Fátima sin luz y sin peregrinos, pero inundada por la esperanza

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Santuario de Fátima casi vacío el día que se conmemoraba el 103º aniversario de las apariciones de la Virgen

Las celebraciones del 103º aniversario de las apariciones de la Virgen impresionan a los portugueses en medio del Santuario vacío, donde se palpaba que «Dios también es silencio»

Las impresionantes imágenes del Santuario de Fátima casi vacío el día que se conmemoraba el 103º aniversario de las apariciones de la Virgen han dejado sin palabras a los portugueses, acostumbrados a ver los días 12 y 13 de cada mes de mayo a unos 250.000 peregrinos en este emblemático rincón de la iconografía religiosa.

Se trata de todo un símbolo de los nuevos tiempos, de la era posterior al estallido mundial de la pandemia del coronavirus. Esa explanada desierta mientras se celebraba la misa más triste de su historia, esa ausencia de fervor popular a causa de la prohibición de reuniones masivas, esa sentida apelación a no olvidar que «Dios también es silencio», ese refugio en el consuelo de la oración íntima para consolar a quienes tanto sufren hoy.

Pero la figura de la Virgen de Fátima estaba ahí, naturalmente, erigida más que nunca en un faro para guiar a las almas desorientadas bajo un manto de intensa oscuridad. Su presencia se hacía palpable, a juzgar por las miradas que apenas podían esconder su desamparo desde la lejanía.

A la luz de las velas

Por primera vez, la tradicional procesión de las velas se puso en pie en la noche-madrugada literalmente al calor de la única luz de esas candelas que suplían la falta de alumbrado público porque, sencillamente, no era necesario dada la inexistencia de fieles.

A miles de personas les costó no acudir a la cita y solo algunas decenas se personaron en el exterior del perímetro oficial de Fátima guardando la distancia social y con el sentimiento a flor de piel. Los hubo incluso que se pusieron de rodillas ante la luz tenue de las mechas y a más de uno le recorrió un escalofrío en aquellos momentos tan emotivos.

También se veía a hombres y mujeres a los que se les caían las lágrimas, en medio del recuerdo de la tragedia que afecta a los vecinos españoles, dado que la incidencia del coronavirus es mucho menor en Portugal.

Precisamente, los numerosos ciudadanos procedentes de España habituales otros años constituyeron otra de las notables ausencias, en vista de la imposibilidad de cruzar la frontera para evitar la propagación de la pandemia.

Así que estaba claro que no era la ocasión para celebraciones colectivas, pero sí para el recogimiento individual de los escasos creyentes diseminados por los laterales del Santuario.

Tres devotos en el recinto

Pudieron entrar al recinto tres devotos, como representación de esa multitud impedida de acceder al mítico lugar. Ya desde las 13.00 horas del martes 12 de mayo, los alrededores se encontraban acordonados, la antesala para un despliegue policial y de militares con el fin de preservar el desarrollo correcto de la inusual velada.

Al menos, la retransmisión televisiva de los actos conmemorativos sirvió de pequeño alivio para miles de portugueses, aquellos que guardan en su corazón la esencia de Fátima. Toda una señal de esa esperanza tan necesaria en las difíciles circunstancias actuales.

ABC Sociedad