Según declaran expertos “a pesar de ser un crimen tipificado como un evento violento, el acoso es una práctica que se ha invisibilizado y normalizado en Latinoamérica”
Desde hace más de un año Gabriela González ha recibido de forma insistente mensajes en sus redes sociales por parte de un chico con el que tuvo en algún momento una relación. Al no sentirse cómoda con cómo iban marchando las cosas con él, prefirió evitarlo por un tiempo. Mientras él más insistía, había algo que no le inspiraba confianza, a pesar de eso accedió a salir con él una vez para hablar y aclarar algunos temas que quedaron sin resolver.
Notó una actitud ansiosa por parte de él, y lo que parecía ser un reencuentro, terminó en un forcejeo para obligarla a tener relaciones sexuales con él. No podía reaccionar, simplemente estaba paralizada, no podía creer lo que estaba pasando.
Al llegar a casa no tuvo el valor de comentarle a nadie como se sentía, no solo se sentía adolorida, humillada, usada y traicionada por alguien en el que había confiado y pensando en las veces que le dijo que se detuviera y él nunca escuchó.
En un principio, recibió miles de mensajes durante días, buscó otras cuentas de Facebook para lograr hablar con ella. Gabriela accedió por última vez a hablar con él para ver que tenía que decir en su defensa. Para su sorpresa la única justificación que tenía era que todo ocurrió por “ser insegura y no tener autoestima”.
“Me escribía amenazándome con que si hablaba difundiría nudes (fotografías de carácter íntimo o de incitación a la desnudez) y vídeos míos. Decía que me relajara, que no era para tanto. Me contaba lo que hacía con mis fotos, y que yo tenía la responsabilidad de lo que me hizo. Vivimos cerca, y cuando me ve en la calle mantiene su mirada en mí, afortunadamente no he estado sola en esas ocasiones, pero siento miedo”, comentó González.
Otro caso fue el que vivió una profesora anónima de una universidad en el interior del país tenía varias semanas con una situación poco usual con un estudiante. Múltiples mensajes de texto e intentos de acercamiento ya no pertenecían al comportamiento usual de un alumno dedicado.
Cierto día ella recibe un mensaje donde el muchacho mencionaba que “sus senos estaban más grandes”, despertando un sentimiento de alerta en aquella docente y tomó la decisión de notificar a las autoridades de la universidad, que afortunadamente me brindaron el apoyo y la atención necesarias para arreglar el problema.
“El muchacho entraba a mi oficina, me esperaba, caminaba detrás de mí en los pasillos de la universidad, descaradamente me veía de pies a cabeza, haciéndome sentir lo más incómoda posible delante de mis compañeros de trabajo y estudiantes. Me morboseaba de forma espantosa, y yo por guardar la figura de profesor trataba de disimular y de no darle importancia, aunque la verdad es que me hacía sentir como un pedazo de carne, y eso no podía seguir tolerándolo”, declaró.
Joana Contreras desde hace 6 años ha recibido mensajes insistentes, fotografías y hasta acercamientos por parte de un primo hermano.
Al inicio lo que parecía ser un acercamiento amistoso, comenzó a tornarse en un momento incómodo para ella, al no querer asistir a las reuniones familiares, o al menos no quedarse sola con él. Hablaba cerca de cómo había cambiado su cuerpo con los años, comparaciones despectivas con su novio y los halagos inapropiados inundaban la bandeja de mensajes con cada vez más frecuencia. Haciendo que Joana incluso cambiara de número telefónico en varias ocasiones, pero siempre él encontraba la manera de contactarla.
“¿Te incomoda que te escriba?, seguro estás en tus días y por eso no te soportas”, son solo algunos de los comentarios que constantemente recibía, y que Joana no respondía, o que le comentaba que no estaba interesada en tener este tipo de conversaciones.
“Hace años que notaba que esto era algo que debía decir; pero jamás denuncié porque sentía que nadie iba a creerme, y podía afectar a mi familia. Actualmente, él no está en el país, y en el fondo me alegra que así sea. Pero he tenido que bloquearlo de todas mis redes, siendo nuestro único punto de contacto el grupo de WhatsApp de la familia”, declaró Contreras.
Para este reportaje se entrevistaron a diez mujeres que han pasado por experiencias similares más de una vez en su vida.
La mayoría de las mujeres han sido acosadas más de una vez
Según la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, “el acoso es toda conducta abusiva y especialmente los comportamientos, palabras, actos, gestos, escritos o mensajes electrónicos dirigidos a perseguir, intimidar, chantajear, apremiar, importunar y vigilar a una mujer que pueda atentar contra su estabilidad emocional, dignidad, prestigio, integridad física o psíquica, o que puedan poner en peligro su empleo, promoción, reconocimiento en el lugar de trabajo o fuera de él”.
La antropóloga Aimee Zambrano, miembro de la plataforma comunicacional Utopix que se encarga del Monitor de Femicidios en Venezuela; explica que “indudablemente los episodios de acoso están ligados a factores culturales. Esta práctica parte desde el concepto que se ha construido acerca de lo que representa la masculinidad, y de qué tan viril es un hombre”.
Siendo un incidente de origen cultural, varias mujeres han sido víctimas de diferentes episodios de hostigamiento; donde es frecuente que estas mujeres sean contactadas por comunidades virtuales donde los acosadores les solicitan fotos de partes intimas y encuentros sexuales. En el caso de que la mujer no quiera responder o no quiera participar, es insultada, hostigada, chantajeada, usada y responsabilizada.
La corta brecha entre la galantería y el acoso
El psiquiatra forense y experto del Ministerio Público Francisco Paredes, consideró que un acosador es “un individuo que demuestra estar completamente convencido de su superioridad acerca de las mujeres; y refuerza su identidad tratando de seducir personas; justificando que las personas son privilegiadas por recibir su atención”.
Paredes comentó que existen personas que sí se tienen un interés real por otras personas, “pero en algunas ocasiones puede ser inadecuada la manera en que intentan llamar la atención, lo que puede llegar a ser una conducta acosadora y reiterativa. Esto ocasiona molestias, desconfianza, angustia e incomodidad y puede radicar en patologías en la persona que está siendo acosada”. Asegura que “el que lo hace ignora el nivel de insistencia y de hostigamiento que está imponiendo”.
Resaltó, dependerá de la “capacidad intelectual del acosador; esto se entiende a que entre más preparación, inteligencia o coeficiente intelectual tenga; empleará más recursos psicológicos para abordar a su víctima”.
“Algunas personas eligen a su objetivo porque ven cierto nivel de vulnerabilidad tanto física, como psicológica”, reafirmó. A su vez, Paredes menciona que el nivel de interacción que ha tenido una mujer con el sexo opuesto, es muy importante; “ya que le permite manejarse mejor en un entorno masculino”.
“Existe una línea delgada entre el seductor y el acosador. Sin embargo, el acoso es la atención, acercamiento y comportamiento inadecuado”, comentó.
“Todo esto son procesos inconscientes, derivados de procesos culturales. No es que el hombre piense así, sino que es importante entender que esto es parte de nuestra cultura. Pero también que puede desmontarse a través del análisis y la educación para lograr un cambio”, dice Zambrano.
“El acoso está naturalizado, invisibilizado y normalizado. Por lo general, cuando alguien dice que fue víctima de acoso, muchas personas justifican esas acciones, y lo califican como piropos o halagos”, argumentó.
“Esta conducta tiene diferentes aristas, y no es únicamente el que ocurre en la calle o el que ocurre por las redes sociales; puede ocurrir en un espacio de trabajo, en un espacio académico por parte de una figura de cierta autoridad; puede ocurrir en cualquier otro entorno”, reiteró.
La experta explicó que la ley antes nombrada especifica que el acoso sexual es “la solicitud de todo acto o comportamiento de carácter sexual para sí mismo o para un tercero, o procurar cualquier tipo de acercamiento sexual no deseado que realice un hombre prevaliéndose de su superioridad laboral, docente o análoga, o con ocasión de situaciones derivadas de su ejercicio profesional, y con amenaza expresa o tácita de causar a la mujer un daño relacionado con las legítimas expectativas que está pueda tener en el ámbito de dicha relación”.
“Más que definir que es un acosador, es necesario develar todo lo que tiene que ver con ese mandato de la masculinidad y todo lo que tiene que ver; iniciando con cómo se le explica a las nuevas generaciones qué no debe ser aceptado y qué está mal”, aseguró.
¿La víctima es responsable de ser acosada?
Zambrano explica de una forma completa que “si bien en Venezuela la mujer cumple con el papel de la base de la sociedad; en el país hay mujeres que han cumplido con lo que se denomina la triple jornada, al tener trabajos remunerados, ocuparse de las labores de cuidado de adultos mayores, niños y personas con discapacidad, atención de las labores del hogar y de satisfacer las necesidades de la familia. Sin duda alguna se cumple lo que decía Flora Tristán, la mujer es la proletaria, del proletariado”.
“Nuestra sociedad es netamente patriarcal. Según los conceptos de la construcción de la masculinidad, el hombre debe probar su superioridad midiendo su posición, y comparándola con otros hombres a través de las situaciones de machismo. Pero además, nosotras crecemos bajo este sistema, y es un tema que nos atraviesa”, opinó Zambrano.
“Es necesario que en el caso de las niñas, ellas sepan que no tienen por qué permitir que les digan cosas en la calle o que permitan ser acosadas. Y los niños deben saber que esa conducta no es buena, y que no te hace más hombre vulnerar a las mujeres, porque eso es incurrir en un acto violento”, reflejó.
No significa que las víctimas sean las responsables de ser acosadas. Pero es el resultado de un evento normalizado.
Según el doctor Paredes, “la mujer venezolana tiene una concepción de la coquetería ligada a las tendencias de la moda y conceptos de belleza, lo que puede llegar a malinterpretarse y desencadenar un juego culturalmente inmerso en el subconsciente de las personas; que no necesariamente es machismo, sino que es cultura de consumo actual”.
“Las mujeres aprenden desde muy jóvenes que verse bien puede llegar a ser muy beneficioso. Según los parámetros que impone la sociedad, cultura y la moda. Pero el criterio general es verse bien. Al mismo tiempo, esto puede malinterpretase como una intensión seductora y la forma en que puede llamar la atención puede desencadenar malos entendidos.”, definió Paredes.
¿Qué hacer si se es víctima de acoso?
Para el psiquiatra Francisco Paredes, cuando una persona está siendo acosada lo más recomendable es salir de ese entorno. No obstante, aclaró que “es entendible que no es una decisión sencilla. No es como si fueras a renunciar y encontrarás un trabajo rápidamente, y menos en estas condiciones como las que tenemos actualmente”.
“Hay personas que se han sacrificado mucho por tener un cargo, entrar a una empresa en la que deseaban trabajar, estudiantes que lograron ingresar a una universidad; y que una vez dentro, en todos los casos hay la posibilidad de ser víctimas de acoso. Entonces como no pueden renunciar, se adaptan. Y a esto me refiero que o pueden resistirse o terminar cediendo ante la amenaza e insistencia. Pero sin duda eso dejará huellas a nivel psicológico en la victima”, sostuvo Paredes.
Ante este tipo de situaciones lo más recomendable es identificar las señales, evaluar el nivel y denunciar en los diferentes organismos pertinentes si la situación se sale de nuestro control.
“Existe el Ministerio de la Mujer e Instituto Nacional de la mujer, que cuentan con un espacio de atención para las víctimas de violencia, está el CICPC, está la Unidad de Crímenes Cibernéticos en el caso de ciberacoso. También existen organizaciones feministas que hacen acompañamiento amoroso a mujeres que han sido víctimas de violencia como lo es Tinta Violeta y La Quinta”, citó Zambrano.
Resaltó que en la ley se encuentra tipificado como un evento violento y que es un crimen, por eso invitó a las mujeres que estén pasando por un problema vinculado a esta práctica a que denuncien.
“Debemos hablar de ello para que exista”, insistió la antropóloga, alegando que “aunque creamos que no se logrará nada con ello, aunque pensemos que no nos creerán, es necesario”.
En un punto en que ambos especialistas coinciden es en el tema de la reincidencia de los acosadores, pues puede que ataquen a más de una persona.
“Una buena razón para denunciar, es que aunque la persona no sea sancionada, estará etiquetada en el sistema legal, y puede servir para ayudar a otra víctima o en ataques futuros”, finalizó Paredes.
Es necesario que a pesar del miedo, prejuicios y concepciones sociales denunciemos cualquier irregularidad, solo de esa manera dejará de ser común.
Sarah Barrios @_Sarjo96
El Universal
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