estructuras de una democracia cristiana unida, como lo ha sido en las universidades.  Buscar caminos nuevos, como dice Francisco, hacia el fortalecimiento y renovación del socialcristianismo, que es nuestra causa común. Comencemos por resolver nuestras disputas circunstanciales.

Francisco con su Encíclica “Laudato Si”, nos invita a los cristianos, religiosos y laicos, políticos y no políticos, a que conformemos una conciencia común sobre esa revolución cultural, ética y social, que nos comprometa a llevar a cabo acciones que procuren presentar unidos una plataforma doctrinaria socialcristiana de la ecología humana de solidaridad y de opción de los pobres para construir un mundo mejor. Mayor responsabilidad en ese compromiso la tienen los políticos que se dicen socialcristianos y democratacristianos, puesto que la Encíclica “Laudato Si”, representa la base doctrinaria para la reunificación o concertación de los diversos sectores que tienen como fuente de inspiración y de orientación a la doctrina social de la Iglesia y al humanismo cristiano. Sobre ese documento eclesial debería conformarse la unión del socialcristianismo venezolano. Comencemos los socialcristianos de dar ejemplo del amor civil y político, es decir, de convivencia y de unión común con la conformación de una plataforma unitaria que tenga como referencia y compromiso la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco.

El recuerdo del socialcristiano integral, que fue Arístides Calvani, nos debe orientar para reunificarnos. Calvani fue el abanderado de la tolerancia, del diálogo, de la necesaria «civilización» (en todos los sentidos de la palabra) de la lucha política. Calvani nos decía que el liberalismo pone el énfasis en la libertad que, por sí sola, tiende a generar y profundizar la desigualdad, que, a su vez, produce las condiciones para la tiranía. El socialismo se adueñó de la igualdad, pero, al omitir la libertad, condujo a la opresión totalitaria y transformó a la misma igualdad en una trágica farsa. Para Calvani, la palabra central debería ser la olvidada fraternidad, virtud cristiana por excelencia. En efecto, la libertad y la igualdad, las dos «hermanas enemigas», como las define Octavio Paz, a través de la fraternidad, se humanizan, se comunican y se reconcilian, evitando que la democracia se pierda en el engaño nihilista del relativismo.

Socialcristianos, si  en verdad, creemos que la Democracia Cristiana es un movimiento de ideales que postula una visión del hombre, la sociedad y el mundo basada en el Humanismo Cristiano,  cuya base es la fraternidad, la solidaridad y el diálogo, ¿qué nos impide actuar unidos conforme esos ideales? Honremos la memoria de Calvani practicando entre nosotros la civilización de la palabra que ha de ser moralmente la razón para nuestra confluencia y concertación como humanistas cristianos. No cabe duda, que para honrar este compromiso, ha de llevarse a cabo un proceso regenerativo de reconstrucción del  tejido directivo y funcional de COPEI, para lo cual el Consejo Superior de la Democracia Cristiana podrá ser el espacio para esa regeneración, por lo que ha de mantener su función doctrinaria, de vocero ideológico y de medio de concertación socialcristiana, para lo cual debe cuidar su posición del pensamiento democristiano plural y no de una parcialidad de una sola de sus expresiones políticas o escisiones. Para coadyuvar con ese propósito, hemos promovido la creación del Grupo de Pensamiento Democristiano Patricio Aylwin, quien sostuvo que la unidad de la democracia cristiana “Salva el cuerpo y el alma del Partido».

Román Duque Corredor

Coordinador del “Grupo de Pensamiento Democristiano Patricio Aylwin”

Reporte Católico Laico