¿Sabías que José Gregorio Hernández tuvo un hermano médico y una hermana monja?

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Cortesía de Reporte Católico Laico

“¿SABÍAS QUE JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ TUVO 12 HERMANOS, ENTRE ELLOS, JOSÉ Benigno HERNÁNDEZ, MÉDICO, IGNORADO POR LA HISTORIA Y QUE TUVO TAMBIÉN UNA HERMANA MONJA CON EL RANGO DE SUPERIORA?…

Vale señalar también que José Benigno Hernández -al igual que su ilustre hermano José Gregorio- no sólo tuvo interés en la Medicina, también se interesó vivamente por las bellas letras y en compañía del doctor Lares Ruiz fundó una revista titulada “Ciencia y Hogar” que él redactaba y de la que se conoce su existencia hasta el número 16 del primero de septiembre de 1919 en que publicó “La Vida en Playas del Caribe”. Lo atraía la aventura. Cuando el Dr. José Benigno junto con Domingo Ottati y el periodista Don Rafael Silva “Lino Sutil” realizaron el primer viaje en automóvil de Caracas a Macuto el 1 de abril de 1914 a través del viejo camino semi-acondicionado.

En Noviembre de 1919 fue nombrado Médico de la Comisión Venezolana de Límites con el Brasil partiendo en octubre de 1929 hasta Marzo de 1930, desde Caracas hasta Puerto España, Trinidad, el Orinoco, Ciudad Bolívar, el Canal de Casiquiare, por las aguas de Amazonas hasta Río Negro, en una expedición con la Sociedad de National Geographic teniendo como propósito del viaje el estudio de enfermedades infecciosas tropicales. Estuvo en plena selva, en medio de indios salvajes, a pie, en lancha, entre la espesura, atravesando ríos y grandes caños, durmiendo a la intemperie en chinchorros colgados de grandes árboles como Médico de la Comisión Venezolana de Límites con el Brasil.

En 1930 a poco de haber regresado a Caracas se sintió afectado por una fuerte opresión y constantes asfixias. Entre los médicos tratantes estuvieron los eminentes Heberto Cuenca y Miguel Pérez Carreño. Le encontraron un corazón tan hipertrofiado que trabajosamente le cabía en el tórax. Supusieron Enfermedad de Chagas en que la localización miocárdica del Tripanosoma desencadenó severa miocarditis. En junio de 1931 contrajo nupcias con Anita Espinal Sandoval y de ésta unión nació una hija llamada Josefina, quien se fue de 14 años en 1946 a USA. Se casó con el veterinario norteamericano Robert Bluntzer residenciándose en Corpus Christi, Texas.

Después del matrimonio y ya bastante minada su salud, se residenció por prescripción médica en Maiquetía, donde continuó ejerciendo la profesión y practicando la caridad a pesar de las limitaciones a que lo sometía el mal. En Noviembre de 1937, sintiéndose mejor volvió a Caracas, pero tuvo que regresar a Maiquetía por recrudecimiento de los síntomas, falleciendo en dicha ciudad el 24 de Diciembre del mismo año 1937.

José Gregorio Hernández y José Benigno Hernández fueron enterrados juntos en el cementerio del Sur. Luego, los restos del Dr. José Gregorio fueron trasladados a la Iglesia de la parroquia La Candelaria, en Caracas. Sin embargo, muchos seguidores de éste se mantuvieron depositando ofrendas y agradecimientos en la tumba de José Benigno Hernández creyendo que José Gregorio seguía enterrado allí. A lo largo de los años la familia Obadía Masrroua les ha explicado a los visitantes de la tumba esta situación a lo que muchos respondían: “Sigo viniendo a esta tumba, porque lo que yo pido se me concede”.

Relata también su hija: “Mi papá tenía un amigo dueño de una cigarrera. En 1934 este señor le pidió como favor que fuera a examinar a sus trabajadores. En esa época los trabajadores recibían cigarros de regalo o por muy poco precio, y todos fumaban muchísimo. Con la evaluación constante y la radiografía del tórax que les hizo a los trabajadores estos mostraban pulmones congestionados en malísimas condiciones. Pensó que eso tenía que ser a causa del cigarro y lo mucho que fumaban. Habló de inmediato con su amigo acerca de sus sospechas entre la conexión del tabaquismo con el daño pulmonar, recomendándole no darles cigarros a los trabajadores explicándole las consecuencias y porque debían dejar de fumar. En esa época nadie sospechaba la conexión del cigarro y el cáncer, pero él, desde ese entonces les preguntaba a todos sus pacientes si fumaban y les explicaba porque tenían que parar, y que “Si no paraban no los trataría más”.

“Cuando yo estaba chiquita, mi papá y mi mamá se mudaron a Maiquetía, porque él tenía el corazón grande, era una enfermedad que no sé en realidad como se llama, pero parece que le ocupaba casi todo el pecho y le daban unas anginas terribles. Entonces como Caracas tenía tanta altura lo mandaron a vivir al nivel del mar y nos fuimos a Maiquetía. Allí hizo el bien en cantidad porque la gente pobre que vivía en los pueblitos en esa época, Naiguatá y todas esas áreas pobrísimas, venían para que él los examinara y los tratara. Les regalaba los remedios y nunca les cobraba nada. Por ejemplo uno de ellos le trajo un lorito, que lo tuve yo hasta ya grande, como pago por el bien que les había hecho”.

“Otra anécdota de su bondad y su habilidad como médico fue que cuando yo nací era sietemesina, tenía un problema en el Hospital Clínica Razetti porque no tenían incubadoras y mi mamá no tenía leche. Entonces ¿Con que me daban de comer?, Una señora paciente que estaba allí que acababa de tener un bebé oyó a las enfermeras hablando del problema y preguntó que quién era yo y que qué pasaba, cuando le dijeron que era la niña del doctor José Benigno Hernández, la señora manifestó: “Ah no! Dígale al doctor que yo me quedo en la clínica el tiempo que sea porque yo tengo leche como para cuatro niños y la niñita se la cuido y se la alimento. Entonces pude yo sobrevivir por eso porque ella dijo que mi padre había salvado la vida de su papá”.-

Esta Entrega Especial está basada en el testimonio de Josefina Hernández de Bluntzer, hija del doctor José Benigno Hernández, licenciada en Finas Artes de la Universidad A&M, en Corpus Christi, Texas, USA.
Pintora, trabajó en el Museo de Artes, Texas y en el Museo de Ciencias e Historia en Corpus Christi, Texas, Estados Unidos”.

Reporte Católico Laico

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