Intervención del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, en la reunión titulada “Europa y la guerra. Del espíritu de Helsinki a las perspectivas de paz”, que se celebró esta mañana a las 10.00, en el Palacio Borromeo, en la sede de la Embajada de Italia ante la Santa Sede. “El desarme es la única respuesta adecuada y decisiva si queremos construir un futuro pacífico”, dijo
El cardenal Secretario de Estado de Su Santidad, Pietro Parolin, participó esta mañana a las 10.00, en el Palacio Borromeo, en el evento organizado por la Embajada de Italia ante la Santa Sede, en colaboración con la revista de geopolítica Limes y los medios de comunicación del Vaticano (L’Osservatore Romano y Radio Vaticano – Vatican News), en el que también estuvo presente el Presidente de la República, Sergio Mattarella.
La guerra es un error y un horror
Tras expresar su gratitud por esta iniciativa, el cardenal Parolin comenzó recordando que durante el Ángelus del pasado 2 de octubre, el Santo Padre Francisco afirmaba: “Tras siete meses de hostilidades, deben utilizarse todos los medios diplomáticos, incluidos los que no se hayan utilizado hasta ahora, para poner fin a esta terrible tragedia. La guerra en sí misma es un error y un horror”.
“Han pasado más de dos meses desde entonces y ahora – dijo el cardenal Parolin – en el noveno mes, seguimos siendo testigos de los ‘errores’ y ‘horrores’ de la guerra en Ucrania, que comenzó con la agresión perpetrada por el ejército de la Federación Rusa”.
Las armas inteligentes no existen
Y añadió que “frente a las imágenes que se nos presentan cada día desde el 24 de febrero, existe el riesgo del acostumbramiento. Casi acabamos por dejar de prestar atención a las noticias sobre la lluvia de misiles destructores – las armas inteligentes no existen – sobre los numerosos muertos civiles, sobre los niños abandonados bajo los escombros, sobre los soldados muertos, sobre los desplazados, sobre un país devastado por ciudades semidestruidas y sin electricidad, sobre el medio ambiente devastado”.
“Las lágrimas del Papa en oración a los pies de la Inmaculada en la Plaza de España el pasado 8 de diciembre son un poderoso antídoto contra el riesgo de la costumbre y, por tanto, de la indiferencia. Y aquí deseo repetir su llamamiento para que se recurra a todos los medios diplomáticos, incluso los hasta ahora no utilizados, para lograr un alto el fuego y una paz justa”.
El cardenal Secretario de Estado recordó asimismo que “en las últimas semanas hemos visto algunos atisbos de una posible reapertura de las negociaciones, pero también cierres y la escalada de los bombardeos”. De ahí su afirmación: “Resulta aterrador que se haya vuelto a hablar del uso de artefactos nucleares y de la guerra atómica como posibles eventualidades. Es preocupante que en varios países del mundo se haya acelerado la carrera por el rearme, con enormes inversiones de dinero que podrían utilizarse para luchar contra el hambre, crear puestos de trabajo, garantizar una atención médica adecuada a millones de personas que nunca la han tenido”.
“Queridos amigos, no podemos dejar de preguntarnos si realmente estamos haciendo todo, todo lo posible, ¡para poner fin a esta tragedia!”
Promover y apoyar iniciativas de diálogo
El cardenal Parolin volvió con el pensamiento al Ángelus del 2 de octubre, para recordar que el Papa “se dirigió directamente al Presidente de la Federación Rusa y al Presidente de Ucrania, suplicando al primero que detuviera esta espiral de violencia y muerte, y apelando al segundo para que se abriera a propuestas serias de paz”.
Y añadió que “en las palabras de Francisco había también otra invitación precisa”, que a su juicio “no ha sido recogida con la debida atención”, a saber, “la invitación dirigida a todos los protagonistas de la vida internacional y a los responsables políticos de las naciones a hacer todo lo posible para poner fin a la guerra en curso, sin dejarse implicar en peligrosas escaladas, y a promover y apoyar iniciativas de diálogo”.
“La pista para el encuentro de hoy nos la ofrecen también las palabras que tanto el Presidente de la República italiana como el Santo Padre han dedicado en los últimos meses a la Conferencia de Helsinki: un acontecimiento particularmente significativo para la historia del mundo, para Europa y también para la Santa Sede que, por primera vez desde el Congreso de Viena, volvió a participar en una conferencia internacional, aportando su contribución al diálogo, a la comprensión mutua, a la paz y a la justicia internacional”
Trabajar de forma creativa
Para el purpurado “hoy no se dan las condiciones para que se repita lo ocurrido en Helsinki”. Aunque sí se dan, “y si no se dan, debemos trabajar para que se den” para revivir ese espíritu “trabajando de forma creativa”.
“Tenemos que abordar esta crisis, esta guerra y las muchas guerras olvidadas, con nuevas herramientas. No podemos leer el presente e imaginar el futuro únicamente sobre la base de viejos esquemas, de las viejas alianzas militares o de las colonizaciones ideológicas y económicas”
El cardenal Parolin indicó la necesidad de “imaginar y construir un nuevo concepto de paz y solidaridad internacional, recordando que tantos países y pueblos piden ser escuchados y representados”. También dijo que debemos “crear nuevas reglas para las relaciones internacionales”, que hoy parecen mucho más “líquidas”, y por tanto “incoherentes”, que en el pasado.
“Necesitamos valor, apostar por la paz y no por la inevitabilidad de la guerra; por el diálogo y la cooperación, y no por las amenazas y las divisiones. Necesitamos desescalada militar y verbal, redescubrir el rostro del otro”
De hecho, el purpurado recordó que “toda guerra – decía el Venerable monseñor Tonino Bello – encuentra su raíz en el desvanecimiento de los rostros”.
“Así pues, ¿por qué no volver atrás y releer lo que salió de la Conferencia de Helsinki, para recoger algunos de sus frutos y darles una nueva forma? ¿Por qué no colaborar para organizar una nueva gran conferencia europea dedicada a la paz? Podemos preguntarnos: ¿cree aún Europa en las reglas que se dio a sí misma tras la Segunda Guerra Mundial gracias a la clarividencia de sus Padres fundadores?”
Tras ahondar en la Conferencia de Helsinki, con sus importantes logros, el cardenal Secretario de Estado pidió que no se relegue “el deseo de paz que habita en el corazón de nuestros pueblos”.
“No releguemos el sueño de tantos jóvenes al ámbito de la utopía. No reduzcamos a un conflicto ideológico o partidista el deseo de comprometerse por la paz y la voluntad de construirla, que habitan en tantos de nuestros jóvenes”
“Necesitamos nuevos compromisos y herramientas, necesitamos atrevernos más y comprometernos más”, dijo el cardenal Parolin. Y luego recordó que en 1963, san Juan XXIII escribió en su encíclica Pacem in terris: “La justicia, la sabiduría y la humanidad exigen que se detenga la carrera de armamentos, que se reduzcan simultánea y recíprocamente los armamentos existentes, que se prohíban las armas nucleares y que se logre finalmente un desarme integrado con controles eficaces”.
“Por desgracia, en las últimas semanas hemos visto lo real que es la posibilidad de deslizarse hacia el abismo de un conflicto nuclear, entre otras cosas por culpa de los errores humanos. El desarme es la única respuesta adecuada y decisiva si queremos construir un futuro pacífico”
También pidió que se intenten dar pasos concretos en esta dirección. “No permanezcamos sordos al grito de los pueblos que piden paz, no guerra; pan, no armas; atención, no agresión; justicia, no explotación económica; energías limpias y renovables para el desarrollo, no energía atómica para artefactos destructivos que niegan la posibilidad de un futuro para nuestra casa común”, dijo el cardenal Parolin.
Recuperar el “espíritu de Helsinki”
Hacia el final de su amplia disertación, el cardenal Secretario de Estado de Su Santidad ofreció una larga cita de la encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco, y añadió que “todas las guerras de las últimas décadas han pretendido tener una justificación”, tal como lo escribe el Santo Padre.
Además, el purpurado pidió que se intente recuperar el “espíritu de Helsinki”, que se vuelva “a releer la Declaración sobre los principios que rigen las relaciones entre los Estados participantes que se incluyó en el Acta Final, un decálogo que preveía la igualdad soberana; el respeto de los derechos inherentes a la soberanía; no recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza; la inviolabilidad de las fronteras; la integridad territorial de los Estados; la solución pacífica de las controversias; la no intervención en los asuntos internos; el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, incluida la libertad de pensamiento, conciencia, religión o creencias; la igualdad de derechos y la autodeterminación de los pueblos; la cooperación entre los Estados; y el cumplimiento de las obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional.
El demonio satánico de la guerra
“Cada uno de nosotros, al oír releer este ‘decálogo’, ya habrá calculado cuántas veces se han violado estos principios. Pero aún hay tiempo. Busquemos, pues, nuevos caminos hacia la paz empezando por Europa, sin excluir a nadie. Despleguemos energía y recursos para promover el diálogo y la negociación. Invirtamos más en la paz a todos los niveles, empezando por la educación escolar. Colaboremos y apoyemos a los líderes que siguen creyendo en la paz incluso cuando todo parece oscurecerse y ser engullido por el demonio satánico de la guerra”.
“Que Europa vuelva a ser el faro de una civilización basada en la paz, el derecho y la justicia internacional”
“¡Nunca más la guerra!”
En cuanto a Italia, el cardenal Secretario de Estado afirmó que gracias a su historia y recursos humanos, puede desempeñar un papel importante en esta nueva vía de diálogo y cooperación. Y afirmó que “la Santa Sede está dispuesta a hacer todo lo posible para favorecer este camino”.
Por último, tras animar al compromiso común para “construir un nuevo sistema de relaciones internacionales” en el que no sean sólo los poderosos quienes tomen las decisiones, concluyó insistiendo en volver “al espíritu de Helsinki para encontrar el camino de vuelta a la paz en Europa”. Y a repetir con las palabras de san Pablo VI en las Naciones Unidas: “¡Nunca más la guerra! La paz debe guiar los destinos de los pueblos y de toda la humanidad”.
Vatican News
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