Padre José Andrés Bravo H.
Reflexionando sobre la actitud de muchos Zulianos, ante el logrado premio Guinness el pasado 8 de noviembre, con muchos mensajes proliferando y aclamando que somos los mejores, no puedo sentirme orgulloso ni feliz. Celebro el esfuerzo y la capacidad de trabajo para juntos lograrlo. Sólo recomiendo un poco de reflexión, detener nuestras pasiones. No somos los mejores, somos un pueblo que logra lo que se propone con mucho trabajo y esfuerzo, con talentos y organización, con constancia y unidad. No para exhibirnos como los mejores. Tampoco debemos, como me han dicho, gozar de un poquito de felicidad. Eso no basta. Creo que no hemos logrado lo principal: pensar en los demás, unirnos para la conquista de la libertad y la democracia, lograr que los servicios públicos mejoren en su calidad, que se fortalezcan los sistemas de salud y que la educación sea óptima. Estoy convencido de que lo podemos lograr con mucha humildad, con organización popular, con mayor consciencia social, con apertura, con sentido de responsabilidad ante los que sufren, con inteligencia y mucha fe. Todo éxito se logra con sacrificios y renuncias. Es posible que debamos renunciar a nuestras ambiciones de poder, para aspirar a lo mejor, el bien común; sacrificar nuestro bienestar individual para acercarnos con compromiso a los que nos necesitan, los más pobres. Dios nos ha dado lo más importante, nos ha dado a los otros como hermanos, nos ha enseñado en el Evangelio de Jesús que nos necesitamos, que debemos amarnos, que la fraternidad es el más alto grado de desarrollo humano. Y nos da su gracia para emprender el camino hacia una humanidad mejor. Somos capaces de ser mejores hermanos, porque somos hijos de Dios.
Amo a mi Tierra Zuliana, especialmente, mi Pueblo de Mara, El Moján. Y, por supuesto, amo a la Gaita. Pero, como le dijo Aristóteles a su Maestro Platón: “La verdad es la verdad”.
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