La muerte de Covid a los 79 años del cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo emérito de Caracas. Fue un gran enemigo del régimen comunista, que lo atacó en 2017 cuando la turba chavista violó la Basílica de Santa Teresa en Caracas para atacarlo.
Hombre “con un solo rostro” como cuando impugnó la ceremonia en el Vaticano con la Pachamama, pero paternal en las relaciones, como en el último correo que me escribió antes de ingresar a cuidados intensivos: no dejó de animarme espiritualmente incluso entonces.
El jueves 23 de septiembre se confirmó el fallecimiento del cardenal Jorge Urosa Savino (79 años), arzobispo emérito de Caracas, tras casi un mes de agonía en cuidados intensivos por Covid19. Así lo confirmó el cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico de Caracas, al anunciar su entierro el viernes 24 de septiembre, en el Panteón ubicado dentro de la Catedral de Caracas.
El Papa Francisco envió sus palabras de pésame al clero venezolano con un telegrama en el que lo definía como un “pastor devoto”, que “ofreció su vida al servicio de Dios y de la Iglesia”. Pero no solo eso, en realidad el Cardenal Urosa Savino fue más que un Pastor devoto, para los venezolanos fue un verdadero “hombre de Dios”, como él mismo llamó al Dr. José Gregorio Hernández.
“Él era verdaderamente un hombre de Dios. Vivió permanentemente unido a Dios a través de una fe viva, profunda y ardiente que siempre lo empujó a hacer el bien. Tenía una firme esperanza en Dios en medio de las dificultades; expresó su amor a Nuestro Señor a través de una vida de intensa piedad religiosa y amor al prójimo”, dijo en una entrevista con Bussola Quotidiana, refiriéndose al “médico de los pobres”, pero quien lo ha conocido puede afirmar que este La descripción se aplica perfectamente al propio arzobispo emérito de Caracas.
“Somos del Señor tanto en la muerte como en la vida”, recordó Mons. José Trinidad Fernández, Obispo electo de Trujillo y Secretario General de la Conferencia Episcopal Venezolana, durante la Misa en sufragio por el Cardenal Jorge Urosa Savino. Y afirmó que, a lo largo de su vida, “el cardenal Urosa siempre ha cultivado el amor de Dios”, como sugiere su lema episcopal “Pro Mundi Vita”, cercano a los desposeídos, atento a las necesidades sociales, dedicado a la formación. de sacerdotes y ofreciéndose al servicio de todos sin exclusión, describió el obispo.
Y ese intenso amor a Dios lo llevó también a dedicarse a la lucha por la libertad del pueblo venezolano, que quedó en su pensamiento incluso en sus últimos momentos de lucidez. “Expreso mi gran afecto al pueblo venezolano y mi entrega absoluta a su libertad, a sus instituciones, a la defensa de los derechos de las personas frente a los abusos que han cometido los gobiernos nacionales. Y en ese sentido siempre he actuado, no por odio o rencor, sino en defensa de la libertad, la justicia y los derechos del pueblo venezolano. Entonces espero que Venezuela salga de esta situación negativa”, dijo en una carta que escribió antes de ingresar a la unidad de cuidados intensivos, como una “declaración de amor” a Dios, a la Iglesia y al pueblo venezolano.
Ese amor patriótico marcó su labor pastoral en Venezuela y por eso fue un gran enemigo del régimen comunista. “Debemos buscar la paz, pero no hay paz sin justicia”, dijo en numerosas ocasiones al ser consultado sobre el diálogo con Nicolás Maduro. Su voz era impactante, tan impactante como su presencia, y siempre enfrentó al chavismo con mucha valentía, incluso exigiendo la renuncia de Nicolás Maduro en varias ocasiones.
La Semana Santa 2017 quedará en la historia, cuando ese verbo firme que lo caracterizó en defensa de los derechos humanos de los venezolanos hizo que una multitud chavista ingresara violentamente a la Basílica de Santa Teresa en Caracas para agredirlo, luego de que él hubiera insistido en el hecho de que allí No hay doctrina superior a la de Dios, que pide al régimen que “cese la represión de las manifestaciones populares”, que en los últimos días habían provocado tres muertos y centenares de heridos. Sin embargo, la furia chavista no le alcanzó porque los mismos fieles y sacerdotes que allí estaban se enfrentaron a los atacantes y protegieron al cardenal para que llegara sano y salvo a la sacristía del templo.
“Era un hombre de una sola cara … carácter fuerte, sí, pero necesario. Ningún sacerdote, ningún político se atrevió a abusar frente a él … era un hombre íntegro, todo en una sola pieza”, dijo Don Alberto Márquez, quien vivió de cerca sus 15 años de labor pastoral como arzobispo de Valencia. Hoy es el nuevo rector del seminario arzobispal “Nuestra Señora del Socorro”, cuya sede fue construida por el propio Cardenal Urosa.
De hecho, el cardenal venezolano siempre ha dicho lo que pensaba, sin medias tintas, incluso al Papa Francisco. Así alzó su voz de indignación contra la Ceremonia de la Pachamama realizada por el pontífice en los Jardines Vaticanos.
En cambio, a quienes tuvieron el privilegio de contar con su amistad, y este también es el caso de la abajo firmante, mostró su lado más sensible y hasta paterno: poco antes de ser trasladado a la UCI, tuve la oportunidad de intercambiar unas palabras. con él vía email, donde confirmó que tenía Covid, pero “en una versión suave”, dijo, quizás para no preocuparme, y a pesar de su condición nunca dejó de animarme espiritualmente, poniendo siempre a la “Virgen madre y reina de misericordia”.
Hoy Venezuela está de luto y de luto por su cardenal. Pero, en honor a esa firmeza que lo caracterizó, los venezolanos deben permanecer firmes en la lucha por la justicia y la verdad, como lo hizo en su vida el cardenal Jorge Urosa Savino. “No hay otro objetivo al que aspirar que no sea el de los derechos, la justicia y un gobierno digno y digno de la grandeza del país”, dijo Mons. José Trinidad Fernández.
El Guardián Católico
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