El Papa Francisco explicó, durante la Misa celebrada este lunes 11 de mayo en Casa Santa Marta, que “el Espíritu Santo evita que la doctrina se equivoque, y evita que permanezca parada allí sin crecer en nosotros”.
En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre la promesa de Jesús, realizada en la Última Cena, de mandar a los apóstoles el Espíritu Santo: “Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
“Es la promesa del Espíritu Santo”, subrayó Francisco. “El Espíritu Santo que habita con nosotros y que el Padre y el Hijo envían. ‘El Pare lo enviará en mi nombre’, dice Jesús, para acompañarnos en la vida. Y lo llaman ‘Paráclito’, ese es el oficio del Espíritu Santo”.
El Papa recordó que “en griego, el ‘Paráclito’ es el que sostiene, el que te acompaña para no caer, el que te mantiene firme, el que es cercano a ti para sostenerte, y el Señor nos ha prometido este apoyo”.
Por lo tanto, “el oficio del Espíritu Santo es enseñar y recordar. Nos enseña el misterio de la fe. Nos enseña a entrar en el misterio, a comprender un poco mejor el misterio. Nos enseña la doctrina de Jesús, y nos enseña cómo desarrollar nuestra fe sin equivocarnos. Porque la doctrina crece, pero siempre en la misma dirección. Crece en la comprensión, y el Espíritu nos ayuda a crecer en la comprensión de la fe, a comprenderla más”.
“La fe no es una cosa estática. La doctrina no es una cosa estática. Crece. Crece como crecen los árboles. Siempre es el mismo, pero cada vez más grande, con más fruto. Pero siempre es el mismo y crece en la misma dirección”.
El Espíritu Santo “nos enseñará las cosas que Jesús nos ha enseñado. Desarrollará en nosotros la comprensión de aquello que Jesús nos ha enseñado. Hará crecer en nosotros, hasta la madurez, la doctrina del Señor”.
“Y otra cosa que dice Jesús que hace el Espíritu Santo es recordar: ‘Os recordará todo lo que yo os he dicho’. El Espíritu Santo es como la memoria. Nos despierta: ‘Acuérdate de aquello, acuérdate de lo otro’. Nos mantiene despiertos, siempre despiertos en las cosas del Señor, y también nos hace recordar la propia vida: ‘Piensa en aquel momento, piensa cuando has encontrado al Señor, piensa cuando dejaste al Señor’”.
El Pontífice señaló que un buen modo de rezar al Espíritu Santo es mirar al Señor y decir: “Soy el mismo. He caminado mucho, me he equivocado mucho, pero soy el mismo. Y tú me amas”. “La memoria del camino de la vida”.
“En esta memoria, el Espíritu Santo te guía. Te guía para discernir qué debo hacer ahora. Cuál es el camino bueno y cuál el equivocado. También en las pequeñas decisiones. Si nosotros pedimos la luz al Espíritu Santo, Él nos ayudará a discernir para tomar las buenas decisiones. Las pequeñas de cada día y las más grandes. Es quien nos acompaña, nos sostiene en el discernimiento”.
“Los Evangelios le dan otro nombre al Espíritu Santo. Sí, ‘Paráclito’ porque nos sostiene, pero les da otro nombre más bello: El don de Dios. El Espíritu es el don: ‘No os dejaré solos. Os enviaré un Paráclito que os sostendrá, y os ayudará a ir adelante, a recordar, a discernir y a crecer”.
El Papa finalizó la homilía invitando a “que el Señor nos ayude a custodiar este don que Él nos dio en el bautismo y que todos tenemos dentro”.
ACI Prensa
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