Me tengo que poner en modo «carta al Niño Jesús” para expresar, sin rodeos ni autocensura, lo que en mi opinión necesitamos y deseamos los venezolanos de uno y otro signo: librarnos de las cadenas que nos oprimen y nos niegan el futuro.
- Las cadenas de la cárcel de cada preso político, de la persecución y del exilio de millones de venezolanos.
- Las cadenas de la miseria salarial y de un aparato productivo brutalmente reducido al 25% de su capacidad instalada y al 10% de nuestras necesidades básicas.
- Las cadenas de la drástica desinversión, cuando necesitamos muchas decenas de miles de millones de dólares en los próximos cinco años para empezar a caminar.
- Las cadenas que amordazan a todas las instituciones públicas democráticas necesarias para que renazca la República como pacto inclusivo del bien común.
- Las cadenas que mantienen la actual ruina de los servicios públicos básicos de luz, agua, salud y educación…
- Las cadenas que amordazan y cierran los medios de comunicación social libres: prensa, radio, televisión…
- Las cadenas que quitan libertad a los partidos políticos opositores y les roban el sello para entregarlo a otros amigos.
- La cadena de la falta de confianza en el sistema político y económico reinante; seguridad clave para que renazca la inversión de miles de empresas en el país y del apoyo internacional que tanto necesitamos.
- La cadena de una mentalidad de estado petrolero con renta abundante y la ilusión de que puede cargar con todos nosotros y nuestras carencias. Estado que desde hace 40 años venía haciendo agua y ahora está en el fondo del mar y no puede volver a navegar. Recrear otro Estado viable, pequeño y eficaz.
Los adultos cuando en Navidad nos ponemos en “modo niño”, expresamos nuestros deseos más profundos y auténticos, pero para que estos sean verdaderos, deben ir acompañados de un compromiso a prueba de toda dificultad y resistencia.
Dios está con nosotros, solo cuando unamos estos anhelos con el deber de lograrlos, y será verdad el artículo 2 de la Constitución: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.-