Ni un signo externo de celebración. Ni un gesto extraordinario. No hubo referencia alguna a los siete años de pontificado de Francisco, que se cumplen ayer, en la misa matutina que presidió esta mañana en Santa Marta.
Sus primeras palabras, una vez más, se dirigieron a rezar por los enfermos y sus familias. En esta ocasión, puso en el foco en los obispos y sacerdote: “Por los pastores, que tienen que acompañar al Pueblo de Dios en esta crisis. Que el Señor les dé la fuerza, el valor y la capacidad para elegir los mejores métodos para guiar”.
Discernimiento pastoral
“Las medidas drásticas no siempre son buenas”, valoró el Papa, para lanzar una plegaria a continuación: “Recemos al Espíritu Santo para que les dé a los pastores la capacidad de discernimiento pastoral, para que logren plantear iniciativas que no dejen solos al santo Pueblo fiel de Dios, que necesita recibir la Palabra de Dios y los Sacramentos”
Durante la homilía, Francisco partió de la parábola del viñador… para subrayar que “en esta actitud yo veo el inicio del clericalismo, que es una perversión que reniega siempre la elección gratuita de Dios, la alianza” y recuden el don de Dios a “los caprichos ideológicos de sus mentes”.
El don de Dios
“El clericalismo no es solo algo de nuestros días, la rigidez no es solo de estos días, sino que ya existía en tiempos de Jesús”, explicó en su alocución, que lamentó que “se nos olvida que Dios se ha manifestado gratuitamente como un don”. Por eso, invitó a la Iglesia a transmitir a Dios “como un don y no como una propiedad, no de un modo sectario, rígido, clericalista”.
Desde ahí, denunció la tentación de “tomar el don como una propiedad”. “De esta manera el don perdió su naturaleza del don y acabo siendo una ideología moralista llena de preceptos y también rídicula”, apuntó en relación a la lectura bíblica. “Éste es un gran pecado: el pecado de olvidar que Dios se hizo don por nosotros”, enfatizó.
Vida Nueva