“Hoy, mucha gente tiene más miedo la muerte que nunca nadie antes había tenido”
«De todos los ritos que el hombre ha practicado a lo largo de la historia, los funerarios han sido los primeros. Enterrar a los muertos es procurarles un refugio, enviarlos al seno del fuego o de la tierra y darles protección»
«La sociedad occidental no sabe qué hacer con sus muertos. Los niños y los jóvenes sólo conocen la muerte de las pantallas»
«Os progres, con el halloween, importado de los Estados Unidos de América, están colaborando al mantenimiento y a la recuperación de una tradición europea tan vieja como el tiempo: el culto a los muertos»
«La gente de Galicia comía castañas la víspera de los Fieles Difuntos con la fe de que cada una libraba un alma del purgatorio»
La movilización es una de las características de nuestro tiempo. Unas cosas han cambiado en realidad, pero otras solo aparentemente. Los modernos se ríen cuando oyen que los antepasados creían que los muertos se iban de viaje y, para reponer fuerzas y seguir caminando les metían o ponían en el ataúd sus joyas, y comida. Los que toman estas cosas a risa, aunque inconscientemente, creen lo mismos cuando les llevan rosas.
La tanatopraxia es un intento de inmortalizar el cuerpo. Maquillaje, incorporar música a la caja. Muchos vuelven a meter en la caja objetos preferidos del muerto, como las sociedades primitivas. Pero los antiguos admitían creer en el viaje y los de hoy dicen no creer en nada de eso. Si no creen en nada, si están seguros de que han muerto de y todo, si fueran conscientes de que la muerte es la reducción de todo a la nada, se olvidarían de sus antepasados desde el momento del último suspiro de éstos.
Hoy, mucha gente tiene más miedo a la muerte que nunca nadie antes había tenido. Los estímulos recibidos, a pesar de que los años de vida se han alargado tanto, los deseos de hacer cosas y los proyectos debidos a las condiciones de vida, fomentados durante tantos años, han crecido de manera exponencial. Por ello, a pesar de que de cada uno tiene mucho más tiempo que nuestros antepasados para hacer cosas, les faltará tiempo para cumplir todos los deseos y realizar todos los proyectos porque a medida que va haciendo y cumpliendo unos surgen otros nuevos.
De todos los ritos que el hombre ha practicado a lo largo de la historia, los funerarios han sido los primeros. Enterrar a los muertos es procurarles un refugio, enviarlos al seno del fuego o de la tierra y darles protección. Los cadáveres insepultos pueden ser pasto de las aves carroñeras y de los perros. Y, en el fondo, trae más a cuenta estar a bien con los muertos que con los vivos pues con ellos eternamente he de reposar.
La sociedad occidental no sabe qué hacer con sus muertos. Los niños y los jóvenes sólo conocen la muerte de las pantallas. Las prácticas y los ritos tradicionales con motivo de la muerte se asentaban en la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma. Al no creer en el más allá, al considerar a la hombruna pasión inútil nacida para morir, el hombre es un ser sin sentido, un contrasentido, de ahí la angustia existencial en que vive el ser humano.
El día uno de noviembre los celtas apaciguaban los poderes del otro mundo y propiciaban la abundancia de las cosechas con la celebración de la fiesta samaim, la cual era, para unos, el comienzo del invierno y, para otros, el final de verano; en todo caso era el principio de una nueva gestación, y de un período de intensa comunicación entre los habitantes de este y del otro mundo. Se reunía una gran multitud porque era una fiesta obligatoria. Los celtas celebraban el samaim en el nemeton o blanco de los bosques, en memoria de los antepasados.
Resulta, pues, por una razón u otra, que el bosque y el templo eran, para los celtas, nociones equivalentes o intercambiables. Por una vez y sin que sirva de precedente, los progres, con el halloween, importado de los Estados Unidos de América, están colaborando al mantenimiento y a la recuperación de una tradición europea tan vieja como el tiempo: el culto a los muertos. Para constatar el culto que hoy seguimos rindiendo a los muertos no hace falta más que echar el pie fuera de casa: nuestras carreteras están llenas de túmulos. Hasta las aceras de las ciudades. Y aunque nos hayamos olvidado de rezar por ellos, seguimos dándoles de comer toneladas de flores
Por las mismas fechas, los romanos celebraban las saturnales. El mundo de los espíritus se entreabría y salían personajes de pesadilla, las almas tenues, los cuerpos que habían sido enterrados y las sombras. Durante la preparación de parentalia, los romanos ofrecían a sus muertos, que eran menos ávidos de riquezas y de fastos que los dioses que habitaban las profundidades de la laguna Estigia, modestas ofrendas, granos de sal, el don de Ceres (pan), violetas esparcidas sobre las tumbas, ramas de árboles como el pino, pero sobre todo: piedad para con ellos. Todos se nutrían de los platos depositados sobre las tumbas. El día exacto de la celebración depende de la tradición oral.
El día uno de noviembre tiene lugar, en Cataluña la castañada, en Las Alpujarras la mauraca y en Galicia el magosto. La gente de Galicia comía castañas la víspera de los Fieles Difuntos con la fe de que cada una libraba un alma del purgatorio. En Amer (Gerona) y en Sabadell (Barcelona) la noche del 1 al 2 de noviembre se tocaban las campanas intermitentemente desde que empezaba a oscurecer, desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche. Los tañedores de campanas lo hacían a base de limosnas que daban los vecinos para que el toque de campanas les recodara las oraciones por los muertos.
Ahora en Cataluña se comen los panellets que son, según me informaron los pasteleros, castañas de muertos. Con él se encendían todos los fuegos de la isla. Las castañas se asan sobre una gran hoguera, por lo general, visible desde varios puntos de la parroquia; desempeña, a este respecto, la misma función que la hoguera de san Juan.
En el magosto, en la castañada y en la mauraca la gente joven siempre hizo gala de una cierta libertad de costumbres, casi como en el carnaval; se permitían cosas que otro día estarían mal vistas. Al terminar de comer las castañas, los asistentes se tiznaban unos a otros, bailaban y saltaban sobre el fuego. “Los jóvenes cuando volvían del magosto, parecían antruejos. La gente mayor los miraba por las ventanas y no los reconocía”. Durante los días de carnaval, los muertos salen de su espacio de residencia, el espacio salvaje, para invadir el espacio urbano; por el contrario, el día de las castañas, los vivos dejan el espacio urbano para invadir el espacio salvaje que es el de los muertos.
Todos los santos
La fiesta de Todos los santos es la cristianización del Samaim celta. Gregorio IV, fundándose en las visiones del Apocalipsis, instituyó la fiesta de Todos los Santos, para celebrar y honrar a los santos, y la de los Fieles Difuntos para socorrer con las buenas obras y oraciones a los muertos que aún están purificando su alma en el purgatorio para que, cuanto antes, puedan gozar en el cielo de la visión beatífica la cual será el objeto de su felicidad eterna pero, en realidad, se trata de la cristianización del samaim Como la Iglesia considera que hay dos clases de antepasados: los que están en el cielo y los que aún han de llegar, alargó a dos los días la celebración. Dedica el primero a los que están en el cielo y el segundo a los que están en camino purificándose en el Purgatorio
La vida son momentos entre el nacimiento y la muerte. La muerte reaviva por la ausencia del amigo la amistad, espacio que separa a los vivos de los muertos, que es “la inmediata comunión de la sensación de existir”. La muerte de los seres queridos se convierte en el momento, y memento, de la vida de los vivos. A muchos, solo ahora, se les puede contar en silencio vivencias que la lengua no pude ni sabe decir. El duelo es entre nosotros una ofrenda. Con los muertos nos ejercitamos en el silencio porque lo desconocido y lo ilimitado es indecible. La muerte revela la vida que con ella acaba.
Aquellos que se llevaron con ellos nuestros paisajes y sus sueños y, con un abrigo de pino, reposan ya bajo tierra, ahora nos son más cercanos e íntimos que cuando estaban entre nosotros. La muerte hace nuevo lo viejo y próximo lo lejano, vence las resistencias, deriva los muros, nos vuelve un poco a la niñez, nos desliga de todo vínculo, convierte el tiempo en eterno reposo, nos abre el corazón, nos deja libres como la piedra en caída e inutiliza la belleza.
A los fieles difuntos
Tal vez sea la muerte la que a posteriori da y reviste de sentido muchas vidas desnudas y vacías de significado, porque habían roto con toda herencia que las envolvía y empapaba. La muerte las ha convertido en un momento de la vida de los demás que retarda la desaparición de los muertos convertidos en memoria.-
Reporte Católico Laico
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