El pontífice comentó la parábola del trigo y la cizaña “a través de la cual Jesús nos da a conocer la paciencia de Dios, abriendo nuestros corazones a la esperanza”
En el mes de julio, que no hay audiencias, el Francisco ha rezado este domingo el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, donde siguen las limitaciones de aforo y la obligación de guardar distancia de seguridad.
Entre sus saludos al final de la oración asegurado su cercanía a todos los enfermos por el coronavirus y a quienes sufren sus consecuencias económicas y sociales. Ha hecho un llamamiento a “un alto al fuego inmediato que le permita la paz y la seguridad indispensable para hacer llegará la asistencia humanitaria necesaria” siguiendo la resolución de la ONU.
A partir del discurso de las parábolas del evangelio de Mateo, que se lee en las misas de esos domingos, el pontífice ha comentado la del trigo y la cizaña, “a través de la cual Jesús nos da a conocer la paciencia de Dios, abriendo nuestros corazones a la esperanza”. Para el Papa, la parábola puede ofrecer “una visión de la historia”.
Hacer frente a los adversarios
“Junto a Dios que siempre y sólo siembra buena semilla, hay un adversario, que extiende la maraña para impedir el crecimiento del grano. El dueño actúa abiertamente, a la luz del sol, y su objetivo es una buena cosecha; el otro, en cambio, se aprovecha de la oscuridad de la noche y trabaja por envidia, por hostilidad, para arruinarlo todo”, comentó poniendo ejemplos de la familia o los vecinos que siembran cizaña. Y “el adversario tiene un nombre: es el diablo, el oponente por excelencia de Dios” y refleja a los enemigos tanto de la tierra como de la persona. “Su intención es obstaculizar la obra de la salvación, hacer que el Reino de Dios sea obstaculizado por obreros injustos, sembradores de escándalo”, explicó.
Para Bergoglio, “la buena semilla y la lucha no representan el bien y el mal en lo abstracto, sino que nosotros los seres humanos, que podemos seguir a Dios o al diablo”. Para superarlo, la receta de Jesús es ir “más allá”. Bergoglio señaló que es “saber esperar, porque soportar la persecución y la hostilidad forma parte de la vocación cristiana. El mal, por supuesto, debe ser rechazado, pero los malvados son personas con las que hay que tener paciencia”, señala. “No se trata de esa tolerancia hipócrita que esconde ambigüedades, sino de una justicia templada por la misericordia”, sentenció. La misión de los discípulos no es “suprimir a los malvados, sino salvarlos”.
Pensar en el buen grano
Francisco señaló que en el texto “el Señor nos invita a asumir su propia mirada, la que se fija en el buen grano, que sabe mantenerlo hasta en la maleza. Los que buscan los límites y los defectos de los demás no cooperan bien con Dios, sino los que saben reconocer el bien que crece silenciosamente en el campo de la Iglesia y de la historia, cultivándolo hasta que madura. Y entonces será Dios, y sólo Él, quien recompensará a los buenos y castigará a los malvados”, concluyó.
Tensiones en el Cáucaso
Tras las saludos, el Papa ha señalado que sigue con preocupación la situación de violencia el Cáucaso. Ha deseado una solución pacífica duradera del bien de aquellas poblaciones de la región entre Armenia y Azerbaiyán. “Al tiempo que les aseguro mis oraciones por las familias de los que perdieron la vida durante los enfrentamientos, espero que con el compromiso de la comunidad internacional y a través del diálogo y la buena voluntad de las partes, se pueda llegar a una solución pacífica duradera, que beneficie a esas amadas poblaciones”, expresó.
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