Tiziana Polesel, presidenta del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), explicó para El Diario que el 90 % de las empresas que pudieron habilitar el servicio de delivery no piensan retirarlo. Fernando Pereira, educador y fundador de Cecodap, aseguró que el covid-19 aumentó la brecha entre las instituciones privadas y las públicas
El 13 de marzo de 2020 el régimen de Nicolás Maduro anunció los primeros casos de covid-19. Desde entonces, al igual que en el resto del mundo, muchas cosas han cambiado, como la educación o la economía. Si bien la pandemia obligó a acelerar varias reformas que eran necesarias y que se habían pausado o ralentizado debido a la crisis económica y humanitaria, el país no estaba preparado para asumir esos cambios tan vertiginosos, de acuerdo con expertos consultados por El Diario.
Servicio de delivery
La pandemia del covid-19 dinamizó la entrega de bienes y servicios en Venezuela. Con el paso del tiempo, fue cada vez más común observar en las calles a motorizados o ciclistas de alguna empresa de delivery. PedidosYa, Yummy, Ocho, Glovo, Amiko, por mencionar algunas; así como otros tantos que crearon una red privada.
No obstante, la cantidad de comercios en todo el país que pudieron implementar el servicio de entregas a domicilio es baja, de acuerdo con la presidenta del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), Tiziana Polesel. El impacto o la sobreestimación de cálculos con respecto a la cantidad de locales que ofrecen delivery obedecen entonces a que antes de la pandemia del covid-19 este servicio era casi inexistente en Venezuela.
“En Venezuela habíamos sido bastante tímidos en ofrecer ese tipo de servicios básicamente por una razón de seguridad. El público tardó un cierto tiempo en superar esa barrera, de darse cuenta de que los servicios eran confiables, compañías organizadas con supervisión. Una vez que esto ocurrió, de alguna manera se potenció”, explicó Polesel para El Diario.
El mismo efecto ocurre con la cantidad de ventas a través de esa modalidad. De acuerdo con cifras de Consecomercio, el servicio de ventas a domicilio no supera el 22 % en el caso de los negocios que sí pudieron implementarlos. La mayoría son locales de comida o ropa. Comercios como talleres mecánicos o servicios médicos como el odontológico no pudieron subirse a esa ola. De todas esas empresas que tienen delivery, de acuerdo con Polesel, el 90 % no tiene intención de eliminarlo. Llegó para quedarse.
El 90 % van a continuar con ese servicio porque a pesar de que el porcentaje de ventas no supera el 22 %, es importante como valor de marca. Hay un principio en el servicio que dice que una vez que das un servicio, al eliminarlo es más el daño a la marca que se pudiera generar”, comentó la presidenta de Consecomercio.
Por otra parte, Polesel aseveró que el fenómeno ocurrió principalmente en las pequeñas empresas, a las que se le hizo más fácil adaptarse a la situación al no tener tantas trabas burocráticas ni procedimientos internos.
Teletrabajo
Con la imposibilidad de salir de casa debido a la cuarentena, sumado a la necesidad de producir ingresos, los trabajos debieron adaptarse para hacerlos de manera remota. Aunque muchos negocios no pudieron trabajar bajo esa modalidad y debieron esperar hasta la flexibilización de la pandemia para operar de manera más frecuente, muchas compañías llevaron a cabo un proceso de adaptación de trabajo a distancia que, aunque algunas lo tenían en sus planes, el covid-19 lo aceleró sin tener las capacidades necesarias.
“Muchas empresas ya habían empezado a pensar en el teletrabajo, en la forma de trabajo híbrida (parte presencial y parte remota), pero la pandemia hizo acelerar esto y las empresas tuvieron que asumir una inversión que probablemente hubieran hecho de una forma más lenta, para poder dotar a los empleados de lo necesario. Por supuesto, algunos de sus sistemas internos tuvieron que cambiar, y eso generó cierto trastorno”, explicó la presidenta de Consecomercio.
La educación
A diferencia de varios países del mundo en los que la pandemia del covid-19 fue el punto de inflexión que ocasionó una crisis en el sistema educativo, en Venezuela solo supuso el empeoramiento de una realidad que ya estaba tocando fondo debido a la crisis económica y humanitaria. Asimismo, abrió todavía más la brecha entre las condiciones de los centros educativos públicos, que representan poco más del 22 % en el país, y la educación privada.
Unos datos que revelan esta prolongación de la crisis, es que desde el año 2018 hasta 2021, 1,2 millones de estudiantes y 166.000 profesores en todo el país desertaron del sistema educativo venezolano, de acuerdo con un estudio desarrollado por el Centro de Innovación Educativa (CIED) de la Extensión Social Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
enimos de años en los que el sistema educativo venía erosionando progresivamente por el impacto de la emergencia humanitaria, que había hecho destrozos en cuanto a las condiciones y posibilidades de llevar a cabo el hecho educativo”, explicó Fernando Pereira, educador y fundador de los Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap).
Pero la pandemia, dijo Pereira, rompió con el último factor que sostenía el vínculo de algunos estudiantes y docentes con la educación: la presencialidad.
Venezuela duró 19 meses sin clases presenciales debido a la pandemia. Aunque en principio el régimen de Nicolás Maduro ordenó el reinicio de las clases en enero de 2022, debido al repunte de casos de covid-19 en todo el país, muchos planteles educativos debieron retornar a la semipresencialidad. Hasta ahora, muchos colegios han optado por mantenerse de esa manera, mientras que otros mantienen la presencialidad pero solo unos pocos días a la semana.
El uso de la tecnología
La semipresencialidad, sin embargo, conlleva un cambio que, aunque era necesario en la educación venezolana, ni los centros educativos ni los estudiantes podían garantizar: el uso de la tecnología para poder participar en las clases.
“Antes de la pandemia, en la mayoría de los centros educativos la tecnología era vista como un elemento distractor. Los equipos tecnológicos estaban prohibidos, se decomisaban, había advertencia a los padres para que no dejaran a sus hijos llevarlos a los colegios”, comentó Pereira. “La contradicción fue que a esos mismos estudiantes que les prohibieron el uso de los equipos, de la noche a la mañana les dijimos que se tenían que conectar obligatoriamente para acceder a plataformas, bajar aplicaciones, y quienes no tenían dispositivos, debían buscar”.
“La pandemia ha ayudado a visibilizar y a evidenciar los ingresos insuficientes. Los docentes debieron hacer otras actividades para subsistir, como tareas dirigidas u otras cosas que no tienen nada que ver con la educación. También está evidenciando la dificultad de contar con docentes calificados, muchos de ellos están teniendo resistentes a incorporarse a los horarios, por cuanto la cantidad de horas que tienen que dedicar no compensa el pago que están recibiendo”, afirmó Pereira.
A pesar de que muchas instituciones privadas no arrastran esos problemas de ingresos o de servicios básicos, la presidenta de Consecomercio, institución que tiene afiliados a centros educativos privados, asegura que la presencialidad completa es una de las emergencias que afrontan. “Si algo queda claro es que la presencialidad es fundamental para desarrollar ciertos proceso de socialización obligatoriamente y no lo sustituye unas instrucciones a través de la tecnología”, dijo.
Para el fundador de Cecodap, no obstante, la educación venezolana no está en la capacidad de adaptarse a los problemas que se iniciaron o se profundizaron debido a la pandemia del covid-19.
El Diario
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