Ante las próximas celebraciones de la Solemnidad de Todos los Santos y el día de los fieles difuntos, algunos piensan que el también llamado “Día de Muertos” es lo mismo que Halloween, un controversial evento de la noche del 31 de octubre. ¿Qué de cierto hay en esto?
En diálogo con el Padre José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis Primada de México, explicó en 2018 que “hay una gran diferencia” entre la costumbre anglosajona, que celebra entre otras cosas Halloween, y en particular la mexicana, que tiene la festividad de Día de Muertos el 2 de noviembre.
“Hay una gran diferencia en aquella costumbre o cultura anglosajona que presenta a los muertos no como calaveritas sonrientes, festivas, coloridas”, como es el caso del Día de Muertos en México, “sino que los presentan como zombies, que se aparecen para matar en viernes 13, que se aparecen para llevarse niños, para hacer orgias y quién sabe cuánta cosa”.
“Hay una gran diferencia entre esta muerte vista por el mundo anglosajón, que encanta a las películas, a esta muerte incluso presentada ahora en la película ‘Coco’, en donde se ve la muerte como una oportunidad de recordar a tus seres queridos, que sigan viviendo en la inmortalidad, y sobre todo con un ambiente festivo”, señaló.
Cristo venció a la muerte
El P. Aguilar señaló que “la Sagrada Escritura comienza hablándonos de la muerte, propiciada por el pecado de Adán y Eva”.
“Por lo tanto, todos los seres humanos tenemos que pasar por ese momento, y sabemos que la muerte vencía al ser humano hasta que Cristo fue capaz de vencerla con su muerte y su resurrección”.
El sacerdote mexicano subrayó que “unirse a Cristo permite que la persona venza a la muerte y viva en la eternidad en el amor”.
“Por esta razón, los cristianos nos esforzamos cada día por alcanzar esa vida eterna, pero también oramos por aquellos que han muerto y que nos causa un gran dolor su partida, pero una gran esperanza saber que van a unirse con Dios”.
“Y nos alegramos también por aquellos que ya han llegado a su meta, a quienes conocemos como santos, y que sabemos que también interceden tanto por los vivos como por aquellos que van en camino a la eternidad”, indicó.
La cultura religiosa mexicana
El P. Aguilar explicó también que la cultura religiosa mexicana “tiene estos dos alimentos”: por una parte el Evangelio y por otra las tradiciones prehispánicas “que han sido evangelizadas”.
“En la tradición prehispánica se pensaba que los difuntos necesitaban venir a alimentarse en la familia, para poder continuar, vamos a decir así, viviendo en el ‘mictlán’, en el más allá. Por lo tanto, se hacía un acto de solidaridad con ellos, brindándoles estas ofrendas, estos altares”.
Sin embargo, añadió, “en el pensamiento cristiano, sabemos que ya no lo necesitan, que ellos están con Dios, están en el paraíso, no necesitan venir, no necesitan alimento, no necesitan agua, y por lo tanto, aunque ponemos ofrendas, ya no tienen el sentido prehispánico. Sino las ponemos como un homenaje a ellos y en estas ofrendas añadimos elementos que tienen que ver algo con nuestra fe”.
“Por ejemplo el agua, que recuerda el bautismo, la luz que representa la fe, la sal que nos recuerda que debemos ser sal de la tierra y luz del mundo, un crucifijo que significa que nuestra fe está especialmente centrada en Cristo”, dijo el sacerdote.
“Hay personas que ponen incluso algunos letreros con los sacramentos. Y por supuesto, no pueden faltar las imágenes de nuestros difuntos que sabemos que no están muertos, que viven en la presencia de Dios”.
En la cultura mexicana, subrayó, no se ve “la muerte como algo negativo, sino como parte de la vida”.
“Por lo tanto, la vida y la muerte se admiran, se reconocen y se aceptan. De tal manera que así como nosotros en los carnavales celebramos la vida disfrazándonos de distintas maneras, también en el tiempo del día de difuntos, celebramos que la muerte no es algo que nos destruye, por lo tanto representamos a la muerte de distintas maneras”.
“Es más, nos representamos a nosotros como muertos, a nuestros seres queridos les ponemos una calaverita, fíjate, de azúcar en la ofrenda, indicando que la muerte de nuestros seres queridos con la fe no va a ser dolorosa”, resaltó el presbítero.
“Y recordamos a nuestros seres queridos no como un esqueleto en el cementerio sino como un ser humano vivo”, añadió.
ACI Prensa
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