El Papa Francisco animó a recorrer el camino del siervo al imitar a Jesús en su actitud de servicio, a pesar de las caídas, para arrepentirse y pedir perdón, como lo hizo el apóstol Pedro, por lo que invitó a pedirle al Señor “la gracia de perseverar en el servicio”.
Así lo indicó el Santo Padre durante su homilía pronunciada en la Misa de la Casa Santa Marta este 7 de abril.
Al reflexionar en la primera lectura del profeta Isaías (49:1-6) que dice “el Señor nos ha elegido desde el vientre materno” el Papa señaló que En la vida hay caídas: cada uno de nosotros es un pecador y puede caer, y ha caído. Sólo la Virgen y Jesús…(no), todos los demás hemos caído, somos pecadores”.
En esta línea, el Pontífice explicó que “lo que importa es la actitud ante el Dios que me eligió, que me ungió como siervo; es la actitud de un pecador que es capaz de pedir perdón, como Pedro, que jura: ‘no, nunca te negaré, Señor, nunca, nunca, nunca’, pero luego, cuando el gallo canta, llora. Se arrepiente. Este es el camino del siervo: cuando resbala, cuando cae, pide perdón”.
Luego, al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Juan (13:21-33, 36-38) que describe cuando Jesús sufrió la traición de Judas y de San Pedro el Papa subrayó que “en cambio, cuando el siervo no puede comprender que ha caído, cuando la pasión lo toma de tal manera que lo lleva a la idolatría, abre su corazón a satanás, entra en la noche: eso es lo que le pasó a Judas”.
“Pensemos hoy en Jesús, el siervo, fiel en el servicio. Su vocación es servir hasta la muerte, y la muerte en la Cruz. Pensemos en cada uno de nosotros, parte del pueblo de Dios: somos servidores, nuestra vocación es servir, no aprovechar nuestro lugar en la Iglesia. Servir. Siempre en servicio”.
Por ello, el Santo Padre animó a pedir “la gracia de perseverar en el servicio. A veces con resbalones, caídas, pero la gracia de al menos llorar como Pedro lloró”.
Imitar a Jesús en el camino del servicio
“Jesús, sirvió hasta la muerte: parecía una derrota, pero era la manera de servir. Y esto subraya la manera de servir que debemos tener en nuestras vidas. Servir es darse a sí mismo, darse a los demás. Servir no es pretender para cada uno de nosotros otro beneficio que no sea el de servir. Servir es la gloria, y la gloria de Cristo es servir hasta el punto de aniquilarse hasta la muerte, la muerte en la cruz. Jesús es el servidor de Israel”.
En este sentido, el Pontífice advirtió que “el pueblo de Dios es siervo, y cuando el pueblo de Dios se aleja de esta actitud de servicio es un pueblo apóstata: se aleja de la vocación que Dios le ha dado”.
“Y cuando cada uno de nosotros se aleja de esta vocación de servicio, se aleja del amor de Dios, y construye su vida sobre otros amores, muchas veces idólatras”, concluyó el Papa.
ACI Prensa