Un sacerdote experto en la obra del fallecido Papa aseguró recientemente que, a causa de sus grandes aportes a la teología actual, “no podemos ser católicos del siglo XXI sin Benedicto”.
En una reciente conferencia titulada “¿El último Doctor de la Iglesia? Apreciando la contribución del Papa Benedicto XVI”, el P. Daniel Cardó, PhD., señaló que “algunas personas marcan la historia y cambian nuestras vidas, ya sea que pensemos en ellas o no. Por ejemplo, no podemos razonar sin Aristóteles: los conceptos comúnmente aceptados de verdad, lógica y ética se han convertido en parte de nuestro patrimonio”.
“Del mismo modo, hoy no podemos hablar inglés sin Shakespeare: no tendríamos tantas palabras comunes a nuestra disposición, como dormitorio, excitación, tortura, soledad”, continuó.
Para el sacerdote, autor de “La Fe en Pensamiento de Joseph Ratzinger” y docente de la Cátedra Benedicto XVI de Estudios Litúrgicos en el Seminario Teológico St. John Vianney en la Arquidiócesis de Denver (Estados Unidos), “de manera análoga, no podemos ser católicos del siglo XXI sin Benedicto”.
“Su contribución va más allá de sus fascinantes y atractivas ideas sobre Dios y el mundo; su legado reside, creo, mayormente en las categorías con las que pensar a Dios hoy”, explicó.
“Así como Agustín nos dio las coordenadas de la ciudad de Dios para leer la historia, y Tomás las pruebas de la existencia de Dios, así Ratzinger aporta a la arquitectura de la teología del siglo XXI: no sólo lo que vemos en la casa cuando entramos (las ideas como pinturas, colores, muebles) sino los cimientos que sustentan esa casa”.
“Él nos ha dado las cosas, los principios, la gramática con la que podemos pensar acerca de Dios en el mundo de hoy”, subrayó.
Benedicto XVI: ¿Doctor de la Iglesia?
El P. Cardó recordó en su conferencia que “hay cuatro requisitos” para ser declarado Doctor de la Iglesia: “santidad, ortodoxia, erudición eminente y una declaración explícita (del Papa)”.
“Y, si llega a ser Doctor de la Iglesia, ¿será el último, de muchos —37, para ser precisos— que han sido reconocidos oficialmente por su significativa, fiel y sabia contribución a la comprensión de la fe? O, en un sentido diferente, ¿puede ser el último?
Si bien reconoció que “no podemos decir que, suponiendo que un día Benedicto sea declarado Doctor de la Iglesia, no habrá más Doctores”, el P. Cardó indicó que el fallecido Papa “es el último en más de un sentido”.
“Joseph Ratzinger es el último de los Padres que dieron forma al Concilio Vaticano II: solo tenía 35 años cuando asistió como experto teológico. Un vínculo directo con ese evento histórico se pierde un poco con su muerte. Y Benedicto es también el último de una generación especial de figuras altísimas que marcaron decisivamente la vida de la Iglesia en los siglos XX y XXI”.
“Independientemente de afinidades intelectuales, el nombre de Ratzinger es el último de una gloriosa lista: Guardini, De Lubac, Rahner, Von Balthasar, Daniélou y algunos más”, señaló.
El sacerdote recordó también la amplia producción bibliográfica de Benedicto XVI, así como su trabajo como docente, obispo, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Papa.
Incluso recordó cómo el agnóstico escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, elogiaba a Benedicto XVI como alguien que “pertenecía a lo que es un especie conspicua en vías de extinción: el intelectual. Pensó con profundidad y originalidad, basado en su enorme conocimiento teológico, filosófico, histórico y literario, adquirido en las muchas lenguas clásicas y modernas que había dominado”.
Para el P. Cardó “ha habido muchos Papas brillantes, como León, Gregorio, Benedicto XIV y Juan Pablo II. Pero podemos decir que ningún otro Papa en toda la historia de la Iglesia ha tenido esta estatura como teólogo y académico de primera clase”.
Sin embargo, el sacerdote precisó que “Ratzinger no fue solo un frío académico”, sino que “era un hombre amable y humilde”.
Benedicto XVI y la Liturgia
El P. Cardó resaltó que Benedicto XVI “es el mejor interlocutor para dar sentido a lo sucedido en las reformas litúrgicas de los siglos XX y XXI”.
Tras explicar el proceso de renovación litúrgica impulsada por el Vaticano II, el sacerdote subrayó que “la reforma litúrgica ha de entenderse según lo que él llama la ‘hermenéutica de la reforma en continuidad’ y no como si el Concilio marcara un nuevo comienzo en el que lo que antes era santo ya no lo es más y debería estar prohibido”.
El experto en la obra de Benedicto XVI recordó que ideas como prestar atención a la Liturgia, “celebrar la Misa de manera comprensible, pero abierta a los tesoros de la tradición”, colocando “la Cruz en el centro del altar; orientado hacia Jesús, el Oriente espiritual”, y “adorar en silencio y comulgar de rodillas y en la boca”, entre otras, “provienen de las enseñanzas y el ejemplo del Papa Benedicto”.
“Las hayamos leído o no, al igual que las categorías de vivir con fe y razón, y recibir la palabra de Dios de manera fecunda”, dijo, nos llevan a concluir que “creemos y vivimos hoy como católicos gracias a Benedicto”.
ACI Prensa
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