Al reflexionar en el Evangelio de este domingo 20 de febrero en el que Jesús alienta amar a los enemigos, el Papa Francisco dijo aún hoy es posible amar “a quien nos hace mal” y “poner la otra mejilla”.
En el habitual rezo del Ángelus dominical desde la Plaza de San Pedro, el Papa dijo que en el pasaje del Evangelio de San Lucas, Cristo da “algunas indicaciones fundamentales de vida” para los momentos más difíciles.
“¿Es posible que una persona llegue a amar a los propios enemigos? Si dependiera solo de nosotros, sería imposible. Pero recordemos que, cuando el Señor pide algo, quiere darlo. Nunca el Señor nos pide algo que no ha dado antes. Cuando me dice que ame a los enemigos, quiere darme la capacidad de hacerlo. Sin esa capacidad, no podremos”, añadió el Papa.
Recordó la oración de San Agustín escrita en el libro de las Confesiones “Señor, da lo que mandas y manda lo que quieras” y alentó a pedir a Dios “la fuerza de amar que es el Espíritu Santo y con el Espíritu de Jesús podemos responder al mal con el bien, podemos amar a quien nos hace mal. Así hacen los cristianos”.
“Pensemos en una persona que nos ha hecho mal. Cada uno piense en una. Es común que hemos recibido el mal de alguno, pensemos en esa persona, quizá hay rencor dentro de nosotros. Entonces, a este rencor acercamos la imagen de Jesús, manso, durante su proceso, después de la bofetada. Y después pidamos al Espíritu Santo que actúe en nuestro corazón”, invitó el Papa.
En el Evangelio, “el Señor se refiere a las situaciones más difíciles, las que constituyen para nosotros el banco de pruebas, las que nos ponen frente a quien es nuestro enemigo y hostil, a quien busca siempre hacernos mal. En estos casos el discípulo de Jesús está llamado a no ceder al instinto y al odio, no ceder, sino a ir más allá, mucho más allá, ir más allá del instinto, ir más allá del odio”, indicó.
“Parece que el Señor pide lo imposible”, dijo y recordó la actitud que Jesucristo tuvo durante la pasión “en su injusto proceso”.
“Poner la otra mejilla no significa sufrir en silencio, ceder a la injusticia. Jesús con su pregunta denuncia lo que es injusto. Pero lo hace sin ira ni violencia, es más, con gentileza. No quiere desencadenar una discusión, sino calmar el rencor”, señaló.
“Esto es importante: apagar juntos el odio y la injusticia, tratando de recuperar al hermano culpable. No es fácil esto, pero Jesús lo hizo y nos dice que lo hagamos también nosotros”, indicó.
“Poner la otra mejilla no es el repliegue del perdedor, sino la acción de quien tiene una fuerza interior más grande, poner la otra mejilla es vencer el mal con el bien, que abre una brecha en el corazón del enemigo, desenmascarando lo absurdo de su odio. Esta actitud, este poner la otra mejilla no está dictado por el cálculo, por el odio, sino el amor”, afirmó el Papa.
El Santo Padre destacó que “el amor gratuito e inmerecido que recibimos de Jesús el que genera en el corazón un modo de hacer semejante al suyo, que rechaza toda venganza” en cambio “nosotros estamos acostumbrados a la venganza… a guardar en el corazón el rencor, que hace mal, destruye a las personas”.
Explicó que “rezar por quien nos ha tratado mal es lo primero para transformar el mal en bien” y rezó para “que la Virgen María nos ayude a ser constructores de paz hacia todos, sobre todo hacia quien es hostil con nosotros y no nos gusta”.
Con información de ACI Prensa
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