En los albores de la Maracaibo del siglo XIX que se proyectaba como la primera ciudad de Venezuela por las bondades que le brinda el Lago del Coquivacoa y su apertura al comercio internacional vio nacer Juana Josefa Bermúdez Pirela un 30 de enero de 1898 en la emblemática barriada de Santa Lucía.
Juana Josefa Bermúdez nació bajo fe católica y fue bautizada en la iglesia de Santa Lucía el 27 de junio de 1898, sus padres fueron Andrés Bermúdez Paz y Mercedes Pirela Díaz.
Desde muy joven siento el llamado del cuidado por los pobres y necesitados, Juana en compañía de su hermana María Chiquinquirá, se disponían a visitar los sectores más desfavorecidos de Maracaibo mientras estudiaba en el Centro Educativo Colegio Superior Femenino.
Vida religiosa
En 1925, Juana Josefina, salió del puerto de Maracaibo embarcando rumbo a Caracas, en el barco Mara en un viaje que duró cinco días llegando un 24 de mayo (Día de la festividad de María Auxiliadora). Allí visitó el Hospital San José de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía; y ese mismo día se trasladó a Caracas para incorporarse a la Congregación, para entregar su vida a Jesús Crucificado y a los más necesitados.
En la Congregación de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, Juana Josefa Bermúdez Pírela recibió el nombre de Tarsicio de San José, en honor a San Tarsicio, el primer mártir de la Eucaristía.
La Hermana Tarsicio de San José, se le confió la misión de recopilar toda la información del origen de la Congregación fundada por la hoy Venerable Madre Emilia de San José, quien escuchó con atención a las Hermanas mayores cofundadoras, que habían participado en el proceso de fundación de la Congregación y primeras hermanas que habían sido formadas directamente por la Madre fundadora.
Por tanto, la monja zuliana escribió de su puño y letra la Historia de la Congregación de las Hermanitas Pobres de Maiquetía, conocida como “los Volúmenes Azules”. Asimismo, La Hermana Tarsicio de San José, fue en su Congregación, el referente de cómo debía ser el modelo de vida de las Hermanitas de los Pobres.
Para el año 1933 y a la edad de 35 años hizo profesión perpetua de sus votos, por su fe, por su devoción para la Madre Fundadora Emilia de San José y por llevar de la historia oral a la escrita toda la fundación de la Primera Congregación Religiosa venezolana, las Hermanitas Pobre de Maiquetía, por lo que la involucran en el proceso de beatificación que inició en 1938.
El 5 de enero de 1957, la Congregación le asignó la responsabilidad de instruir el Proceso Informativo para la Causa de beatificación de Madre Emilia de San José y, posteriormente, la investigación, la recopilación de testimonios y la redacción de la Positio de la Causa de Beatificación de la Madre fundadora ante la Congregación de la Causa de los Santos. En Roma estuvo al frente de la comunidad de Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, que prestaba sus servicios al Cardenal Corrado Bafile, Prefecto de esa Congregación.
El 24 de mayo de 1975 celebró en el Hogar San José de la Montaña en Maracaibo con sus hermanos y demás familiares y la comunidad de Hermanitas de los Pobres de Maiquetía sus cincuenta años de vida religiosa.
En sus 68 años de vida religiosa, desde los 27 años hasta los 95 años, ocupó tanto los cargos y responsabilidades más humildes como los cargos muy alta posición en su Congregación, como enfermera, limosnera, superiora, maestra de novicias, Madre Consejera General de toda la Congregación, Historiadora, Hagiógrafa Redactora de la Positio en el Vaticano de la auténtica fundadora de su Congregación las Hermanas de los Pobres Madre Emilia de San José
Testimonio de Santidad
La Hermana Tarsicio de San José, regresa a su natal Maracaibo el 15 de diciembre de 1988 al Hogar San José de la Montaña regentado por su Congregación, su salud se fue deteriorando cada día más, pero su fe y su amor a la Eucaristía se fortalecen cada vez más.
La monja zuliana se mantuvo en todo momento consciente y se preparó para su tránsito al cielo, así quedó demostrado en sus últimas poesías publicadas en el libro de Crónicas de las Hermanitas de los Pobres en el Hogar San José de la Montaña, en Maracaibo, 15 de abril de 1.993. Hasta el final de su vida mantuvo la plenitud de facultades mentales.
El Presbítero Roberto Morales, quien para ese entonces era el párroco de la Iglesia de Santa Lucía, preparó a la Hermana Tarsicio de San José a su tránsito al cielo, administrando los sacramentos de la confesión, Extremaunción y Santa Eucaristía, para así alistarla a su anhelado viaje al Cielo para encontrarse con Dios, su amor, el 15 abril de 1993.
En el libro de Crónicas de las Hermanitas de los Pobres en el Hogar San José de la Montaña, las hermanas de la Congregación recopilaron el testimonio de varias religiosas donde exaltaron la fama de santidad de la Hermana Tarsicio de San José “¡Es una Santa mujer!, ¡era una Santa mujer!, ¡era una mujer de Dios! De verdad. Era muy serena, muy confiada, muy llena de Dios… constante y permanentemente!, Y claro que sí…! ¡Tendrá el grado de Santidad!, porque, ¿qué le podía faltar para ser una Santa?, palabras del Sacerdote Roberto Morales, ex párroco de la Iglesia Santa Lucía.
Por su parte, la Hermana María de los Ángeles Perdomo, describe a Hermana Tarsicio de San José como una mujer de Dios, una mujer profunda, “yo siempre la vi como ejemplo”.
El extracto del testimonio de la Hermana Emilia Rivero, describe a Hermana Tarsicio de San José como “una persona de mucha oración… Ella se metía en la capilla que era un oratorio pequeño y hacía largos ratos de oración… pues… uno veía, eran largos ratos de oración…
Mientras que la Hermana Cointa indicó que era una mujer virtuosa, muy espiritual y piadosa, y describió a la Hermana Tarsicio de San José como “una mujer de alma grande, disciplinada, con gran rectitud y muy exigente con ella misma, de mucho temple, de piedad admirable, era fuerte y amena al mismo tiempo.” “Que la Hermana Tarsicio de San José, fue una enamorada de San Juan de la Cruz y de la espiritualidad carmelita,” y que “la Hermana Tarsicia de San José, expresaba una rectitud difícil de imitar.”
En tanto, La Hermana Tarsicio de San José fue una religiosa zuliana que murió en olor a santidad, quien tuvo mucha responsabilidad dentro de su Congregación, servicial, laboriosa y productiva, su adoración y contemplación al Santísimo Sacramento le permitió estar en meditación y estar más cerca de Dios.
Alfredo Reyes Labarca
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