Por Elvy Monzant Arraga
El “coyote” engañó a Ender González. Le cobró 3.000 USD que logró reunir vendiendo casi todo lo que tenía, con la promesa de conducirlo de forma segura al otro lado de la frontera, pero lo dejó abandonado en el desierto. Mientras caminaba muerto de hambre y de sed fue detenido por la migra y llevado a una cárcel, a la que llaman “Estación Migratoria”.
Allí tras las rejas, tratados como delincuentes, cientos de migrantes aguardaban con tristeza su deportación. Contempló con horror a unos niños que fueron separados de sus padres y encerrados en unas jaulas. Sabe que afuera miles de sus compatriotas están laborando 12 horas diarias, de lunes a domingo, por menos del sueldo mínimo. Lo hacen resignados porque al no tener documentos no les queda otra opción que trabajar como esclavos para poder sobrevivir.
El verbo “Proteger”
Ante los altos niveles de vulnerabilidad de las personas en movilidad, continuando la reflexión sobre los cuatro verbos que propone el Papa Francisco, además de acoger debemos proteger.
Dice el Sucesor de Pedro: “El segundo verbo, proteger, se conjuga en toda una serie de acciones en defensa de los derechos y de la dignidad de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio”.
Para la Iglesia latinoamericana Proteger exige un compromiso con la defensa de los Derechos Humanos de los Migrantes. No se trata de pedir limosnas o favores, se exigen derechos consagrados en las Constituciones Nacionales y en los tratados internacionales.
Una mirada desde ‘Fratelli Tutti’
Señala la ‘Fratelli Tutti’: “Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país, porque su inmensa dignidad como persona humana, no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser” (FT 107).
El Vicario de Cristo subraya que es necesario reafirmar “el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra” (FT 38).
Al respecto afirma el Sumo Pontífice: “Es verdad que lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, de manera que se puedan encontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral (FT 129).
Pero también hay que defender el derecho a migrar, tal como está contemplado en el marco jurídico internacional.
No es un delito
Migrar no es un delito, por lo tanto los migrantes no deben ser perseguidos y reprimidos como delincuentes. Es importante destacar que la tendencia de la mayoría de los gobiernos es a desarrollar políticas antimigrantes:
“Tanto desde algunos regímenes políticos populistas como desde planteamientos económicos liberales, se sostiene que hay que evitar a toda costa la llegada de personas migrantes” (FT 37), apunta Francisco.
Prevalece “la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros, muros en el corazón, muros en la tierra para evitar este encuentro con otras culturas, con otras personas” (FT 27).
En realidad los Estados y tristemente algunos ciudadanos no desean que los migrantes pobres entren a sus países, porque los ricos, los políticos influyentes y los poderosos sí son acogidos.
El derecho a la salud
En el contexto que vivimos con la pandemia de COVID19, uno de los derechos fundamentales es la Salud, especialmente de las personas más vulnerables.
Al respecto señaló el Papa en su Mensaje por la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado en el 2018: “El estatus migratorio no debería limitar el acceso a la asistencia sanitaria nacional ni a los sistemas de pensiones, como tampoco a la transferencia de sus contribuciones en el caso de repatriación”.
En comunión con el Sumo Pontífice la Iglesia Latinoamericana y Caribeña tiene el compromiso de proteger de manera especial a los niños y niñas migrantes: “La Convención internacional sobre los derechos del niño ofrece una base jurídica universal para la protección de los emigrantes menores de edad. Es preciso evitarles cualquier forma de detención en razón de su estatus migratorio y asegurarles el acceso regular a la educación primaria y secundaria” (Mensaje por la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2018).
Cristo nos llama a proteger a los Migrantes defendiendo sus derechos.
Construyamos puentes.
Vida Nueva
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