No está aquí… Resucitó ¡Felices Pascuas de Resurrección!

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La resurrección de Jesús en la piedra fundamental de nuestra fe.

La alegría de esta noche en que celebramos la Pascua, cuando llenos de emoción entonamos el canto del Gloria, en la noche en la que se disiparon las tinieblas. Por Cristo quien se entregó y murió voluntariamente por nosotros, no quedó sumido en la oscuridad de una fosa. Resucitó y su resurrección, garantiza la victoria sobre la muerte.

Así y todo, la resurrección de Jesucristo es un misterio que sobrepasa nuestra nuestros esquemas mentales, nuestras capacidades, y por eso no llegamos a comprender a la perfección lo sucedido. Pero sucedió, es real, vive y aun lo hace entre nosotros. Eso celebramos y manifestamos en este tiempo pascual.

La resurrección de Jesús en la piedra fundamental de nuestra fe. Y es la respuesta a una gran interrogante que siempre nos hacemos cuando reflexionamos sobre la Pasión de nuestro Señor Jesucristo ¿Dónde estaba Dios mientras su Hijo padecía y moría? ¿Por qué permitió eso? Se nota el silencio de Dios, la ausencia de su presencia en este momento tan doloroso para su Hijo. Tanto que le mismo grito desde la Cruz, en un grito desconcertante, Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado. Y Dios si estaba allí con él, en silencio. Y la prueba de ello es la resurrección, tres días después.

La misma pregunta nos vuelve cuando damos una mirada al mundo y observamos tantas escenas de dolor, de miseria, de muerte, de desolación, de abandono. ¿Dónde estaba Dios mientras morían tantas personas en las Torres Gemelas? ¿Dónde está Dios mientras día a día siguen muriendo de hambre y víctimas de la guerra tantos niños de África y el Medio Oriente? ¿Dónde está Dios cuando miles de hombres siguen muriendo cercenados por las balas cuando han querido hacer valer sus derechos?

Y si miramos más de cerca. Dónde está Dios: ¿mientras la Iglesia sufre la traición de algunos de sus hijos? ¿Cuando ve que quienes tienen la responsabilidad de dar testimonio viven su vida alegremente sin hacer caso de su envestidura? ¿Cuándo pastores de la Iglesia se ven involucrados en hechos punibles y en muchos casos se constituyen en antitestimonios dentro de las comunidades? ¿Cuándo sus palabras y obras lejos de atraer alejan a quienes deciden acercarse?

Pero Dios está allí, donde parece ausente y la prueba está en que Cristo resucitó, porque nos da la certeza que incluso cuando todo parece perdido, la causa del hombre ha sido ganada.

Los hechos parecen desmentir esta afirmación. Si se puede llegar a decir que más que hombres de fe somos unos ilusos. Pero no es así, Cristo ha vencido la muerte, ha vencido el pecado, le ha devuelto al hombre su dignidad, más aún nos ha hecho hijos de Dios, permitiendo los medios y las capacidades de vivir como tales.  Lo que ha faltado es que nosotros que hemos conocido a Cristo  a través del Evangelio nos hagamos testigos de  esta verdad de su resurrección y la llevemos a los demás.

Entonces la pregunta está mal formulado, no debe ser ¿Dónde está Dios?, sino ¿Dónde estoy yo?.  Porque cada vez que volvamos a él agobiados por el mundo, nos dirá: He resucitado, aquí estoy contigo.

Si de verdad llegáramos a experimentar a Cristo en nuestras vidas, nuestra respuesta sería la misma de aquellos primeros discípulos que se encontraron con Cristo resucitado. Ir a anunciarlo. Llevar la noticia de la resurrección a todos los demás. Por eso somos nosotros los ausentes, de nosotros depende que Dios esté presente en el mundo y lo lograremos si lo anunciamos y extendemos su Reino a todos los hombres.

José R. Espina F.

espinaferrer@gmail.com

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