La destrucción de documentos de identidad en alcabalas y fronteras, es el último ataque a los derechos humanos que reciben los emigrantes antes de salir de Venezuela. Para evitarlo deben “pagar” con comida, ropa o divisas extranjeras a los militares que deberían protegerlos
“En vez de defenderlos como hicieron en su juramento, los militares, la Guardia Nacional Bolivariana y la policía, lo que hacen en vejarlos, extorsionarles, robarles, porque esa es la palabra, lo poquito que puedan traer”, denunció a mediados de octubre del año 2020 monseñor Mario Moronta, desde la fronteriza diócesis de San Cristóbal, en Venezuela.
“En el nombre de Dios, ustedes, hombres de la Guardia Nacional, del Ejército, de la policía, piensen que esos migrantes que lamentablemente están huyendo del país para buscar un mejor porvenir, una mejor vivencia, son hermanos de ustedes, son hermanos nuestros y hay que respetarlos”, enfatizó ante los sufrimientos de los “caminantes”.
A pesar de las contundentes palabras del primer vicepresidente del Episcopado Venezolano, entre octubre de 2020 y los dos primeros meses de 2021, la realidad para los emigrantes no solo es igual, sino que se ha endurecido por motivos de la pandemia.
En las “alcabalas oficiales” dentro del país, así como en los casi 300 “pasos ilegales” en los estados Táchira, Zulia, Apure y Bolívar, la orden parece ser cada día más clara y practicada sin miramiento alguno: ¡Si no pagan, no pasan!
Les quitan la comida que llevan para el camino
“Yo traía un bolso con comida cruda y en todas las alcabalas que me fueron parando, me fueron quitando que si dos kilos de pasta, que si dos de arroz (…) para poderme dejar seguir. Muchas veces me tocó pasar por el monte, siendo venezolano, allá en Venezuela, para evitar la alcabala”, narra el señor Alcides, uno de los caminantes que salió del país suramericano, para buscar una mayor calidad de vida más allá de sus fronteras.
El testimonio está recogido en “Caminantes de ida y vuelta. El flujo de caminantes venezolanos por el continente en tiempos de pandemia”, que este 17 de febrero fue presentado por Ligia Bolívar, investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello. En 32 páginas, describe el flujo de caminantes desde Venezuela hacia diversos países de la región. Todo en un contexto de pandemia.
“Yo salí de mi casa con 160 dólares y cuando llegué a la frontera solo tenía 5 dólares en mis manos”, expresa una de las mujeres consultadas. Ella dijo que fue dejando su dinero en diferentes puestos de control hasta llegar a la frontera con Colombia. “Cuando pasamos nos pararon. En otra alcabala nos pedían 20 mil pesos para poder pasar; después, en otra alcabala nos pedían lo mismo. Nos agarraron como cinco alcabalas”, indica en el
Retienen o destruyen sus documentos de identidad
Bajo la amenaza de dejarlos sin el documento de identidad, los caminantes venezolanos son obligados a entregar “regalos”. Por ejemplo, comida, ropa y el poco dinero que llevan encima. La Guardia Nacional Bolivariana (GNB) retiene sus documentos durante largas horas o los dañan en medio de amenazas y acusaciones de “traición a la Patria”.
Reducir los emigrantes a la condición de “indocumentados” es la última de las violaciones de sus derechos en Venezuela. La profesora Ligia Bolívar al ser consultada para Aleteia, expresó mediante sonidos de voz desde Colombia, que no existe razón para este tipo de actitud. “Porque es algo absolutamente inaceptable, ilegal, inconstitucional e inhumano”, señaló.
No obstante, la investigadora recordó: “Existe una corriente de opinión impulsada desde las máximas esferas del régimen de Maduro, de criminalizar y descalificar a los que salen”. “Son traidores a la patria y eso quedó muy claro cuando se comenzó a dar lo del retorno a Venezuela de algunas personas, al inicio de la pandemia”, agregó.
Trajo a colación que por una parte Iris Varela dijo “que eran golpistas disfrazados y traidores a la Patria». «Tareck William Saab los llamó karma», prosiguió. «Y después empezó la identificación como bioterroristas o armas biológicas por parte de los militares”, sentenció.
Así también, en las redes sociales de la GNB –como evidencian otros informes del CDH UCAB- pidieron a la gente que denunciaran a los retornados. El argumento, que eran unos “trocheros, unas armas biológicas y había que encerrarlos”. Bolívar aseguro que “eso creó una fuerte corriente de opinión en la que jugó un papel muy importante, no solamente las máximas autoridades del Ejecutivo sino también los militares”.
Consecuencia de señalamientos desde el alto gobierno
Ante la falta de gasolina y el transporte que es muy caro en Venezuela, no es difícil para los militares identificar a los caminantes que ya están en ruta. “Entonces la GNB decide que la mejor manera de fastidiarles la vida es quitándoles sus pertenencias, cosa que estamos claros, hacen con cualquier venezolano”. “Las alcabalas son en este momento, unos peajes para los bolsillos personales de los guardias que están allí”, argumentó.
En el Informe del CDH UCAB se indica que la “travesía dentro de Venezuela es extremadamente agotadora para los caminantes, no por la ruta en sí”, sino porque algunas personas son detenidas sin razón alguna en las alcabalas “solo para retenerles su cédula de identidad, alegando una supuesta verificación”.
Esperan hasta seis horas sin que les devuelvan sus documentos. Algunos continúan “su recorrido, dejando atrás la cédula, asumiendo que de todas maneras sería un documento innecesario en el país de destino”. “Ya sea porque las cédulas han sido retenidas o porque fueron destruidas, el hecho es que muchas personas llegan a la frontera sin documentos”.
«Caminantes» sin zapatos adecuados
Ligia Bolívar cita a la periodista Lorena Bornacelly, quien realiza cobertura informativa en el estado Táchira: “Llegan sin los zapatos adecuados, con sandalias rotas, sin medias, sin hidratación, sin dinero para comprar alimentos (…) no solo llegan agotados físicamente por el largo recorrido, sino golpeados anímicamente pues han sido despojados de la mayor parte de las pertenencias y recursos que habían reunido para realizar su viaje. Es el último golpe que reciben en territorio venezolano, antes de cruzar”.
La investigación del CDH UCAB, también dedica otros capítulos a la caracterización de los caminantes en tiempos de pandemia; el cruce, un capítulo donde detallan que, ante el cierre de las rutas oficiales, el paso de personas desde Venezuela a Colombia y Brasil y de allí a otros países se realiza por las trochas. También abordan el tránsito por Colombia; las respuestas de autoridades y organizaciones; los retos y perspectivas para este año 2021; y las recomendaciones destinadas a las autoridades y actores humanitarios.
Ramón Antonio Pérez – Aleteia Venezuela
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