Un milagro de la vida define monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia el hallazgo con vida de los cuatro hermanos menores de edad que desde el pasado 1 de mayo estaban perdidos, tras el accidente aéreo en la selva del departamento del Guaviare
El presidente de la Conferencia de obispos celebra el hallazgo y agradeció a Dios y a quienes hicieron posible estas labores de rescate
Una dura travesía de 40 días terminó para Lesly Mucutuy (13 años), Soleiny Mucutuy (9 años), Tien Noriel Ronoque Mucutuy (4 años) y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy (11 meses), quienes finalmente fueron encontrados en la intrincada selva colombiana, en grave estado de desnutrición, pero vivos.
Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado colombiano, calificó esto de milagro: “Un verdadero milagro de la vida, es un milagro de la vida y agradecemos al Señor”.
Toda vez que aprovechó para invitar a Colombia a que “luchemos defendamos la vida en todas sus etapas desde el vientre materno hasta la muerte natural” y ser “un país que defiende la vida, la dignidad de los niños, el cuidado de todos. Que el Señor bendiga esta obra maravillosa y llena de esperanza en nuestro país”.
Agradecer a Dios y a los voluntarios
Los menores desaparecieron en la selva entre Caquetá y Guaviare, sur de Colombia, cuando la aeronave en la que viajaban, cumplía la ruta Araracuara – San José del Guaviare, y cayó en la vereda Palmarosa, en zona rural del municipio de Solano.
En el accidente fallecieron Magdalena Mucutuy Valencia, madre de los niños, Hernando Murcia Morales, piloto de la avioneta y Herman Mendoza Hernández, un pasajero. Encontraron rastros y elementos de los niños, que sobrevivieron.
Así autoridades, indígenas y campesinos fueron tras la pista de los menores en medio de una imponente selva y con las inclemencias del clima. Por eso, Rueda ha extendido su agradecimiento “a todas aquellas personas que hicieron posible la búsqueda”
“Sea un momento para pensar en la vida para agradecerle al Dios de la misericordia que llena la tierra” y “a la fuerza militar, a la policía, a los indígenas, a los campesinos y a todos aquellos que de una u otra manera colaboraron con oración con trabajo efectivo para que se lograra el hallazgo de los niños”.
De hecho, el prelado – en medio de las labores de rastreo – convocó una campaña de oración en las 76 jurisdicciones eclesiales del país para que los niños regresaran “sanos y salvos”.
Vida Nueva
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