Pentecostés es un acontecimiento de gran importancia para la Iglesia, ya que marca el momento en que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y les dio la capacidad de difundir el mensaje de Cristo por todo el mundo. La Biblia nos enseña que en el día de Pentecostés, “de repente vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban reunidos. Y se les aparecieron lenguas como de fuego, que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse” (Hechos 2:2-4).
Este acontecimiento fue el inicio de la misión de la Iglesia en el mundo, y se cumplió la promesa que Jesús había hecho a sus discípulos antes de su ascensión: “pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:8).
Pentecostés es, por tanto, un momento de renovación y compromiso con la misión de la Iglesia en el mundo. La Biblia nos invita a prepararnos para la venida del Espíritu Santo y a estar abiertos a sus dones y a su guía. Como dice San Pablo, “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables” (Romanos 8:26).
La espera de Pentecostés es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia fe y nuestra relación con Dios. Como dice San Juan, “el que ama a Dios, ama también a su hermano” (1 Juan 4:21), y por tanto, debemos estar siempre dispuestos a llevar el mensaje de amor y esperanza de Cristo a todos los que nos rodean.
Pentecostés es un momento de gran importancia para la Iglesia y para todos los cristianos. Marca el inicio de la misión de la Iglesia en el mundo y nos invita a renovar nuestro compromiso con el evangelio de Cristo. Como dice San Francisco de Asís, “predica el evangelio en todo momento, y si es necesario, usa palabras”. Que en este tiempo de espera de Pentecostés, podamos ser verdaderos testigos del amor y la misericordia de Dios en el mundo, guiados por el Espíritu Santo y en comunión con nuestros hermanos en la fe.
José R. Espina F.
Síguenos en Twitter como @lagreydigital y Telegram: La Grey Digital