Papa Francisco: “Que las obras de solidaridad no desvíen del contacto con Jesús”

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Ángelus de este domingo 23 de agosto desde el Palacio Apostólico del Vaticano

El Papa Francisco pidió que las obras de solidaridad de la Iglesia “no desvíen del contacto con el Señor Jesús”.

Durante la reflexión previa al rezo del Ángelus este domingo 23 de agosto desde el Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre subrayó que “la caridad es siempre la vía maestra de la perfección”.

Al mismo tiempo, recordó que “la caridad cristiana no es simple filantropía, sino, por un lado, es mirar al otro con los mismos ojos que Jesús y; por el otro, es ver a Jesús en el rostro del pobre”.

El Pontífice invitó a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro a preguntarse: ¿Quién es Jesús? Señaló que la respuesta a esa pregunta no debe ser retórica, sino que debe involucrar la fe, “es decir, la vida. ¡Porque la fe es vida!”, exclamó.

“Una respuesta que nos pide también a nosotros, como a los primeros discípulos, la escucha interior de la voz del Padre y la consonancia con lo que la Iglesia, reunida en torno a Pedro, continúa proclamando. Se trata de entender quién es para nosotros Cristo: si Él es el centro de nuestra vida y el fin de todo nuestro compromiso en la Iglesia y en la sociedad”.

“Es indispensable y loable que la pastoral de nuestras comunidades esté abierta a las muchas pobrezas y emergencias”, afirmó, pero insistió en que en el centro debe estar Cristo.

En ese sentido, recordó el episodio evangélico en el que Pedro profesa su fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios.

“Esta confesión del Apóstol es provocada por el mismo Jesús, que quiere conducir a sus discípulos a dar el paso decisivo en su relación con Él. De hecho, todo el camino de Jesús con los que le siguen, especialmente con los Doce, es un camino de educación de su fe”.

Jesús comienza preguntando: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. La reacción de los discípulos es “hacer una competición en el referir las diferentes opciones, que quizá en gran parte ellos mismos compartían. Básicamente, Jesús de Nazaret era considerado un profeta”.

“Con la segunda pregunta, Jesús les toca directamente: ‘¿quién decís que soy yo?’. A este punto, nos parece percibir algún instante de silencio, porque cada uno de los presentes es llamado a involucrarse, manifestando el motivo por el que sigue a Jesús; por esto es más que legítima una cierta vacilación”.

Es Pedro el primero en romper el hijo y “con ímpetu declara: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo’. Esta respuesta, tan plena y luminosa, no le viene de su ímpetu, por generoso que sea, sino que es fruto de una gracia particular del Padre celeste”.

De hecho, “Jesús mismo lo dice: ‘No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos’. Al mismo tiempo, el Señor reconoce la pronta correspondencia de Simón con la inspiración de la gracia y por tanto añade, en tono solemne: ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella’”.

Con esta afirmación, “Jesús hace entender a Simón el sentido del nuevo nombre que le ha dado, ‘Pedro’: la fe que acaba de manifestar es la ‘piedra’ inquebrantable sobre la cual el Hijo de Dios quiere construir su Iglesia, es decir su Comunidad. Hoy, escuchamos dirigida a cada uno de nosotros la pregunta de Jesús: ‘¿Y vosotros quién decís que soy yo?’”.

ACI Prensa