Durante la beatificación de la religiosa peruana del Buen Pastor, asesinada por terroristas de Sendero Luminoso, el cardenal Porras pidió que “la guerrilla y la guerra desaparezca para siempre del mundo entero”
El martirio de la Hermana Aguchita tiene varias caras que merece tener en cuenta: en primer lugar el sinsentido de la violencia, el crimen, la injusticia, lo nefasto de las ideologías para quienes la vida humana no cuenta.
El cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo predicaba de esta manera el sábado 7 de mayo, en el Vicariato Apostólico de San Ramón (Perú), durante la ceremonia de beatificación de María Agustina de Jesús Rivas López, conocida como “Aguchita”.
Porras fue el enviado del papa Francisco para presidir la ceremonia de beatificación. La religiosa perteneció a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor.
Fue asesinada por odio a la fe en 1990, a manos de Sendero Luminoso, una organización terrorista de ideología comunista, de acuerdo con la nota recibida desde la Arquidiócesis de Mérida (Venezuela), donde es arzobispo Porras Cardozo.
“El uso indiscriminado de las armas no solo deja muerte y desolación, no soluciona los problemas reales de la convivencia humana”, dijo el Purpurado.
“Que la guerrilla y la guerra desaparezca para siempre del mundo entero y de esta tierra bendita de la selva amazónica”, pidió en la ceremonia.
Seamos capaces de sanar el dolor y el desprecio, asegurando, contrayendo lentamente la globalización de la solidaridad sin dejar a nadie al margen, dijo el también administrador apostólico de la Arquidiócesis de Caracas.
Ante 20 obispos de Perú y más de tres mil asistentes a la ceremonia, el cardenal Porras Cardozo consideró que en la Hermana Aguchita, el martirio no fue una improvisación sino el holocausto final del amor a su vocación.
Su vida y su muerte nos recuerdan que para todo bautizado esta es una dimensión constitutiva de su existencia; que la entera vida cristiana mira al martirio como un horizonte permanente, a esa dimensión oblativa, y sea de la manera más incruenta, las más de las veces o de manera cruenta.
Más adelante el cardenal venezolano agregó:
En la Hermana Agustina, se hizo presente el Evangelio del Buen Pastor, proclamado en esta Eucaristía. Como buena pastora, Aguchita dio su vida por sus ovejas. También a ella la amó el Señor porque dio la vida para recobrarla, nadie se la quitó, ella la dio voluntariamente.
Perú tierra de santos
El Obispo del Vicariato Apostólico de San Ramón, Monseñor Gerardo Zerdín, anunció hacia el final de la ceremonia que la iglesia frente a la cual se celebró la misa de beatificación será en adelante el Santuario Vicarial de Santa Rosa de Lima y de la Beata Agustina Mártir, indica un despacho de la Agencia Fides.
Por su parte, el arzobispo de Trujillo, monseñor Miguel Cabrejos Vidarte, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), destacó que Perú es “tierra de santos”. Luego mencionó a Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Juan Macías, Santo Toribio de Mogrovejo y San Francisco Solano. También es “tierra de mártires”, dijo.
En esta línea habló del “testimonio y fidelidad a Cristo y a su Iglesia” de los mártires de Chimbote se sitúa “el heroico sacrificio de la mártir María Agustina Rivas López”.
Quisieron ahogar sus vidas en el silencio de la muerte, pero Dios lo convirtió en un grito de justicia que resonó y resuena en la Iglesia universal; quisieron derramar su sangre para eliminar su presencia y su fe entre la gente sencilla de Florida.
El martirio de la religiosa es “un emblema de caridad y esperanza que fortalece nuestro compromiso”, dijo para concluir monseñor Cabrejos Vidarte, exhortando “a renovar la pasión por Jesús, la pasión por su Evangelio y la pasión por su pueblo, el Pueblo Santo de Dios”.
Hoy nos alegramos en el Señor por tener una beata valiente que dio su vida por Cristo y por los pobres por lo tanto, es el ejemplo de servicio y fidelidad para todos nosotros, concluyó.
¿Por qué es beatificada la Hermana Aguchita?
La misa de beatificación se realizó en el mismo parque donde Aguchita perdió la vida tras recibir 5 impactos de bala, disparados por una joven de 17 años perteneciente al grupo comunista, el 27 de septiembre del año 90.
La religiosa era acusada de hablar con los ashánincas, una comunidad nativa que rechazaba a Sendero Luminoso, y de ayudar a los pobres de esta localidad.
Ramón Antonio Pérez / El Guardián Católico
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